High-Rise

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High-Rise
Ficha técnica
Título original: High-Rise
Nacionalidad: Reino Unido y Bélgica
Estreno 1: 13 de septiembre de 2015
Duración: 119 min.
Ficha artística
Dirección: Ben Wheatley
Guión: Amy Jump, basado en la novela Rascacielos de J.G. Ballard
Producción: Productora: Recorded Picture Company, British Film Institute, Film4
Fotografía: Laurie Rose
Música: Clint Mansell
Reparto: Tom Hiddleston, Luke Evans, Sienna Miller, Elisabeth Moss, Jeremy Irons...
Información suplementaria
Otros datos:
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

Ben Wheatley (2015)

El argumento:

El doctor Robert Laing acaba de mudarse a un apartamento en la planta 25 de un nuevo rascacielos de 40 plantas que pretende ser autosuficiente. Hay un gimnasio, piscina y spa en la planta 30, un supermercado en la 15 y un cómodo sistema de eliminación de basuras centralizado. En las plantas superiores, más soleadas, los apartamentos son más caros y en la planta 40 vive el propio arquitecto (inequívocamente apellidado Royal) quien posee un enorme jardín en la terraza donde pasta un hermoso caballo.

Royal pretende que el diseño de su edificio sea un "crisol" para una nueva sociedad mejor, pero Laing pronto percibe que las tensiones entre los diferentes estratos sociales (estratos verticales, de hecho) están lejos de desaparecer y que él, como un miembro de la clase media (piso 25) no se siente completamente integrado entre los pisos inferiores ni aceptado en los superiores.

La película:

La obra de Ballard, especialmente el ciclo iniciado con La exhibición de atrocidades (1970), seguido magistralmente por Crash (1973) y La isla de hormigón (1974) y cerrado con Rascacielos (1975), se caracteriza por una exploración de la deshumanización de la sociedad y la alienación del individuo debido a la irrupción de la modernidad, de la tecnología; en este caso, ejemplificado en los rascacielos.

El encorsetamiento de los instintos y la desensibilización ante la injusticia y la violencia (en la película, brevemente vislumbrado en segundo plano a través de la presencia de la televisión) abocan al individuo a ciertas patologías. Tenemos una pista muy evidente de que la película se va a mantener fiel a este aspecto de la obra de Ballard desde el inicio, donde el protagonista se nos presenta manchado de sangre y desastrado, en un ambiente que parece postapocalíptico, asando una pierna de perro que equivocadamente creíamos que había rescatado. De aquí, en flash-back, saltamos tres meses al pasado, cuando el moderno edificio al que Laing acaba de mudarse parecía perfecto, limpio, eficiente.

La disonancia entre las promesas de bienestar que la modernidad va a proporcionar y la realidad de la vida en los inquilinos del edificio, especialmente entre las clases bajas, es el detonante del malestar, encarnado magistralmente en el personaje de Wilder (Luke Evans) cuyo apellido, nuevamente, no lleva a equívocos. En respuesta, el desprecio y la prepotencia de las clases superiores añade más leña al fuego, y la competición entre los estratos (por demostrar quién se divierte más) degenera rápidamente en salvajismo, rompiendo las aparentemente firmes ataduras de los instintos.

Sexo y violencia, y específicamente violencia sexual contra las mujeres que puede inducir, erróneamente, a sospechas de misoginia. Pero no, en el dibujo de Ballard/Wheatley nadie, ni siquiera el protagonista, ni siquiera los niños, nadie queda bien parado: todos los personajes están “rotos” y todos cometen atrocidades, cada uno en la medida de sus posibilidades.

Arquitectura:

Películas tan dispares como, por ejemplo, Mallrats (Kevin Smith, 1995) o La terminal (Steven Spielberg, 2004), totalmente desconectadas de la ciencia ficción, contienen elementos que denuncian la patología social de estas macro-aglomeraciones humanas, propias del ciberpunk. Sin embargo, en pocas ocasiones, quizás nunca como en ésta, la arquitectura centra una parte importante de la obra. O mejor dicho, la denuncia a la arquitectura brutalista, la crítica a algunos preceptos (o a la desviación de los mismos) de la arquitectura de vanguardia del siglo XX, personificados en Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o la Bauhaus.

Un edificio racional para vivir, la optimización del desarrollo vertical, el vehículo privado como el modo de interacción entre los edificios; del apartamento al ascensor, del ascensor al coche, del coche al trabajo...

En High-Rise el edificio es protagonista, aparte de ser el escenario absoluto.

Ciencia ficción retrofuturista:

Por su manera de abordar la influencia de la tecnología en la sociedad, especialmente por su vocación prospectiva al examinar el lado oscuro y poco evidente de esta tecnología omnipresente, el rascacielos de Ballard es un edificio de ciencia ficción.

Cuando la novela fue publicada, en 1975, el futuro distópico vaticinado por el autor era en realidad el presente más inmediato que, en cierta medida, ha quedado desmentido (y en cierta medida, confirmado) por el devenir de los acontecimientos. La obra original sería complicada de adaptar a los nuevos tiempos, a ciertos aspectos de cómo ha evolucionado la sociedad en estos cuarenta años, y especialmente a cómo enfrentar ciertas garantías en los servicios, uno de los pocos aspectos claramente positivos de nuestra sociedad de consumo. Hoy en día no sería verosímil un edificio que se queda sin suministro eléctrico o sin agua, y aún sería más impensable el que los inquilinos afectados pensaran en elevar una protesta en vez de exigir sus derechos ante un juez.

El director resuelve esto con un ingenioso juego de retrofuturismo, al ambientar la película en ese futuro imaginado por Ballard en 1975. No hay teléfonos móviles ni ordenadores personales, la moda y los coches son de los años setenta, así como la excelente selección musical, que incluye dos versiones del S.O.S. de ABBA (publicado en 1975), bien con un cuarteto de cuerda a cargo del excelente Clint Mansell, bien en una versión trip-hop del grupo británico Portishead, lo que en sí mismo es un interesante rasgo de ficcionalidad.

Premios:

Finalista:

  • 2015: Festival Internacional de Cine de Toronto: Premio Platform
  • 2015: Festival Internacional de Cine de San Sebastián: Concha de Oro a mejor película
  • 2015: Premios BIF (British Independent Film) (4) a mejor guión, actor (Tom Hiddleston), actor de reparto (Luke Evans) y actriz de reparto (Sienna Miller)