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''[[R.U.R. (Robots Universales de Rossum)]]'' ([[Karel Capek]], 1920)
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Aunque muchas veces se asume erróneamente que la [[ciencia ficción]] es un género orientado a realizar predicciones sobre el futuro, en realidad sus posibilidades para la fábula moral lo hicieron un vehículo idóneo para la crítica social, superando y sustituyendo con frecuencia a la [[sátira]]. Por tanto, no es nada sorprendente que, ya desde las postrimerías del siglo XIX podamos encontrar obras de ciencia ficción con elementos abiertamente críticos con el modelo capitalista.
  
''[[Metrópolis (Novela)|Metrópolis]]'' de [[Thea von Harbou]] (1926) y en su [[Metrópolis (Fritz Lang)|adaptación cinematográfica]] por [[Fritz Lang]] (1927)
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[[H.G. Wells]], al igual que otros intelectuales británicos en su época, fue un socialista convencido y sus novelas, disfrazadas de especulaciones sobre el futuro, eran vehículos para expresar sus inquietudes sociales y políticas. Al igual que muchos otros intelectuales de su época, Wells abogaba por reformas radicales, si bien sus relatos estaban -al menos al principio- imbuidos de un fuerte optimismo en el progreso y en la ciencia. El ejemplo más evidente lo tenemos en ''[[La máquina del tiempo (Libro)|La máquina del tiempo]]'' (1895). A través de la dicotomía entre los Eloi y los Morlocks, Wells presenta una alegoría de la lucha de clases, muy marcadas en la sociedad victoriana de su tiempo. El aspecto monstruoso de los últimos representa la deshumanización de la clase trabajadora en el sistema capitalista, donde son considerados recursos no diferentes a animales. Los Eloi, por contra, bellos y delicados, son también inútiles, herederos de los antiguos dueños de los medios de producción que viven del esfuerzo ajeno.
  
''[[La guerra de las salamandras]]'' ([[Karel Capek]], 1936)
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En ''[[Cuando el dormido despierte]]'' (1899), Wells profundiza en esta idea del peligro, inherente al sistema, de que unos pocos hagan tal acumulación de riqueza que instauren una dictadura de facto, frente a la que solo cabe una revolución violenta.
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Sin duda, el principio del siglo XX en Europa presenta un punto de inflexión en la deriva del capitalismo productivo, asociado a las prácticas extractivistas del imperialismo. Pese al enorme crecimiento económico que se experimentaba, la diferencias sociales se habían acentuado hasta el punto de que la mayoría de la masa trabajadora vivía en una semi-esclavitud y una precariedad absoluta, por lo que no es de extrañar que el naciente género de la ciencia ficción se sumara a la avalancha de críticas al capitalismo. Un ejemplo curioso es el de la novela ''[[Estrella roja]]'' (1908), escrita por Alexander Bogdánov poco antes de la revolución rusa, donde el intelectual ruso propone una utopía socialista que implícitamente critica los fallos capitalistas.
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El checo [[Karel Capek]] fue otro escritor influenciado por las convulsiones sociales y políticas de principios del siglo XX que empleó la ciencia ficción como un vehículo para expresar sus inquietudes, en especial en torno a las problemáticas del capitalismo industrial.
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En ''[[R.U.R. (Robots Universales de Rossum)]]'' (1920) Capek imagina la creación de una raza de esclavos trabajadores, los [[robots]] (máquinas, pero capaces de sentir), que se revelan, en una clara alegoría de la explotación de la clase trabajadora y de las revoluciones violentas que se propugnaban. La obra de teatro expone los peligros de la deshumanización del trabajo, pero también describe una sociedad obsesionada con la producción y el consumo. Capek denuncia esta ilusión de progreso: La empresa de Rossum, motivada únicamente por el lucro, crea a los robots sin considerar las consecuencias de sus acciones; parece que la economía de escala y los avances tecnológicos pueden conducir a la liberación del ser humano, pero en realidad lo llevan al desastre.
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Capek era un humanista, creía en la importancia de la solidaridad y la justicia social. De nuevo en ''[[La guerra de las salamandras]]'' (1936) encontramos el mismo tema de la esclavitud, en este caso de las salamandras, destinadas a trabajos pesados como si fueran recursos materiales en lugar de seres sintientes, en alusión a las condiciones laborales de los trabajadores de la época. Además, la creciente riqueza generada por el trabajo de las salamandras no se distribuye de manera equitativa, sino que se concentra en manos de unos pocos, que acumulan poder. La demanda siempre creciente de los productos generados por las salamandras desata la avaricia de los dueños, quienes implantan una obsolescencia programada para hacer crecer la demanda aún más, mientras que el control de los medios de comunicación permite manipular la opinión pública para justificar las acciones de los poderosos... Los temas que entrelaza Capek evidencian que la élite literaria conocía muy bien los problemas del capitalismo.
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De la misma época es ''[[Metrópolis (Novela)|Metrópolis]]'' de [[Thea von Harbou]] (1926) y en su [[Metrópolis (Fritz Lang)|adaptación cinematográfica]] realizada por [[Fritz Lang]] (1927), donde son temas principales la rebelión de los esclavos trabajadores frente a las élites y la manipulación de los primeros. Al igual que las obras anteriormente mencionadas, Metrópolis es una crítica al capitalismo industrial y en especial a la separación dicotómica entre el trabajo físico y embrutecedor, alienante, y el trabajo intelectual de las élites ociosas que viven esencialmente de las rentas.
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''[[La máquina del tiempo (Libro)]]'' la escisión de la raza humana entre morlocks y eloi. ''[[Cuando el dormido despierte]]'', cómo la acumulación de capital conduce a una dictadura de facto.
 
  
Se puede hacer mención de obras en las que se presenta una sociedad utópica socialista, como ''[[Estrella roja]]''
 
  
  

Revisión de 21:38 6 sep 2024

Apuntes para construir el apartado sobre capitalismo en la ciencia ficción:

Primeros ejemplos de crítica:

Aunque muchas veces se asume erróneamente que la ciencia ficción es un género orientado a realizar predicciones sobre el futuro, en realidad sus posibilidades para la fábula moral lo hicieron un vehículo idóneo para la crítica social, superando y sustituyendo con frecuencia a la sátira. Por tanto, no es nada sorprendente que, ya desde las postrimerías del siglo XIX podamos encontrar obras de ciencia ficción con elementos abiertamente críticos con el modelo capitalista.

H.G. Wells, al igual que otros intelectuales británicos en su época, fue un socialista convencido y sus novelas, disfrazadas de especulaciones sobre el futuro, eran vehículos para expresar sus inquietudes sociales y políticas. Al igual que muchos otros intelectuales de su época, Wells abogaba por reformas radicales, si bien sus relatos estaban -al menos al principio- imbuidos de un fuerte optimismo en el progreso y en la ciencia. El ejemplo más evidente lo tenemos en La máquina del tiempo (1895). A través de la dicotomía entre los Eloi y los Morlocks, Wells presenta una alegoría de la lucha de clases, muy marcadas en la sociedad victoriana de su tiempo. El aspecto monstruoso de los últimos representa la deshumanización de la clase trabajadora en el sistema capitalista, donde son considerados recursos no diferentes a animales. Los Eloi, por contra, bellos y delicados, son también inútiles, herederos de los antiguos dueños de los medios de producción que viven del esfuerzo ajeno.

En Cuando el dormido despierte (1899), Wells profundiza en esta idea del peligro, inherente al sistema, de que unos pocos hagan tal acumulación de riqueza que instauren una dictadura de facto, frente a la que solo cabe una revolución violenta.

Sin duda, el principio del siglo XX en Europa presenta un punto de inflexión en la deriva del capitalismo productivo, asociado a las prácticas extractivistas del imperialismo. Pese al enorme crecimiento económico que se experimentaba, la diferencias sociales se habían acentuado hasta el punto de que la mayoría de la masa trabajadora vivía en una semi-esclavitud y una precariedad absoluta, por lo que no es de extrañar que el naciente género de la ciencia ficción se sumara a la avalancha de críticas al capitalismo. Un ejemplo curioso es el de la novela Estrella roja (1908), escrita por Alexander Bogdánov poco antes de la revolución rusa, donde el intelectual ruso propone una utopía socialista que implícitamente critica los fallos capitalistas.

El checo Karel Capek fue otro escritor influenciado por las convulsiones sociales y políticas de principios del siglo XX que empleó la ciencia ficción como un vehículo para expresar sus inquietudes, en especial en torno a las problemáticas del capitalismo industrial.

En R.U.R. (Robots Universales de Rossum) (1920) Capek imagina la creación de una raza de esclavos trabajadores, los robots (máquinas, pero capaces de sentir), que se revelan, en una clara alegoría de la explotación de la clase trabajadora y de las revoluciones violentas que se propugnaban. La obra de teatro expone los peligros de la deshumanización del trabajo, pero también describe una sociedad obsesionada con la producción y el consumo. Capek denuncia esta ilusión de progreso: La empresa de Rossum, motivada únicamente por el lucro, crea a los robots sin considerar las consecuencias de sus acciones; parece que la economía de escala y los avances tecnológicos pueden conducir a la liberación del ser humano, pero en realidad lo llevan al desastre.

Capek era un humanista, creía en la importancia de la solidaridad y la justicia social. De nuevo en La guerra de las salamandras (1936) encontramos el mismo tema de la esclavitud, en este caso de las salamandras, destinadas a trabajos pesados como si fueran recursos materiales en lugar de seres sintientes, en alusión a las condiciones laborales de los trabajadores de la época. Además, la creciente riqueza generada por el trabajo de las salamandras no se distribuye de manera equitativa, sino que se concentra en manos de unos pocos, que acumulan poder. La demanda siempre creciente de los productos generados por las salamandras desata la avaricia de los dueños, quienes implantan una obsolescencia programada para hacer crecer la demanda aún más, mientras que el control de los medios de comunicación permite manipular la opinión pública para justificar las acciones de los poderosos... Los temas que entrelaza Capek evidencian que la élite literaria conocía muy bien los problemas del capitalismo.

De la misma época es Metrópolis de Thea von Harbou (1926) y en su adaptación cinematográfica realizada por Fritz Lang (1927), donde son temas principales la rebelión de los esclavos trabajadores frente a las élites y la manipulación de los primeros. Al igual que las obras anteriormente mencionadas, Metrópolis es una crítica al capitalismo industrial y en especial a la separación dicotómica entre el trabajo físico y embrutecedor, alienante, y el trabajo intelectual de las élites ociosas que viven esencialmente de las rentas.


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Ciberpunk:

La década de los años 80, con el auge de las políticas liberales de Reagan y Thatcher y el cruel golpe que asestaron al bienestar de las clases medias, reveló las costuras de este modelo económico, y su critica es uno de los ejes del ciberpunk, en obras como Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Neuromante (William Gibson, 1984), Robocop (Paul Verhoeven, 1987), Max Headroom (1987)...

Snow Crash de Neal Stephenson. Un futuro donde el gobierno ha colapsado y las corporaciones controlan todo, desde la seguridad hasta la infraestructura.

Richard Morgan ha abordado temas relacionados con el capitalismo en varias de sus obras:

Leyes de mercado (2005) de Richard Morgan presenta un futuro distópico donde el capitalismo extremo y la hipercompetencia corporativa llevan a una sociedad brutal y desigual, dominada por multinacionales sin escrúpulos.

Carbono alterado: Esta novela, que es la primera de la serie de Takeshi Kovacs, presenta un futuro donde la conciencia humana puede ser transferida a diferentes cuerpos, lo que crea una sociedad profundamente desigual y dominada por las corporaciones1.

Alternativas:

Orientado más hacia el establecimiento de modelos alternativos de sociedad.

Ursula K. Le Guin en el Ekumen trata de explorar alternativas al capitalismo, proponiendo diferentes modelos de sociedad. La propia filosofía del Ekumen plantea que el compartir cultura y conocimientos de manera libre redunda en un beneficio global, contradiciendo la competencia como motor de la eficiencia, al menos en este aspecto.

Los desposeidos (Ursula K. Le Guin, 1974). Compara dos sociedades, una capitalista y otra anarquista.

La parábola del sembrador (Octavia E. Butler, 1993). En un futuro arrasado pro el cmabio climático las corporaciones tienen un poder significativo que señala una deriva hacia un nuevo feudalismo.

Robinson utiliza la ciencia ficción no solo para imaginar futuros posibles, sino también para criticar las fallas del capitalismo y proponer alternativas más sostenibles y equitativas.

Trilogía de Marte (Kim Stanley Robinson, 1992-1996)

New York 2140: Ambientada en una Nueva York parcialmente sumergida debido al cambio climático, esta novela presenta una crítica directa al capitalismo y su papel en la crisis climática.

2312. En esta obra, Robinson presenta un futuro donde la humanidad ha colonizado el sistema solar. La novela aborda temas de sostenibilidad y justicia social, cuestionando las dinámicas capitalistas que podrían surgir en una sociedad interplanetaria.

Oryx y Crake (Margaret Atwood, 2003). Explora un futuro distópico donde la biotecnología y el capitalismo extremo llevan a la destrucción de la humanidad.

China Miéville:

La estación de la calle perdido (2000): presenta una ciudad industrial distópica donde el capitalismo salvaje y la explotación laboral crean un entorno de desigualdad y opresión.

La ciudad y la ciudad (2009): explora dos ciudades coexistentes con economías divergentes, destacando la segregación y desigualdad que el capitalismo puede exacerbar en sociedades urbanas complejas.


Obras libertarias:

Si mencionamos La Luna es una cruel amante (1965) debemos señalar entonces las particularidades del liberalismo.

Existe un premio libertario, y no podriamos dejar de mencionar obras perniciosas pero influyentes de Ayn Rand:

La obra más famosa de Ayn Rand es La rebelión de Atlas (1957). En esta novela, Rand presenta su filosofía del objetivismo a través de una narrativa de ciencia ficción distópica. La historia explora temas como el individualismo, el papel del creador en la sociedad y la lucha contra el colectivismo.

Otra obra muy conocida de Ayn Rand es El manantial (1943), que también aborda el individualismo y el papel del creador.