Viajes en el tiempo
Los viajes en el tiempo (o viajes a través del tiempo o viajes temporales) son aquellos en los que un objeto o personaje es trasladado a un instante distinto del que inicialmente se encuentra (el presente), bien al pasado o bien al futuro.
Son uno de los temas más interesantes y característicos de la ciencia ficción. A nivel argumental, la posibilidad de no ceñirse a un desarrollo lineal de la historia narrada ofrece grandes posibilidades poéticas exclusivas. A nivel lógico, su interés radica en la posibilidad de viajar al pasado y alterar acontecimientos ya ocurridos, modificando así el presente y dando lugar a absurdos lógicos conocidos como paradojas temporales.
Un primer intento de salvar estas paradojas es suponer que las alteraciones de hechos sucedidos crean divisiones en la línea temporal, lo que relaciona los viajes en el tiempo con los universos paralelos, de forma que es común que una misma historia especule con ambos conceptos.
Tabla de contenidos
Posibilidad de los viajes temporales:
La primera cuestión a considerar es si, efectivamente, los viajes en el tiempo son posibles.
Según la Teoría de la Relatividad de Einstein, el espacio y el tiempo son un continuo que puede ser (y de echo es) deformado por la gravedad. Gravedades muy intensas pueden dar lugar a singularidades, regiones en las que las fórmulas de la Relatividad se vuelven inútiles y en las que no es posible conocer qué sucede. Matemáticamente, es posible unir dos de esas singularidades, dando lugar a un agujero de gusano que, teóricamente, permitiría unir dos puntos distantes en el espacio, en el tiempo o en ambas dimensiones.
Sin embargo, aún cuando las matemáticas permitan describir estos objetos, la posibilidad de controlarlos de forma deliberada se aventura muy remota, tanto desde un punto de vista tecnológico como puramente físico (las energías y aceleraciones de la gravedad relacionadas estarían muy por encima de lo que el ser humano parece poder manejar).
Pese a ello, muchos autores se han centrado en las posibilidades que ofrece la idea del viaje en el tiempo, planteándolo como hipótesis de partida de su historia (nóvum) y obviando toda dificultad técnica.
Potencialidad poética de los viajes en el tiempo:
El uso del viaje en el tiempo como recurso literario ofrece al autor diversas posibilidades poéticas.
Una vez admitido por el autor y el receptor la posibilidad de realizar viajes en el tiempo conforme a las clausulas del contrato de ficción, el autor puede decidir utilizar este recurso de diferentes maneras, algunas de ellas muy características, hasta el punto de que casi por sí mismas definen un subgénero.
Contraste entre mundos posibles:
El primer y más evidente uso es el de extraer un personaje del presente e implantarlo en otra época diferente. Con este simple recurso se consigue aproximar el protagonista al receptor, quien se identificará con mayor facilidad con un personaje de su misma época antes que con los de épocas diferentes y extrañas. El autor mostrará el mundo creado a través de este intermediador, que actuará casi como traductor. De esta manera, se refuerza el efecto especulativo que surge de comparar el mundo objetivo (la realidad que comparten autor y receptor) con el mundo creado.
Si el viaje en el tiempo propuesto es hacia el pasado, lo que por su escenario hubiera podido ser una novela histórica se transforma en una obra de especulación en la que la sociedad pasada y presente entran en conflicto en torno a los temas que el autor propone y explora con este personaje "re-ubicado". Así, en El libro del día del Juicio Final (1992), Connie Willis ataca el ideal romántico de la Edad Media al obligar al lector a vivirlo a través de los ojos de una joven contemporánea atrapada en medio de muerte y superstición.
De igual forma sucede al realizar un viaje al futuro. Al colocar este personaje extemporáneo se acrecienta el efecto de contraste y el autor dispone de una poderosa herramienta para dirigir su crítica.
Uso no lineal del tiempo:
Los tratamientos más clasicistas desarrollan la obra de manera lineal, llegando al extremo de tratarla como una única unidad temporal, como en el teatro griego. Con el surgimiento de una literatura moderna el autor trata de zafarse de estas constricciones y se desarrollan recursos narrativos como la evocación a tiempos pretéritos o el anidamiento de historias dentro de otras historias (es característico el ejemplo de Miguel de Cervantes Saavedra, con El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de 1605). De manera natural, estos recursos se estilizan hasta el flashback e incluso el flashforward.
Pero la posibilidad de efectuar viajes en el tiempo proporciona al autor una nueva herramienta para no tener que doblegarse necesariamente a la flecha de la cuarta dimensión. Por supuesto, podemos encontrar historias de corte clásico contadas de manera lineal conforme a la vivencia del protagonista, pese a saltar de época en época (Puerta al verano, Robert A. Heinlein, 1957). Pero, sobre todo en los últimos tiempos, se ha podido apreciar un uso mucho más imaginativo de estas posibilidades en obras tan interesantes como La mujer del viajero en el tiempo (Audrey Niffenegger, 2003), donde el tiempo no discurre de igual manera para todos los protagonistas, llegando a vulnerarse aparentemente la causalidad.
Algunos autores, atacando el concepto afín de universos paralelos añaden complejidad a esta propuesta con viajes a futuros divergentes (p.e. Regreso al futuro II, Robert Zemeckis, 1989), llegando a dar la vuelta de tuerca definitiva al suponer en su novum la existencia de más de una dimensión temporal por la cual trasladarse (Las vidas posibles de Mr. Nobody, Jaco Van Dormael, 2009).
La estructura resultante puede llegar a ser sobrecogedoramente bella, produciendo un efecto maravilloso absolutamente nuevo y que, como en la película de Van Dormael, estudia un sentimiento tan postmoderno como es la evitación de las decisiones y su confrontación con el concepto de inevitabilidad.
Formas en que se produce el viaje:
Como tecnología (máquinas del tiempo):
- Artículo principal: Máquina del tiempo
La forma más habitual de viaje temporal es gracias a algún tipo de tecnología que permite fabricar una máquina del tiempo, cualquiera que sea la forma que ésta adopte.
El primer relato que incluye un viaje en el tiempo es El reloj que marchaba hacia atrás, de Edward Page Mitchell, publicado en 1881, siendo también el primer relato conocido que plantea el tema de las paradojas temporales. Pocos años después, en 1887, Enrique Gaspar escribió su novela El anacronópete, escrita con forma de zarzuela y en la que aparecía el "anacronópete" que le da título, un invento que permitía viajar atrás en el tiempo.
En 1895, vería la luz La máquina del tiempo, de H.G. Wells, la primera novela que utiliza el recurso a la credibilidad científica para racionalizar el modo de viajar. En este relato el viaje temporal -hacia el futuro- no era más que una excusa para plantear el problema de las desigualdades sociales y la lucha de clases, mirando con preocupación hacia un futuro darwiniano. Si bien La máquina del tiempo no aborda la cuestión de las paradojas temporales, a menudo es considerada la primera novela de viajes en el tiempo debido a que su popularidad e influencia en el género sentaron las bases para este tipo de relatos.
Desde entonces ha habido muchas otras que han especulado con todo tipo de máquinas del tiempo, tantas como la imaginación de los autores ha sido capaz de dar: pequeños aparatos portátiles, vehículos, instalaciones de laboratorio que trasladan al sujeto a la época deseada (con o sin posibilidad de retorno)...
Como poder:
- Artículo principal: Poderes psíquicos
A pesar de que la ciencia ficción requiere plausibilidad, en algunas ocasiones los autores han recurrido a algún tipo de poder psíquico que permite al personaje desplazarse a otro instante.
Los poderes psíquicos comenzaron a ser habituales en la ciencia ficción de la edad de oro, debido en gran medida a la popularidad de los experimentos de J.B. Rhine, en la universidad de Duke que, antes de ser invalidados por su metodología incorrecta, parecieron dar pábulo a la existencia de dichos poderes.
Otro enfoque distinto que ha permitido valerse de los poderes psíquicos para realizar viajes en el tiempo ha sido tomarse ciertas libertades con la interpretación de Copenhague de la Física Cuántica. Según esta interpretación, una partícula puede estar en varios estados cuánticos simultáneos hasta que se realiza una medida, momento en el que colapsa la función de onda y queda fijado uno de los estados posibles.
Tomándose la libertad de considerar que es el observador consciente quien colapsa la función de onda (y no el hecho de realizar la medida en sí) se puede dotar a dicho observador de la capacidad de decidir cómo colapsa la función para moverse entre instantes de la línea temporal e, incluso, universos paralelos. Algo así podemos ver en el relato Mercado cautivo (1955) de Philip K. Dick.
Sin embargo, la mayor parte de las veces estas explicaciones se omiten. La obra acepta el poder como un hecho sobre el que no se especula y se centra casi en exclusividad en el desarrollo de la trama.
Hibernación y viajes a la velocidad de la luz:
- Artículo principal: Hibernación
- Artículo principal: Criónica
Inducir la hibernación en un ser humano mediante técnicas de criónica permitiría conservar su cuerpo en un estado de animación suspendida para ser reanimado en el futuro.
Estrictamente hablando, el caso de la hibernación no sería un viaje en el tiempo ya que no se produce un desplazamiento real del protagonista de un punto del espacio-tiempo a otro. Sin embargo, el efecto práctico es el mismo que el de un personaje que fuera enviado al futuro sin posibilidad de regreso.
De manera similar, un personaje que viaja en una nave espacial a la velocidad de la luz experimenta un tiempo subjetivo distinto: el tiempo en el exterior de la nave parece transcurrir mucho más deprisa, lo que en la práctica se correspondería a un viaje hacia el futuro. Muchos autores han utilizado este efecto, como Orson Scott Card en la Saga de Ender o Ursula K. LeGuin en el Ciclo de Hainish.
Dado que, al menos en principio, parece más plausible que la construcción de una máquina del tiempo, este método fue usado en numerosos relatos de ciencia ficción para trasladar al protagonista, generalmente un hombre del presente, a un futuro en el que se enfrentaría a una sociedad totalmente distinta.
Accidentes relativistas:
- Artículo relacionado: Agujeros de gusano
- Artículo relacionado: Agujero negro
En todos los ejemplos anteriores los protagonistas tienen un cierto tipo de control sobre el viaje en el tiempo (sea un viaje real o una hibernación al futuro). Sin embargo, en otras ocasiones el viaje no se da de forma voluntaria, sino por un accidente relacionado con algún elemento relativista.
Según la Teoría de la Relatividad, objetos extremadamente masivos como un agujero negro o un agujero de gusano permitirían unir dos puntos remotos del espacio tiempo de forma que, al menos en teoría, el viaje en el tiempo es posible a través de ellos. Si una nave espacial pasara demasiado próxima a uno de estos objetos, su elevada gravedad podría capturarla y arrastrarla a su interior donde (obviando los destructores efectos de marea) viajaría a otra época, bien pasada o bien futura.
Esta misma explicación ha sido empleada para viajar a universos paralelos, concepto íntimamente relacionado con los viajes en el tiempo.
Consecuencias de los viajes en el tiempo y conceptos relacionados:
Paradojas temporales:
- Artículo principal: Paradojas temporales
Las paradojas temporales son una de las consecuencias más interesantes de los viajes en el tiempo.
La idea básica es simple: si es posible viajar al pasado, el viajero podría matar a su abuelo antes de que conciba a su padre. De esta forma el viajero no habría nacido ni, mucho menos, viajado al pasado para matar a su abuelo... ¡pero sí lo ha hecho! De esta forma, la posibilidad de viajar al pasado abre la posibilidad a un absurdo lógico. Esta que se ha planteado es la que se denomina "paradoja temporal abierta".
Existe otro tipo de paradoja, denominada "paradoja temporal cerrada", en la que el viaje al pasado da lugar a un hecho ya ocurrido antes de realizarse dicho viaje. Por ejemplo, Philip J. Fry, el protagonista de la serie de televisión Futurama (1997) viaja al pasado y concibe un hijo con su abuela (en ese momento una atractiva jovencita). Fry es su propio abuelo, pero para ser su abuelo ha tenido que existir previamente y viajar al pasado y no ha podido viajar al pasado si previamente no hubiera sido concebido... y así en una ilación eterna.
Existen muchas formas de plantear la resolución (o no) de estas paradojas y son numerosas las obras que lo han afrontado, con mayor o menor rigor en el intento.
Universos paralelos:
- Artículo principal: Universos paralelos
Los Universos paralelos no son un concepto necesariamente unido al viaje en el tiempo, aunque sí que están relacionados.
Los universos paralelos son universos muy semejantes al nuestro, del que se diferencian por algún detalle más o menos sutil que ha alterado la historia. Obviamente, este detalle sutil puede ser la alteración causada por un viajero del tiempo que ha modificado el pasado.
De esta forma se resuelve la paradoja abierta: el viajero en el tiempo viaja al pasado, lo altera (por ejemplo matando a su abuelo) y de su alteración surge un nuevo universo en el que su abuelo está muerto y él no nacerá nunca. Sobre esta base, si viaja a su presente (el instante de partida de su viaje al pasado) viajaría a esa fecha pero en este nuevo universo en el que algunas cosas (o muchas) serían diferentes. Habría quedado atrapado en un universo en el que él no habría nacido, su mujer se habría casado con otro... Este aparentemente farragoso efecto es magníficamente explicado por el doctor Emmet Brown en la película Regreso al futuro II.
Por supuesto, los autores son muy libres de no interpretar la alteración con este rigor, siendo posibles un número elevado de viajes tanto temporales como entre universos paralelos con tramas cruzadas mejor o peor resueltas.
Transmisión de información:
La posibilidad de transmitir información atrás o adelante en el tiempo (enviar mensajes al pasado o al futuro) es también una temática común dentro de la ciencia ficción. Sin embargo, cuando se habla del subgénero de los viajes en el tiempo no se suele incluir esta temática, que se suele limitar a las obras que tratan sobre la traslación física de objetos y personas entre puntos diferentes de la línea temporal. Este es, así mismo, el criterio utilizado en esta wiki.
Al igual que sucede con el transporte de masa, la teoría de la Relatividad establece que no es posible transmitir información a velocidades superiores a la de la luz en el vacío. Para superar esta barrera, las obras de ficción han ideado diversas triquiñuelas.
La primera posibilidad para los autores es la violación directa de la Relatividad, enviando mensajes al futuro o al pasado sin abordar las implicaciones físicas que esto tenga. Los ejemplos son abundantes, especialmente en el cine, con películas como Frequency (2000) donde un extraño fenómeno radioeléctrico permite hablar a un hijo con su padre en el pasado.
En cierta forma, este también es el caso del ansible imaginado por Ursula K. Le Guin para su ciclo de Hainish, ya que la información de transmite de manera instantánea pese a las grandes distancias.
Otra idea (no enfrentada a la Relatividad) es la transmisión de información atrás en el tiempo mediante el empleo de taquiones. El taquión es una partícula subatómica no detectada todavía definida por un número cuántico con un componente imaginario. Esto implica que puede viajar a velocidades superiores a la de la luz (que sería para la partícula un límite inferior) pero, también, que puede viajar atrás en el tiempo, por lo que podría emplearse para transmitir mensajes al pasado. Esto es exactamente lo que Gregory Benford imagina en Cronopaisaje (1980).
En la reedición de la serie de televisión británica Doctor Who se juega (en el sentido lúdico de la palabra) con ambos conceptos. El Doctor puede manipular teléfonos móviles para darles cobertura universal y permitirles llamar al pasado o al futuro y mantener una comunicación instantánea.
Pero, curiosamente, existe también un gusto notable por recibir mensajes provenientes del futuro de manera mucho más... convencional. Es el caso de El coleccionista de sellos (César Mallorquí, 1996), novela en la que se puede enviar cartas al pasado o al futuro simplemente arrojándolas en un buzón, o la película Señales del futuro (2009), donde los escritos aparecen en una caja que había sido enterrada años atrás.
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