Salgarismo
El salgarismo es la tendencia a explayarse en alguna circunstancia explicativa o descriptiva en medio de la acción narrativa. Se aplicaba a cierto defecto habitual en las novelas de Emilio Salgari y luego muy común en otras novelas de corte histórico, consistente en detener el relato para introducir acotaciones históricas o, incluso, para desarrollar un ensayo de manera encubierta. Se trata, por lo tanto, de un tipo de digresión que, como tal, puede entorpecer el ritmo natural de la narración.
El término se adjudica a Umberto Eco, quien lo utiliza en sus "Apostillas a El nombre de la rosa", explicando cómo trata de evitar este vicio y lo sustituye por otro recurso más apropiado, la preterición.
Si bien el salgarismo se concibe como un defecto propio de la novela histórica, defectos similares son fáciles de detectar en abundancia en cierto tipo de literatura de ciencia ficción. Al igual en la novela histórica, el autor que ha imaginado todo un mundo ficticio propio y desconocido para el lector, siente la necesidad de proporcionarle a éste cierta información clave, bien sobre aspectos del mundo imaginado (en el caso de la ciencia ficción maravillosa) bien sobre la tesis de la novela (en el caso de la prospectiva).
En general, este defecto se suele achacar a una falta de habilidad del autor para proporcionar la información adecuada al lector de manera natural.
Algunos términos sinónimos de salgarismo que se vienen utilizando en algunos círculos son info dumb (en inglés, una gran cantidad de información de contexto suministrada de una sola vez) y su adaptación al español como infoxicación, de connotaciones ambas claramente peyorativas.
Los autores a veces optan por disimular un tanto esta exposición haciendo uso de algunas herramientas.
Por ejemplo, el empleo de personajes en el espectro del autismo permite aprovechar la frecuente hiperfocalización de estos en los detalles o su pasión por profundizar de manera poco convencional en temas concretos para suministrar o acentuar información de manera naturaliza, contribuyendo, en apariencia, a la creación del personaje.
En otras ocasiones, cierto tipo de salgarismo es casi una marca propia del autor. Es el caso de Stanislaw Lem, capaz de extenderse durante largos capítulos en aspectos aledaños a la acción. Por ejemplo, en el primer capítulo de Solaris (1961), después de entrar en contacto con el doctor Snaut y descubrir que Gibarian está muerto, Kelvin se retira a su cuarto y, como método para calmar sus nervios, decide leer la Historia de Solaris, de los autores ficticios Hughes y Eugel. Habiendo empezado la novela en un "in media res" que pretende desorientar al lector para transmitir parte del desconcierto del protagonista, esta digresión aporta el contexto que Kelvin ya posee.