El conflicto evitable
El conflicto evitable | |
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Autor: | Isaac Asimov |
Otros títulos: | Conflicto inevitable Se puede evitar el conflicto |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | The Evitable Conflict |
Revista o libro: | Astounding Science Fiction |
Editorial: | Street & Smith Publications, Inc. |
Fecha | Junio de 1950 |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | Yo, robot El robot completo (1982) Los robots (1984) Visiones de robot (1990) Crónicas de robots (1993) |
Otros datos: | |
Saga: | Historias de robots |
Premios obtenidos: | |
Otros datos: | |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | Ficha |
ISFDB | Ficha |
Otras fuentes | |
Notas: | |
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Isaac Asimov (1950)
El conflicto evitable es el relato que cierra la antología Yo, robot, de Isaac Asimov. Fue publicado en el número de junio de 1950 de la revista Astounding Science Fiction, en plena época de John W. Campbell e inmediatamente en la antología publicada el mismo año, por lo que puede considerarse escrito para la misma.
La versión de la antología y de la revista son exactamente iguales, por lo que los párrafos que lo unen al resto de relatos en Yo, robot están introducidos al final del relato anterior, Evidencia. En ellos, Susan Calvin rememora su segundo encuentro con Stephen Byerley, haciendo de paso una rápida elipsis por la carrera de Byerley y los acontecimientos ocurridos entre ambos relatos: Byerley accede a la alcaldía, cinco años después es nombrado Coordinador Regional de la zona norte de la Tierra y, en 2044, cuando la Tierra se une en una Federación de cuatro grandes regiones, es nombrado primer Coordinador mundial. Es durante su segundo periodo como Coordinador mundial, en 2052, cuando Byerley reclama la ayuda de la ya anciana Doctora Calvin.
Sinopsis:
El Coordinador mundial, Stephen Byerley, acude a la doctora Calvin con una inquietud. El desarrollo de las "máquinas", cerebros positrónicos altamente evolucionados que supervisan la economía de cada una de las grandes regiones, ha llevado a la Tierra a una prolongada época de paz y prosperidad. Conceptos como capitalismo o socialismo han quedado obsoletos frente a su racionalidad, capaz de ajustar perfectamente oferta y demanda, de cubrir todas las necesidades de manera óptima.
Sin embargo, pequeños desajustes en cada una de las grandes regiones sugieren o bien que las máquinas tiene fallos en sus previsiones o bien que existen elementos que tratan de desestabilizar la situación, lo que puede conducir a un nuevo conflicto mundial y al final de esta época de prosperidad auspiciada por las máquinas.
El relato:
¡Atención, spoilers! |
Como el resto de los relatos del libro, se plantea una hipotética situación en la que las tres leyes de la robótica fallan o pueden verse comprometidas. Sin embargo, un análisis detallado de la situación revela que las leyes son correctas y que la situación se ha resuelto de la mejor forma posible.
En este caso, el dilema viene dado cuando, en un mundo de economía dirigida por las máquinas, los resultados económicos distan de ser óptimos. El responsable de estos resultados decide investigar el tema y se entrevista con los diferentes responsables de cada área, los cuales le dan explicaciones vagas y autocomplacientes.
Tanto Byerley como Calvin tienen plena fe en la capacidad de las máquinas para dirigir la economía mundial. Por ello, Byerley estima que la Sociedad para la Humanidad, un movimiento anti-máquinas, está intentando sabotear la economía para deshacerse de la tutela de estas Inteligencias Artificiales. Calvin le hará ver que las máquinas deben forzosamente haber percibido estas anomalías, las han integrado en sus parámetros de entrada y, en consecuencia, las manifiestas ineficiencias son totalmente deliberadas.
De hecho, las ineficiencias afectan a aquellos humanos que dentro del movimiento Sociedad para la Humanidad se oponen a las máquinas. Es decir, que las máquinas, deliberadamente, están tomando decisiones que perjudican a un reducido grupo de humanos. Como ya se anticipara en el anterior relato, esto es debido a una interpretación utilitaria de la primera ley: las máquinas pueden dañar a un ser humano (económicamente, en este caso) si con ello consiguen un bien evidentemente mayor para el conjunto de la humanidad. Sutilmente, las máquinas están apartando de los puesto de poder a aquellos elementos anti-máquina, eliminando todo peligro de verse apartadas de la dirección de la humanidad por esta senda de prosperidad.
Se trata, de nuevo, de una anticipación de lo que sería la ley cero, explicitada en Robots e imperio (1985), así como de la idea de que la humanidad le conviene ser tutelada por una inteligencia racional y objetiva que maximice el bien general. Una idea tecnocrática propia de la ilustración de la que Asimov parecía ciertamente partidario.
Aún así, Asimov escapa de un maniqueísmo completo y sí deja entrever un cierto conflicto filosófico en esta solución. Por una parte, las máquinas son la elección evidente si se trata de maximizar este bien general pero, por otra parte, esto determina un cierto grado de alienación para la humanidad, que no parece enteramente libre para elegir su destino, aunque sea equivocado.
El autor responde a estos inconvenientes de varias formas. A lo largo del relato, por ejemplo, se observa que los humanos pro-máquina no han perdido el empuje ni la iniciativa. Confían en las máquinas como elementos auxiliares, calculadoras; pero se mantienen seguros de que la iniciativa sigue siendo una condición humana. A la luz del final del relato, esta creencia podría ser un espejismo. No obstante, por la boca de la doctora Calvin, Asimov aporta otro argumento: el ser humano nunca ha sido verdaderamente libre, siempre sujeto a conflictos y necesidades que han lastrado enormemente su desarrollo personal y social. Las máquinas, al eliminar estos factores alienantes, pueden permitir finalmente el verdadero desarrollo del potencial humano.
Asimov continuaría trabajando sobre esta idea en todo su ciclo de Trantor. Por una parte, la psicohistoria de Hari Seldon, es una manifestación de este impulso racionalista de establecer un gobierno tecnocrático. Y más concretamente, la supervisión de la humanidad a cargo de las máquinas es la idea central de la evolución del personaje de R. Daneel Olivaw.
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