Venus
Venus | Tierra | |
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Características físicas | ||
Diámetro del ecuador (km): | 12.103,6 | 12.756,28 |
Periodo de rotación: | -243 d 4 h (retrógrado) | 23 h 56 min |
Masa (kg): | 4,87 × 1024 | 5,97 × 1024 |
Densidad (g/cm3): | 5,24 | 5,51 |
Gravedad superficial (m/s2): | 8,87 | 9,81 |
Velocidad de escape (km/s): | 10,36 | 11,19 |
Inclinación axial (º): | 2,64 | 23,45 |
Temperatura (K): | ||
Mínima: Media: Máxima: |
228 737 773 |
182 282 333 |
Características orbitales | ||
Radio medio (km): | 108,21 × 106 | 148,50 × 106 |
Excentricidad: | 0,0068 | 0,0167 |
Periodo de traslación: | 224 d 17 h | 365 d 6 h |
Otros datos | ||
Principales satélites: | No tiene | |
Atmosfera | 9,32 MPa de presión (93 atmósferas). 96% de dióxido de carbono. 3% de dióxido de azufre. | |
En la ciencia ficción | ||
Principales obras: | Antes del Edén |
Tabla de contenidos
El Venus real:
Venus es el segundo planeta del Sistema Solar a partir del Sol y, junto a Mercurio, la Tierra y Marte, uno de los llamados "telúricos", al estar compuesto de roca (a diferencia de Júpiter, Saturno, Urano y Saturno, que son los llamados "gigantes gaseosos").
La distancia media al Sol es de poco más de 108 millones de kilómetros y tarda casi 225 días en realizar una traslación completa en torno al mismo. Rota en sentido retrógrado muy lentamente, tardando 243 días terrestres en efectuar un giro sobre sí mismo. Por ello, en Venus el Sol sale por el oeste y se pone por el este, y tarda casi 117 días terrestre en realizar un ciclo de día/noche. Como se deduce de lo expuesto, en un día venusiano el sol se pone varias veces.
Su diámetro ecuatorial es de algo más de 12.103 kilómetros, por lo que es en masa y diámetro el planeta más parecido a la Tierra. Debido a su lenta rotación, el ecuador de Venus rota a tan sólo 6,5 km/h.
La primera sondaen llegar al planeta fue la Venera 1, llegó al planeta el 12 de mayo de 1961, perdiéndose el contacto al poco de su llegada. Así, la primera sonda que se aproximó a Venus durante un tiempo suficiente fue la Mariner 2 de la NASA, a finales de 1962. El primer aterrizaje exitoso se consiguió con la Venera 7, en 1970; y en 1975, el primer orbitador, la Venera 9, con un aterrizador que tomó las primeras fotos de la superficie. En los años siguientes se sucedieron las misiones exitosas que fueron aportando mayor conocimiento, como la Pioneer Venus en 1978, las Venera 13 y 14 en 1982, las VeGa 1 y VeGa 2 lanzadas en 1984 cn sendos globos aerostáticos que volaron miles de kilómetros en la atmósfera o la misión Magellan de la NASA que orbitó Venus entre 1990 y 1994. Misiones más recientes de la ESA (Venus Express) y de la JAXA (Akatsuki) han ido proporcionando durante largos periodos información sobre su atmósfera, su superficie y vulcanismo, y la interacción entre estos agentes.
Antes del aterrizaje de las Venera se pensaba que las nubes que cubrían el planeta eran de vapor de agua, por lo que se supuso que el planeta estaba cubierto de océanos. Sin embargo, la atmósfera de Venus está compuesta básicamente de dióxido de carbono. La presión atmosférica es unas 90 veces la de la Tierra y su temperatura media, debido a su terrible efecto invernadero, es superior a 730 K (457º C). Además de dióxido de carbono, Venus tiene nubes de dióxido de azufre y ácido sulfúrico.
Venus tuvo unas características compatibles con el surgimiento y desarrollo de la vida en el pasado, antes de que se desencadenara el brutal efecto invernadero que lo ha hecho inhabitable. Hace unos 4.000 millones de años, Venus tenía un gran océano de agua líquida superficial, con abundantes compuestos orgánicos, similar a como ocurría en la Tierra, en el mismo periodo en el que en esta surgía la vida. Dado que Venus recibe mucha más radiación solar, el océano se evaporó, dando inicio al efecto invernadero mencionado. Venus, por su lenta rotación, casi no posee campo magnético y la radiación solar pudo penetrar sin apantallamiento para descomponer el vapor de agua en hidrógeno y oxígeno, que se perdieron incapaces de ser retenidos por la gravedad del planeta. Aun así, algunos modelos climáticos recientes sugieren la presencia de agua líquida durante un periodo largo, desde hace 2900 Ma hasta hace tan sólo 715 Ma.
En la actualidad, se conoce que, en altitudes medias de 55 kilómetros sobre la superficie, la temperatura estaría en torno a los 20-30 ºC y a la mitad de presión que en la Tierra, con abundantes aerosoles de agua líquida y ácido sulfúrico. Es decir, a diferentes niveles de estas capas atmosféricas podrían darse condiciones de habitabilidad para microorganismos, quizás similares a los extremófilos terrestres, o puede que muy diferentes.
En 2026, Roscosmos planea lanzar la sonda Venera-D, para investigar los procesos que ocurren en la atmósfera, que podrían ir acompañada de un orbitador o un aterrizador de la NASA, en una misión conjunta.
Venus en la ciencia ficción:
Antes del descubrimiento de la verdadera naturaleza de su atmósfera, se especulaba con que era un planeta cubierto de pantanos y un clima lluvioso. En la ciencia ficción de la época se suponía que el planeta podía estar entonces rebosante de vida.
Estudios sobre las ondas de radio reflejadas por el planeta realizados en 1956 revelaron que su temperatura debía ser elevada (si bien algunas de las mediciones indicaban temperaturas más bajas).
Tras las Venera se descubrió que el planeta era terriblemente hostil, por lo que dejó de interesar a los escritores, salvo contadas excepciones.
Antes de las Venera:
Venus fue, desde muy temprano, un escenario que interesó a los escritores de ciencia ficción, como lo demuestra la novela pionera del género, Viaje a Venus (Achille Eyraud, 1865).
De esta época anterior al envío de sondas es el relato Antes del Edén (1961), de Arthur C. Clarke, en el que imagina que la vida autóctona del planeta es destruida por la intromisión humana.
Pero la extinción de la vida venusiana no era invención del británico. Olaf Stapledon en El primer y último hombre (1930), cuenta cómo los terráqueos desencadenan un verdadero genocidio sobre las razas acuáticas del planeta. Otros venusianos fueron los hombres lagarto de H.P. Lovecraft (En los muros de Eryx, 1939), la civilización técnicamente avanzada de John W. Campbell (The Black Star Passes, 1930), los primitivos y pacíficos de Robert A. Heinlein en su Historia Futura (1941-1962)...
Incluso Ray Bradbury tiene un melancólico relato, La larga lluvia (1950), donde un cohete realiza un aterrizaje forzoso en el planeta. Los supervivientes deben atravesar la selva bajo una lluvia constante y enloquecedora, buscando un refugio llamado Domo solar donde podrán secarse, calentarse y disfrutar de los placeres de un sol artificial. Bradbury hace mención a los venusianos, seres semiacuáticos y hostiles con los intrusos terráqueos, pero que no hacen aparición en la historia.
En cualquier caso, Venus era tenido por un lugar idóneo para la vida y casi todos los autores importantes de la época imaginaron el planeta siendo colonizado por el hombre. Edgar Rice Burroughs en su saga de Venus (1934-1970): A.E. van Vogt en El mundo de los No-A (1945), Jack Williamson, Frederik Pohl, Henry Kuttner, C.L. Moore, Poul Anderson, Isaac Asimov, los hermanos Strugatsky y uno de los primeros premios Nebula, Las puertas de su cara, las lámparas de su boca (1965), de Roger Zelazny.
Tras las Venera:
Uno de los primeros escritores de ciencia ficción dura en reflejar el nuevo Venus que mostraban las misiones Venera fue Larry Niven, en Becalmed in Hell (1965), donde una nave que explora la atmósfera se ve obligada a aterrizar para reparar una avería.
Frederik Pohl, por su parte, no renunciaría a un Venus colonizado aunque fidedigno a la realidad. En su saga de los Heechee, iniciada con Los mercaderes de Venus (1972) y de la que Pórtico (1977) sería la más reconocida.
Otro autor en incorporar a sus obras un Venus colonizado pero real será John Varley, dentro de su saga de los Ocho Mundos. En En el cuenco (1975) relato de esta saga, menciona y tiene en cuenta la terrible presión atmosférica del planeta y compara adecuadamente su gravedad con la mucho menor de Marte. Además de mencionar una serie de efectos curiosos, como el hecho de que la topografía pueda variar debido a la condensación o evaporación de las montañas, o que la refracción de la atmósfera produciría, para alguien que pisara la superficie del planeta, el efecto visual de que se encuentra en el fondo de un cuenco.
Algunos autores incluso especulan con la terraformación del planeta, como Pamela Sargent en su sería iniciada con Venus of Dreams (1986).
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