Gatos en la ciencia ficción
- Nota: Este artículo se refiere al felino. Para otros usos ver Gato.
El gato es un animal doméstico de la familia de los felinos, de pequeño tamaño y que acompaña al hombre desde hace más de nueve mil años.
Es un animal de domesticación más difícil que el perro dado su carácter más egoísta e independiente. Por otra parte, tiene una mirada inquietante con un iris que cubre todo el ojo, pupila vertical y sus ojos brillan en la oscuridad. Esto, unido a sus hábitos nocturnos, sus movimientos silenciosos y su velocidad y agilidad extremadas, les da una apariencia y comportamiento elegantes e inquietantes.
Curiosamente, los gatos, más que ningún otro animal terrestre, han tenido una especial significación en las historias de ciencia ficción. Por una parte, es bien conocida la afición de alguno de los principales autores a estos animales; por otra, sirven como elementos que añaden detalle a la personalidad de alguno de los protagonistas, o bien desempeñan ellos mismos un papel importante en la trama (el tópico del gato en la nave espacial es ya todo un clásico del género).
Autores y gatos:
A veces, los gustos personales de los autores son los que determinan que estas mascotas aparezcan en sus obras, como una especie de homenaje o demostración de cariño.
Así, es especialmente relevante el caso de Robert A. Heinlein, quien incluyó gatos en varias de sus novelas y relatos. Heinlein admiraba profundamente a este animal, por su independencia y orgullo, y así queda demostrado en obras como Puerta al verano (1957); pero también en las anécdotas que cuentan otros autores que le conocieron, como Asimov o Clarke. Philip K. Dick llegó incluso a retratar la notable atención que dedicaba el americano a los felinos en un cuento cómico, Araña de agua (1964).
Heinlein no es el único caso; también Andre Norton sentía afición por estos animales y murió rodeada de sus gatos.
Además de Heinlein muchos otros autores han dado un papel de importancia a los gatos. En la serie de televisión Enano Rojo (1988), uno de los cuatro compañeros iniciales es precisamente el descendiente de una primera gata preñada introducida en la nave tres millones de años atrás. Esta gata, llamada Frankenstein, se salvó del accidente que acabó con la tripulación y su descendencia pobló las bodegas de la enorme nave.
Otra nave repleta de gatos es el nave sembradora que pilota el gordinflón Tuf en la novela de George R.R. Martin, Los viajes de Tuf (1985). En este caso, la manada de gatos sirve para caracterizar rápidamente a Tuf como excéntrico y poco sociable, a semejanza de la tradicional ancianita que vive rodeada, claro, de gatos y horroriza al vecindario.
De alguna forma, los autores estiman que naves y gatos pegan bien, y gran parte de culpa puede tenerla la película de Ridley Scott, Alien, el octavo pasajero (1979), donde el gato de la teniente Rippley es uno de los pocos supervivientes y protagoniza dos escenas para el recuerdo. Una, la tensión y el primer plano de la cara del gato cuando detecta al horrible alienígena asesino; y la segunda aquella en la que Rippley, irracionalmente, decide volver a rescatar a la mascota.
En cierta forma, Me pareció ver un lindo gatito (1998), de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez, es un homenaje a aquella película, aunque en el divertido cuento de los españoles se añaden otros detalles y el propio gato tiene una relevancia mayor, casi protagonista.
Mujeres gato:
Pero, aunque se puede rastrear la pista de muy diversos gatos por las páginas y las imágenes de una gran cantidad de obras, el icono por excelencia que ha traído al gato al protagonismo -sobre todo de las pantallas- es el de la mujer gato o chica gato.
Sensuales y muy femeninas, suelen resultar un estereotipo fácil de identificar, muy abundante en la Space Opera, donde es rara la nave de exploradores o saqueadores espaciales que no cuenta entre sus filas con una hembra que coincida con estas características.
Chiana en Farscape (1999) es quizás una de las últimas chicas gato extraterrestres, cuya historia se remonta a los mismos principios del pulp y la serie B, como lo atestiguan documentos como Las mujeres gato de la Luna (1953).
Por supuesto, no hace falta haber nacido en otro planeta para ser o convertirse en una felina con dos largas piernas. De hecho, una de las más antiguas mujeres gato es Catwoman, la gata de DC protagonista de películas como Batman Returns (1992), gata ladrona que también ha dado origen a toda una estirpe de atractivas asalta museos.
Sean exóticas extraterrestres, avezadas ladronas o producto de la Ingeniería genética como la protagonista de Dark Angel (2002), conservan todas ellas ciertas características comunes que las hace fácilmente identificables: independientes y egoístas como los gatos, pero también manipuladoras y seductoras, con tendencias al lujo, la cleptomanía y el flirteo.
Podemos apreciar aquí una visión de la mujer muy ambivalente, en la que se remarca su veleidosidad y su voluptuosidad. Algo que no ocurre con los escasos hombres gato, que suelen mostrarse mucho más viriles y agresivos, tendentes más bien al pecado de orgullo.