Estaciones espaciales
Las estaciones espaciales (o estaciones orbitales o bases orbitales) son hábitats artificiales habitables situados en órbita alrededor de un cuerpo astronómico (un planeta o una luna).
A la estructura principal, compuesta de módulos presurizados habitables, se fijan paneles solares para la obtención de energía así como antenas, estructuras auxiliares para el montaje y acoplamiento de los módulos que la componen o para facilitar su mantenimiento o el atraque de naves espaciales (como los transbordadores o los vehículos de aprovisionamiento). En función de su tamaño y complejidad pueden estar dotadas de rotación para generar gravedad artificial (en cuyo caso la estación tomará formas cilíndricas o toroidales) aunque, a menudo, en obras de poco rigor la gravedad se obtiene por medios misteriosos rara vez explicados.
A diferencia de las naves espaciales, las bases orbitales carecen de sistemas de propulsión.
Tabla de contenidos
Las estaciones en la realidad:
Orígenes y motivos de la idea:
La idea se debe al científico ruso Konstantín Tsiolkovski que, ya en la primera década del siglo XX vaticinó que los viajes espaciales se realizarían mediante cohetes de motor químico y que serían necesarias estaciones en órbita. Sus estudios incluían la rotación para obtener gravedad artificial y el uso de ecosistemas artificiales.
Las estaciones orbitales, tal y como ya predijo Tsiolkovski, tienen un importante valor logístico y estratégico dentro de los viajes espaciales interplanetarios.
Las naves capaces de salir del pozo gravitatorio de un planeta están sometidas durante dicha salida a unas tensiones estructurales muy intensas. La reentrada atmosférica es todavía más exigente, debido a las altas temperaturas que se producen en el exterior de la nave. Estos esfuerzos convierten a estas naves en vehículos pesados y robustos, incluso para cargas útiles reducidas.
Por otra parte, las naves interplanetarias requieren, para los largos tiempos de viaje necesarios, ser capaces de transportar grandes volúmenes de agua, alimentos, sistemas de reciclaje, combustible... se trata, pues, de grandes moles que no pueden ser lanzadas desde la Tierra, sino que deben ser subidas a órbita en diferentes lanzamientos y montadas allí.
De esta forma, tenemos dos tipos de naves bien diferenciadas: grandes naves interplanetarias incapaces de entrar y salir de la gravedad de un planeta y, por otra parte, naves pequeñas y robustas capaces de subir a órbita pequeños pasajes y cargamentos y regresar a tierra.
Las estaciones espaciales serían un nexo de unión entre ambos tipos de transporte.
Cierto que, para una misión concreta (por ejemplo, el primer vuelo a Marte), lo lógico es montar la nave interplanetaria en órbita y subir a ella la tripulación, atracando directamente el transbordador a la nave. Pero en un todavía lejano futuro con diferente destinos (la Luna, Marte, la Tierra...) estas estaciones harían las funciones de intercambiadores, optimizando los tiempos y consumos de combustible.
Inconvenientes de las estaciones espaciales:
Sin embargo, este futuro resulta todavía lejano (por mucho que la ciencia ficción, en especial la ciencia ficción dura haya especulado acerca de sus ventajas, inconvenientes, y disposiciones óptimas).
Actualmente las estaxciones espaciales cumplen un papel menos utilitario, dirigido más a la investigación científica y tecnológica.
De esta forma, la principal función de las estaciones espaciales existentes es el aprendizaje de técnicas para el ensamblaje de piezas en órbita, su reparación y mantenimiento; la investigación se sistemas de reciclaje de agua, alimentos y la investigación de las respuestas del cuerpo humano a la ingravided.
Principales estaciones espaciales lanzadas hasta la fecha:
La primera estación espacial fue la estación soviética Salyut 1, lanzada el 19 de abril de 1971 y que efectuó la reentrada en la atmósfera el 11 de octubre de 1971.
La primera estación espacial estadounidense fue la Skylab. Fue lanzada el 25 de mayo de 1973 y realizó la reentrada en la atmósfera el 11 de julio de 1979. Pese a su aparente logevidad, la estación fue ocupada durante tan sólo 171 días. Como anécdota cabe destacar que tras la reentrada cayó sobre territorio australiano, por lo que el gobierno de este país impuso a la NASA una multa de 400 dólares por arrojar basura en terreno público.
La primera estación espacial permanente fue la MIR, lanzada el 19 de febrero de 1986 y que realizó la entrada en la atmósfera el 23 de marzo de 2001. Se trata, sin duda, de la estación más emblemática, debido a su caracter de pionera y a lo tumultuoso de sus últimos años de vida. Su construcción y mantenimiento sentó las bases de la colaboración entre los EE.UU. y Rusia, colaboración que ha sido fundamental para la costrucción de la ISS y que se prevé todavía más necesaria para la conquista de Marte.
Actualmente se encuentra en órbita la Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés), la mayor estructura jamás montada en órbita (450 tn. y 837 m3 habitables). Fue lanzada el 20 de noviembre de 1998. Su reentrada se preveía para 2016, pero ha sido prolongada hasta 2024.
Además, China tiene en órbita la Tiangong 1 (parte de un programa más amplio) y existen planes por parte de compañías privadas para poner en órbita hoteles orbitales (si bien esto en unas fases demasiado prematuras; el turismo espacial es aún ciencia ficción).
Las estaciones espaciales en la ciencia ficción:
La primera estación espacial de la ciencia ficción es la de The Brick Moon (1869), de Edward Everett Hale, continuada en Life in the Brick Moon (1870). Se trataba, como su nombre indica, de una luna hecha de ladrillo y lanzada desde la Tierra con sus habitantes dentro.
En 1955, en la película La conquista del espacio (1955), de Byron Haskin, donde podemos observar la llegada de un cohete desde la Tierra hasta las inmediaciones de una estación espacial a la que sus ocupantes llaman "La rueda", una estructura cuya utilidad principal es la de proporcionar una gravedad artificial que permite a sus ocupantes moverse con comodidad.
Una estación espacial es también el escenario de Solaris (1961), llevada al cine en dos ocasiones, en 1972 por Andrei Tarkovkij y en 2002 por Steven Soderberg. Sin embargo, en la novela original de Stanislaw Lem se puede intuir que la base científica no es de tipo espacial, sino más bien una especie de plataforma que flota a no mucha distancia de la superficie del inmenso oceano que es el planeta.
En 1968 llega a las pantallas 2001, una odisea espacial. En esta película podemos ver de nuevo una nave espacial, un transbordador llegando a una "rueda", escenas similares a las de La conquista del espacio. La fuerza de las imágenes de Stanley Kubrick, con el Danubio azul de fondo haciendo que la base y un trasbordador parezcan bailar es una de las grandes secuencias de la historia del cine. Las imágenes de esta estación, su curvatura y la rotación dejan claro que su objetivo es servir de intercambiador a los vuelos tripulados a la Luna, disponiendo para ello de cafetería y cabinas de teléfono, como las actuales estaciones de autobús o tren.
En 1983 se publica Estrella roja, órbita invernal de William Gibson, relato que tiene lugar en una estación espacial soviética que va a ser abandonada. En ella vive el coronel Korolev. Sin embargo, Korolev lleva muchos años en órbita; sus huesos se han descalcificado y no puede volver a la Tierra. El abandono del mantenimiento de la estación por parte de la URSS significa su muerte.
Es necesario mencionar Babylon 5, serie de televisión cuya acción transcurre en la estación que le da nombre, un cilindro de ocho kilómetros de longitud que genera gravedad por rotación y en el que conviven humanos y extraterrestres.
Tampoco puede dejar de mencionarse la aparición estelar de la estación rusa MIR en la película Armageddon (1998), como punto indispensable de abastecimiento para el viaje y que, tras años en funcionamiento resulta destruida por maniobras inadecuadas de la tripulación estadounidense.
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