Mercurio
Mercurio | Tierra | |
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Características físicas | ||
Diámetro del ecuador (km): | 4.879,4 | 12.756,28 |
Periodo de rotación: | 58 d 15 h | 23 h 56 min |
Masa (kg): | 3,30 × 1023 | 5,97 × 1024 |
Densidad (g/cm3): | 5,43 | 5,51 |
Gravedad superficial (m/s2): | 3,7 | 9,81 |
Velocidad de escape (km/s): | 4,25 | 11,19 |
Inclinación axial (º): | 0 | 23,45 |
Temperatura (K): | ||
Mínima: Media: Máxima: |
103 - 623 |
182 282 333 |
Características orbitales | ||
Radio medio (km): | 57,89 × 106 | 148,50 × 106 |
Excentricidad: | 0,206 | 0,0167 |
Periodo de traslación: | 87 d 23 h | 365 d 6 h |
Otros datos | ||
Principales satélites: | No tiene | |
Atmosfera | Insignificante | |
En la ciencia ficción | ||
Principales obras: | Cita con Rama Marte azul |
Tabla de contenidos
El Mercurio real:
Mercurio es el primer planeta del Sistema Solar a partir del sol. Es al igual que Venus, la Tierra y Marte, un planeta telúrico (de naturaleza rocosa, a diferencia de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, que son gigantes gaseosos).
El radio medio de su órbita es de casi 57,9 millones de kilómetros y su periodo orbital de 59 días y 23 horas. Su diámetro ecuatorial es de casi 4.879 kilómetros.
Es el más pequeño de los planetas. Prácticamente carece de atmósfera, por lo que sus temperaturas son extremas: 723 K (450º C) durante el día en el ecuador, y 103 K (-170º C) durante la noche. Debido a su escasa inclinación axial, menor de un grado, tampoco tiene estaciones.
El lento día de Mercurio, de casi 88 días terrestres, es parejo a su año de rotación en torno al Sol, de 58 días terrestres, y durante mucho tiempo se pensó que ambos periodos eran iguales y que, por lo tanto, Mercurio siempre presentaba la misma cara al Sol, con otra cara perpetuamente en sombra. Esta idea se refutó en 1965, con el empleo de señales de radio, que determinaron que la relación entre la rotación y la traslación era de dos tercios, en resonancia.
Debido a la gran excentricidad de su órbita y a las velocidades relativas de rotación y traslación, desde ciertos lugares de la superficie de Mercurio sería posible ver "amaneceres dobles", un fenómeno en el que el Sol parece avanzar por el cielo, luego retroceder brevemente y finalmente, seguir avanzando.
El 3 de noviembre de 1973 la NASA lanzó la sonda Mariner 10, que visitó Mercurio en varias ocasiones y consiguió cartografiar el 40% de la superficie del planeta. La Mariner 10 fue la primera nave espacial en utilizar, de manera improvisada, los paneles solares a modo de vela solar.
Agua en Mercurio:
En agosto de 2004 se lanzó desde la Tierra la sonda Messenger de la NASA, que entró en órbita en torno al planeta en marzo de 2011. La información que empezó a proporcionar la sonda, junto con las señales recibidas por el radiotelescopio de Arecibo, indicaban que en el polo norte de Mercurio, en el fondo de algunos cráteres a los que nunca llega la luz, existe una gran cantidad de hielo de agua que se mantiene a -185 ºC. Esta agua podría haber originado por la interacción de núcleos de hidrógeno procedentes del viento solar junto con oxígeno de la superficie.
Este hielo se encuentra cubierto, en cierta forma, protegido, por una capa oscura de entre 10 y 20 centímetros de compuestos orgánicos, de composición aún desconocida.
La posibilidad de una interacción entre el agua y estos compuestos orgánicos planta escenarios interesantes para la vida, por lo que Mercurio ha adquirido nuevo interés dentro de la astrobiología. Para seguir explorando el planeta, en 2018 se lanzó la sonda BepiColombo, de la ESA, que pretende colocar dos orbitadores en torno a Mercurio para 2025.
Mercurio en la ciencia ficción:
Mercurio cara al Sol:
Mercurio aparece en varias historias de la edad de oro de la ciencia ficción, tratado con más o menos rigor científico daos los conocimientos de la época. Por entonces, y hasta 1965, se creía que mostraba siempre la misma cara al Sol, lo que hacía de esta cara iluminada un lugar muy inhóspito, con altísimas radiaciones.
Isaac Asimov utiliza el planeta como escenario para varias de sus Historias de robots. En Círculo vicioso, uno de sus cuentos incluido en Yo, robot (1950), en el año 2015, Powell y Donovan son enviados a reiniciar las operaciones mineras en el planeta. La radiación es tan intensa que los humanos no pueden trabajar directamente, sino que lo hacen los robots. En La noche moribunda (1956), esta peculiaridad de Mercurio permite construir un observatorio en la frontera de sombra, un lugar ideal para las observaciones.
Arthur C. Clarke también tiene alguna historia relacionada con la característica de poseer una cara en la oscuridad, dato que utiliza por ejemplo en su novela Islas en el cielo (1952).
Pero la altísima radiación de una supuesta cara siempre soleada no ha sido siempre visto como un problema. Hal Clement en Iceworld (1953) imagina una raza alienígena cuya base orgánica es el silicio en vez del carbono y que puede resistir mucho mejor las altísimas temperaturas del planeta, por lo que deciden plantar una central solar en el mismo centro de la cara iluminada (un gran sitio, sin duda).
Otros autores menos "duros" imaginaba criaturas incorpóreas, como Kurt Vonnegut en Las sirenas de Titán (1959).
Mercurio actual:
Con frecuencia, Mercurio es contemplado por los escritores como una posible fuente de recursos o base logística.
David Brin utiliza el planeta como una base de partida para una expedición a la cromosfera solar en Navegante solar (Sundivers, 1980). Mientras, Clarke ya presuponía que ya ha sido colonizado por explotaciones mineras en su novela Cita con Rama (1972). En Transmetropolitan, el cómic de Warren Ellis, Mercurio está cubierto de paneles solares para suplir de energía a la Tierra.
Kim Stanley Robinson llega incluso a fundar una ciudad gigantesca, acontecimiento que refleja en la antología The Planet on the Table (1986) y menciona en Marte azul (1996). Esta ciudad, llamada Terminador, se mueve a lo largo del ecuador del planeta huyendo de la luz solar y la energía para tal acto colosal y continuo la obtiene de la propia dilatación de los raíles por los que se mueve cuando estos quedan expuestos a la radiación solar. Un ejemplo sin duda imaginativo que la rigurosidad de Robinson hace creíble.
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