Edificios en la ciencia ficción
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Tradicionalmente la ciencia ficción ha hecho un énfasis especial en la ciencia y la tecnología, que han sido a menudo el motor principal de la historia. De esta forma, aunque la arquitectura y los edificios han sido también tratados por los autores, lo han sido principalmente como elementos escénicos. Pero, incluso en este caso, los autores han sabido elaborar ideas interesantes.
Los comienzos de la ciencia ficción se vieron muy influenciados por la vanguardias artísticas. De entre todas ellas, la que dejó más huella fue el futurismo, que surgió en Milán 1909. En 1910 se firmó el Manifiesto del Futurismo, y uno de los personajes que firmó este manifiesto fue Antonio Sant'Elia, arquitecto milanés que publicó el Manifiesto de la Arquitectura Futurista.
Tabla de contenidos
Los edificios como escenarios:
Los edificios que podemos ver en las obras de ciencia ficción son muy diferentes, dependiendo de la obra. Obviamente, las construcciones de una obra distópica como Blade Runner serán muy diferentes de las de una aparente utopía como Gattaca.
Utopías:
Muchas de las primeras obras de ciencia ficción, especialmente las anteriores a la Segunda Guerra Mundial eran claramente utópicas. Imaginaban que la ciencia y la tecnología traerían progreso y bienestar. Su optimismo estaba justificado: eran los tiempos anteriores a la era nuclear o al peligro de la polución.
Los edifcios de estas obras tenían una alarmante tendencia al art decó, no en vano se inspiraban en rascacielos como el Empire State o el Chrisler Building, que brotaban en Nueva York.
Sin embargo, los escritores de Space Opera no tenían tiempo de describir las edificaciones en sus obras, y el cine era algo todavía demasiado primitivo para permitirse el lujo de los escenarios que obras así habrían necesitado. Por esta razón el recuerdo de estos edificios y su imagen de futuro ha quedado plasmado principalmente en las portadas de las revistas pulp como Astounding o Amazing Stories.
Quizá el ejemplo más claro de este futuro con sus edificios, sus ciudades y sus transportes sea la exposición Futurama que la General Motors presentó en la gran exposición de 1939.
Pese a todo, ecos de este futuro han rebotado hasta nuestros días en obras como Sky Captain y el mundo del mañana o El continuo de Gernsback.
Pero la utopías no son exclusivas de los años '30 y principios de los '40 y en 1997 se estrenó Gattaca. Aunque el mundo que describía no era precisamente utópico, el aspecto de los edificios y la comodidad de las viviendas sí lo era.
Distopías:
Las distopías han sido siempre escenarios muy atrayentes para los autores del género, pero los tratamientos que se han dado han sido muy diferentes y, por lo tanto, las edificaciones que aparecen en ellos también.
Uno de los primeros ejemplos es Metrópolis, de Fritz Lang. En 1927 el director alemán imaginó una ciudad de hermosos edificios en los que habitaban las clases altas, mientras que en el subsuelo los proletarios vivían en condiciones infrahumanas trabajando en las máquinas que mantenían en funcionamiento la ciudad (algo que recuerda a los eloi y a los morlocks de La máquina del tiempo de H.G. Wells.
Aunque esta obra tan temprana quizá deba ser considerada una excepción. Como ya se ha dicho, la idea imperante en los años '30 y buena parte de los '40 fue la de un futuro utópico.
En 1949 George Orwell publicó 1984, libro en el que lanzaba una dura crítica a la política estalinista. En consecuencia los escenarios de este libro recuerdan a la U.R.S.S.: enormes edificaciones de aspecto monumental albergan edificios oficiales e instituciones mientras la gente vive en condiciones infrahumanas en edificios proletarios mal equipados, con instalaciones que no funcionan, sucios destartalados...
Algo similar imagina Anthony Burgess en La naranja mecánica. En este libro, ambientado también en una inglaterra comunista, las condiciones de vida no son tan miserables como las de 1984, pero muestran también edificios para la gente trabajadora que, a pesar de su estado inicial, han decaído abandonados y descuidados por unos inquilinos que no han podido hacer frente al mantenimiento de sus instalaciones.
Ciberpunk:
Sin embargo, el paraiso de las distopías no llegó hasta los años '80: hablamos del ciberpunk. La importancia del aspecto visual de este subgénero es tal que incluso en las obras escritas los pisos y edificios se describan empleando a veces expresiones y metáforas demoledoras.
Pero no todo el ciberpunk es homogéneo. En él podemos encontrar grandes espacios como la casa de J.F. Sebastian en Blade Runner, un apartamento ruinoso de habitaciones amplias y espaciosas; pero tenemos también el extremo opuesto: viviendas reducidas como consecuencia de la masificación y superpoblación de las ciudades.
Ejemplo de esto último puede ser la vivienda de Douglas Quaid en Desafío total, un pequeño apartamento cuyas comodidades electrónicas (como televisores que hacen las veces de ventanas que muestran bucólicos paisajes) no pueden ocultar su reducido tamaño. Un caso más extremo, la minúscula habitación-nicho de Case en el "Hotel Barato", en Neuromante, habitaciones que también podemos encontrar en Ghost in the Shell.
El mismo "Hotel Barato" es un ejemplo de cómo el ciberpunk imagina nuevas formas para los edificios viejos. El hotel en sí no es un edificio propiamente dicho, sino un añadido a un edificio: una serie de módulos de habitaciones dispuestos en la azotea de un edificio preexistente. Estos módulos están protegidos con una cubierta metálica que se agita con el viento se accede a ellso desde la calle por medio de un ascensor exterior al edificio, pero fijado a su fachada por una estructura de bambú unida con resina epoxy.
Domótica:
Hemos mencionado ya las comodidades electrónicas del apartamento de Quaid en Desafío total. Y es que, sin duda, la domótica ha sido uno de los aspectos en los que más imaginativos se han mostrado todos los autores.
Prescindiendo de los robots humanoides que hacen las veces de criado que podemos ver en las historias de robots de Isaac Asimov, películas como El planeta prohibido o los divertidos robots sirvientes de El dormilón de Woody Allen, la ciencia ficción ha sabido imaginar una gran cantidad de electrodomésticos destinados a hacernos la vida más cómoda.
Aunque, quizá, este aspecto del futuro haya sido mejor tratado en el cine que en la literatura, especialmente cuando se trata de aparatos de imagen y sonido. No en vano las posibilidades que éstos ofrecen son muy atrayentes, ofreciendo escenas domésticas tan espectaculares las de la película Minority Report.
Sin embargo, no todas las obras plantean la domótica desde un mismo enfoque.
Para las obras utópicas la domótica es un aspecto más en el que la ciencia y tecnología pueden ayudar al ser humano a vivir mejor, a disponer de mayores comodidades y más tiempo libre. Las historias de robots de Asimov y buena parte de la literatura de la edad de oro son claros ejemplos de todo esto.
Otras obras, claramente distópicas, ven esto con diferentes ojos. Para muchas de estas obras, la mayor disponibilidad de electrodomésticos "inteligentes" no implica una mejora en el nivel de vida, sino tan sólo un abaratamiento de los precios. Esto es especialmente patente en el ciberpunk. En este subgénero la tecnología es frecuente en cada aspecto de la vida, pero también lo es la masificación de las ciudades. Un buen ejemplo podemos tenerlo en Max Headroom. En esta serie la televisión es omnipresente pero, aunque tengan televisión, muchos viven en la calle o en miserables caravanas estacionadas en solares vacíos.
La domótica es, pues, un elemento de doble lectura.
Edificios emblemáticos:
Muchos edificios han acabado siendo elementos icónicos de una obra. Un ejemplo de esto lo tenemos de nuevo en Blade Runner y su emblemática pirámide Tyrell.
Arquitectura ficción:
Pero algunos autores han ido más allá y han hecho de la Arquitectura misma un elemento de especulación.
No se trata sólo de los grandes edificios que se ven en películas como Yo, robot, sino de conceptos más avanzados como el de las arcologías. Éstas son estructuras que han evolucionado a partir del concepto de reacacielos, pero dotándolo de un mayor nivel de autonomía. Así, las arcologías reúnen en sí usos residenciales, comerciales y hasta industriales, reciclan el agua, tienen fuentes de producción de energía...