Narrador no confiable

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Un narrador no confiable es un narrador, habitualmente en primera persona, cuya credibilidad es cuestionable. Se pueden encontrar sinónimos equivalentes como narrador sospechoso, narrador no fiable, etc.

El término fue sugerido en 1961 por Wayne C. Booth en La retórica de la ficción, aunque su uso se remonta a los mismos inicios de la literatura.

Ciertas formas de narrador no confiable se han convertido en una seña de identidad en obras postmodernas que tratan de incorporar a la narración la sensación de que la verdad no puede ser conocida de manera objetiva debido a que necesitamos de un intermediario para conocerla.

Tipos de narradores no fiables:

Este tipo de narradores suelen expresarse en primera persona, aunque pueden encontrarse ejemplos en segunda o tercera persona. Podría hacerse una primera distinción entre narradores que intencionadamente pretenden engañar a su interlocutor frente a otro tipo de narradores (más interesantes para el postmodernismo) que distorsionan la historia sin proponérselo.

En el primer grupo (narradores deliberadamente no confiables) podemos encontrar personajes como el pícaro (que trata de ofrecer una versión ventajosa de sí mismo) o el mentiroso (que engaña para conseguir algún fin concreto).

En el segundo grupo (narradores involuntariamente falsos) tendríamos al loco y al ingenuo. El primero nos ofrecería una versión distorsionada de la realidad pero real según su perspectiva, mientras que el segundo (típicamente, un niño) malinterpretaría aspectos de la realidad al carecer del conocimiento suficiente del mundo.

Pueden existir narradores de carácter ambivalente entre ambos grupos, como el denominado tipo de el payaso, una mezcla entre el loco y el pícaro.

Narradores no confiables en ciencia ficción:

El narrador no confiable de tipo mentiroso es profusamente usado en la novela policíaca, por lo que sus equivalentes en ciencia ficción, como el ciberpunk, utilizan este recurso como parte habitual del género, a veces con exceso, para ilustrar la poca fiabilidad de una sociedad que ha desvalorizado al individuo. Un caso estimulante, no obstante, es el de Neuromante (William Gibson, 1984), donde los narradores no confiables de muy diverso tipo se suceden uno detrás de otro: Molly oculta detalles a Case (un tipo de mentiroso por omisión), Armitage se descubre que ni siquiera sabe cuál es su verdadera personalidad (el loco), y, por encima de todos, Wintermute manipula a todo el grupo, crea historias falsas y esconde el verdadero objetivo de todas sus maniobras, siendo el mentiroso por excelencia.

Algunas de las novelas más fascinantes de las últimas décadas se construyen enteramente sobre narradores no confiables que suministran una historia en la que finalmente es difícil deslindar qué es real y qué es ficción dentro de la ficción. Tenemos, por ejemplo, La afirmación (Christopher Priest, 1981) La casa de hojas (Mark Z. Danielewski, 2000) o, en España, Arañas de Marte (Guillem López, 2017).

La Nueva Ola británica, valedora de un giro de los intereses de la ciencia ficción hacia la psicología de los personajes y la odisea interior, se interesó mucho por el narrador no confiable involuntario, aquel que ve distorsionada la realidad. Lo podemos encontrar en gran parte de la obra de Christopher Priest, pero también como una figura importante en algunos relatos de J.G. Ballard como Notas hacia un colapso mental (1976) o, de manera aún más elaborada, en Respuestas a un cuestionario (1985), en el que la complicidad del lector contribuye a insertar la duda sobre lo narrado.

En otros medios, series recientes de ciencia ficción han utilizado el narrador no confiable para insertar intriga en la narración o posicionar al espectador en una posición ambigua y crítica ante lo narrado, como en Maniac (2018), que deliberadamente juega con la realidad percibida, o Mr. Robot (2015) o Undone (2019), en las que se pone en entredicho al narrador al sugerir una enfermedad mental.

Ejemplos de narradores no confiables en segunda y tercera persona, como personajes destinados a engañar al protagonista (y sólo de manera indirecta, al espectador), los podemos encontrar en obras de gran desarrollo, como las exitosas series El cuento de la criada (2017) o The Boys (2019). En ellas, el protagonista cambiará su percepción de la situación y de toda la realidad a medida que estos narradores no confiables vayan siendo desenmascarados. En ambas series, es interesante señalar que un poderoso narrador no confiable resulta ser la maquinaria publicitaria al servicio del poder, algo que lo emparenta con las grandes distopías y, muy especialmente, con el narrador no confiable supremo, el Gran Hermano de 1984 (George Orwell, 1949).