Diferencia entre revisiones de «Paul Atreides»

Revisión de 12:00 27 may 2008

Paul Atreides es el protagonista de la novela de ciencia ficción más aclamada de todos los tiempos, Dune, de Frank Herbert. Aparecerá también en el resto de libros de la primera trilogía original, aunque paulatinamente irá cediendo protagonismo en favor de su hijo, Leto.

En esquema, el desarrollo del personaje ideado por Herbert no difiere demasiado de las aventuras de cadetes espaciales que proliferaban durante la edad de oro. Un Paul adolescente que siempre se ha sentido “especial” debe enfrentarse repentinamente a duras pruebas que le encamina a ser un héroe doloroso.

Paul de Caladan:

Esta es la primera etapa por la que pasa el personaje. Paul, como heredero del Duque Leto, ha recibido una formación excepcional en todas las disciplinas humanas, mostrando además una gran habilidad para desarrollar talento en todas ellas. Es un gran espadachín, podría ser un buen mentat, su inteligencia y sus sentidos son despiertos y están entrenados y aguzados.

Pero, inevitablemente, tiene que llegar el fin de este mundo casi idílico en el que se siente rodeado por el aprecio de sus maestros y el amor de sus padres. Una traición dentro del Imperio llevará a la destrucción a la casa de su padre y Paul deberá huir al desierto fremen junto con su madre para salvar la vida. Es el inicio de una tragedia casi griega, donde el hijo debe vengar al padre-rey asesinado.

Kwisatz Haderach:

Antes incluso de que se desarrolle esta tragedia, nos iremos enterando de que Paul no es un adolescente normal que ha sido bien entrenado. Las Bene Gesserit llevan desde hace siglos desarrollando una labor de selección genética para dar con el Kwisatz Haderach, el varón con poderes de presciencia para quien el futuro será una imagen evidente, alguien con un poder como no se ha visto nunca, y una importantísima herramienta para ellas, quienes tienen unos importantes poderes de videncia, pero que no son absolutos como esperan que lo sean en esta especie de semidiós.

Lanzado a la influencia de Arrakis y la melange, los sentidos de Paul se irán avivando, despertando sus poderes dormidos. Paul, decidido a vengar a su padre, se servirá de estos poderes para trazar un plan que le lleve indefectiblemente a la reconquista del planeta.

Tenemos ya a un adolescente, en un sentido no sólo biológico, sino en el más amplio de un ser humano con un profundo sufrimiento interno, que adolece, que además tiene conciencia de ser diferente, que experimenta importantes cambios en su cuerpo (como todo adolescente) y que descubre finalmente que posee un poder oculto con el que doblegar a quienes le hacen daño (el sueño de todo adolescente).

Muad'Dib:

Este es la mejor aportación a un personaje hasta el momento evidente. Herbert no se limitó ha confeccionar la típica novela de Space Opera, con héroes y poderes asombrosos. A través de los fremen, Arrakis y Muad'Dib nos ofrecerá todo un contexto nuevo, inusitado y perfectamente engarzado, donde la política se interna tan profundamente en todas las relaciones entre los personajes y los poderes que representan que parece que todos ellos han desarrollado una paranoia persecutoria.

Muad'Dib es en realidad un líder religioso, un Mesías para los fremen. Introduce aquí el autor la religión como un poder político, no sobrenatural, algo muy importante de diferenciar. La Dama Jessica, madre de Paul, detecta inmediatamente entre las historias y leyendas de este pueblo las semillas de un mito religioso deliberadamente sembrado en la población para facilitar su manipulación futura. No existen mesías verdaderos, no en el sentido trascendental, sino que son una invención creada por las Bene Gesserit, un recurso que correctamente manipulado les puede proporcionar poder en el futuro, cuando extiendas sus lazos al propio planeta. Jessica sabe ver esto y sin dudarlo decide utilizarlo en beneficio propio, en beneficio de su hijo en realidad, para sobrevivir en medio de una sociedad a la que no pertenecen.

Jessica manipula las leyendas, haciendo que los fremen identifiquen a Paul y sus poderes de Kwisatz Haderach como el esperado Muad'Dib, un Mesías al estilo judío que les llevará a la sublevación y victoria frente al Imperio y que convertirá el desértico Arrakis en un vergel de agua.

Paulatinamente, el mismo Paul se irá identificando cada vez con los fremen y con su papel mesiánico, asumiendo finalmente que es efectivamente el Kwisatz Haderach y también Muad'Dib, sustituyendo su ansia de revancha por una aún más dolorosa misión.

Siendo capaz de ver perfectamente el futuro, encontrará lo que inevitablemente se debe hacer. En realidad, esta facultad es una puesta en escena grandiosa de la psicohistoria inventada por Asimov y Paul no es muy diferente en sus funciones del casi también omnisciente Hari Seldon.

Paul y Seldon ven el futuro y la amenaza de barbarie o destrucción para la raza humana. Asimov, al final de sus Historias de robots determina que para que la raza humana siga progresando debe abandonar sus mundos natales y expandirse. Igualmente, Paul comprende que la humanidad, tras su guerra con la máquinas, se ha estancado y que debe reanudar su infatigable conquista.

La diferencia entre ambos personajes (y autores) es que mientras que la visión de Asimov es racional, casi científica, la de Herbet es visceral. Para asegurar el triunfo de la humanidad, Muad'Dib debe casi destruir el presente, debe lanzar un guerra santa que impulse mediante el fanatismo religioso a expandirse, propagar, evolucionar…

Una visión terrorífica y dolorosa que Paul asume con una conciencia torturada.

Predicador ciego:

Finalmente, Paul, abatido por las intrigas palaciegas, cansado de la continua lucha política, asqueado en definitiva de su papel de semidios, se retirará al desierto para morir. Parecería este el final del personaje, pero Herbert lo rescata poco después, cuando el protagonista ya en el dios-emperador, su hijo Leto II, mediante la figura de un predicador ciego que se enfrenta al Imperio.

Un ciclo completo para un magnífico personaje que evoluciona de forma prodigiosa, sobrecogedora.