Gattaca
Gattaca | |
---|---|
Ficha técnica | |
Título original: | Gattaca |
Nacionalidad: | EE.UU. |
Estreno 1: | 7 de septiembre de 1997 |
Duración: | 106 min. |
Ficha artística | |
Dirección: | Andrew Niccol |
Guión: | Andrew Niccol |
Producción: | Danny DeVito |
Fotografía: | Slawomir Idziak |
Música: | Michael Nyman |
Reparto: | Ethan Hawke, Uma Thurman, Alan Arkin, Jude Law, Loren Dean, Gore Vidal, Ernest Borgnine |
Información suplementaria | |
Otros datos: | Diseño de producción: Jan Roelfs Vestuario: Collen Atwood |
Imdb: | Ficha en Imdb |
Notas: | |
|
Andrew Niccol (1997)
Tabla de contenidos
Introducción.
En un panorama cinematográfico en el que los efectos especiales parecen ser argumento suficiente para una película y los buenos guiones brillan por su ausencia Gattaca aparece como un pequeño oasis de buen cine completamente ignorado por el gran público.
Un vestuario y una fotografía cuidada suplen una carencia de efectos digitales, ausentes no por la austeridad de los medios, sino por un manifiesto deseo del director que delega en un inconmensurable Idziak la tarea de hacer de la película un ejercicio estético de primer orden.
El planteamiento de Gattaca es una vuelta a los esquemas básicos de la ciencia ficción. La película recoge un tema de interés en el mundo que vivimos y lo traslada a un futuro hipotético con el fin de poner de manifiesto los diferentes aspectos del objeto de debate: la manipulación genética.
Las premisas: "En un futuro no muy lejano..."
En un futuro no muy lejano los seres humanos son creados a partir del genoma de sus padres, cuyo ADN es seleccionado con el fin de obtener lo mejor de cada uno de ellos.
No es una eugenesia absoluta como la de Un mundo feliz de Aldous Huxley; los niños del mundo de Gattaca son auténticos hijos de sus padres. Sin embargo han sido manipulados para eliminar cualquier posible rastro de imperfección, como podrían ser la miopía, la calvicie, el alcoholismo, el cáncer o, incluso, la violencia.
La película nos muestra una sociedad aséptica y ordenada donde la contaminación ha desaparecido, las energías son renovables y no hay motivo para suponer violencia o delincuencia. Nos encontramos en la antesala de un mundo aparentemente perfecto. Pero esta perfección ha sido obtenida a costa de cualquier vestigio de humanidad. Los personajes de Gattaca son fríos; sus relaciones, asépticas...
En el mundo de Gattaca uno no puede escapar a sus genes. Por supuesto, la marginación es ilegal (se denomina genomismo) pero un análisis de substancias orgánicas (no siempre legal) es la llave final que abre o cierra las puertas al futuro de cada uno. De forma un tanto irónica, en el mundo de Gattaca el hombre es marginado, de forma perfectamente racional, por la propia ciencia.
En este orden de cosas la casta más marginal del sistema es aquella formada por quienes han sido concebidos de forma natural. En un mundo de hombres y mujeres casi perfectos, estos seres, conocidos como "Hijos de Dios", son relegados a las tareas inferiores a causa de sus imperfecciones.
La historia.
El protagonista, Vincent, es un individuo que decide luchar por un sueño. Desde que era niño ha soñado con alcanzar las estrellas. Por eso su objetivo es entrar en Gattaca, la base desde la que se lanzan los cohetes que viajan a otros planetas con el fin de investigarlos. Pero Vincent es un "Hijo de Dios", por lo que su sueño está por encima de sus posibilidades.
Con el fin de superar esta situación Vincent debe unir su vida a la de otra persona: Gerome. Gerome es genéticamente perfecto pero que ha caído en desgracia. Un accidente lo encadena a una silla de ruedas. De esta forma surge entre ambos una extraña simbiosis. Vincent cuida de Gerome y lo mantiene en el alto nivel de vida al que se ha acostumbrado. A cambio, Gerome le presta su cuerpo: restos de pelo, análisis de orina y de sangre que permiten a Vincent luchar por alcanzar las estrellas.
Vincent se ha convertido en lo que se llama un "Escalón prestado"
¿Ficción?
Todo esto que nos parece tan lejano no lo es tanto. La investigación del genoma humano, recientemente catalogado al completo, es la puerta que abre la cura a una gran cantidad de enfermedades, pero que permite también investigar de forma inquietante nuestro interior.
Hace ya algunos años que el Reino Unido prohibió la utilización de análisis genéticos a la hora de contratar seguros de vida o de enfermedad, y sin embargo, el hecho de que se haya tenido que prohibir muestra lo cerca que estamos de que sea una realidad.
Y, sin embargo, si podemos evitar que nuestros hijos sufran hemofilia, cáncer o miopía, ¿por qué no hacerlo? El hombre ha luchado siempre en contra de la enfermedad, buscando una cura para sus males. ¿Dónde está, entonces, el límite?
Los hombres y mujeres de Gattaca son más sanos, más fuertes, viven mejor. La película trata el tema sin emitir ningún juicio, simplemente mostrando las posibilidades que ofrece la ciencia. No cae en la tentación fácil de criticar los avances negando las ventajas de cualquier posible progreso. Gattaca se limita a mostrar, dejando todo juicio en manos del espectador.
¿Qué es el hombre?
En cierto modo la película hace hincapié en un problema mucho más básico: ¿Qué somos en realidad? El hombre, el ser humano, ¿es tan solo su código genético o es algo más?
El protagonista lucha con todas sus fuerzas por lograr aquello que, se supone, le es inalcanzable. Esta lucha por lo imposible es el motor de la película. No sólo es el argumento principal de la historia, sino también de muchos de los pequeños sucesos que ocurren a lo largo de la misma: Vincent cruzando una carretera pese a que su miopía le impide ver los coches, Gerome subiendo por la escalera de caracol, pese a la parálisis de sus piernas...
A lo largo de toda la película se plantea esta duda, que va más allá de toda investigación científica. ¿Es el hombre una máquina más, medible, cuantificable? ¿Se puede definir un estándar humano, definir un hombre ideal del cual todos los demás no son sino aproximaciones cuantificables? ¿Somos un porcentaje respecto a un ideal dado o somos algo más?
Vincent parece negar esta posibilidad. Su lucha y su esfuerzo le permiten romper los límites que se le han asignado de manera totalmente científica. ¿Acaso esos límites habían sido mal definidos o es que el error es la simple idea de considerar al hombre como algo que puede ser objetivamente medido?
La fotografía.
Gattaca es también un ejercicio estético. Esto se demuestra en el exquisito cuidado de una fotografía impecable. Idziak elabora a partir de unos pocos ingredientes una delicia que no se puede disfrutar plenamente encerrándola en la pequeña pantalla.
Líneas puras de hormigón cruzan la pantalla de lado a lado. Los exteriores nos sorprenden con imágenes de edificios de apariencia geométrica (algunas escenas han sido rodadas en el Marin County Civic Center de Lloyd Wright). Los mismos materiales de los decorados son fríos e impersonales. El vidrio y el hormigón elaboran una arquitectura racional y funcional dentro de la cual el hombre se mueve como una máquina mas, deshumanizado hasta el punto de que el propio vestuario parece querer borrar cualquier rasgo de individualidad.
Y sin embargo, cuando ya creíamos haber captado las normas estéticas de este mundo, la historia se torna sobre aspectos más personales de los protagonistas. Idziak cambia la escala cromática. Los negros, azules y blancos son reemplazados por ocres y la propia película parece haber sido rodada en sepia.
La fotografía parece reforzar, y de hecho refuerza, la imagen que el director quiere darnos del mundo que ha creado. Los lugares públicos son tan pulcros, limpios y asépticos como sus habitantes, cuyas relaciones son correctas hasta la frialdad más absoluta. Los personajes se mueven con una elegante disciplina que va más allá de lo humano. La fotografía de la película lo demuestra en la pureza geométrica de las líneas, en los colores, en el marcado perfil que separa las luces de las sombras... Los ambientes son minimalistas: muebles de metal o de madera clara sin ningún tipo de ornamento, paredes blancas o de hormigón, grandes cristaleras que dejan pasar la luz del sol a raudales, barandillas de acero cromado...
Pero va, incluso, más allá.
Me gustaría subrayar la imagen de la escalera de caracol en la casa que comparten Vincent y Gerome. La estructura de la escalera recuerda la doble helicoide del ADN. Es, a su manera, un símbolo de todo lo que la película parece querer contarnos. No es, por eso, de extrañar que aparezca de forma recurrente en las escenas que ocurren en el interior de la casa.
Y es que Gattaca está llena de referencias: nombres como Cassini (uno de los mayores investigadores de Saturno, destino del viaje de Vincent), episodios que reproducen el argumento principal, elementos arquitectónicos que asemejan el ADN... El mismo nombre, G-A-T-T-A-C-A está formado por las letras que identifican las bases que forman nuestro ADN. El título de la película, que es el nombre del centro donde Vincent lucha por llegar a las estrellas, está escrito con el mismo abecedario que nuestro código genético. En los títulos de crédito, estas mismas letras aparecen remarcadas en negrita. Son todas estas referencias una de las muchas cosas que hacen de Gattaca una de las mejores películas de los últimos años.
Un retorno a la ciencia ficción clásica.
Independientemente de todo esto, la estética que rodea la película es sorprendente desde el momento en el que el futuro parece ser un paso atrás. En un futuro donde la violencia ha sido erradicada y el hombre es creado a imagen de sus deseos, los trajes, los coches... todo parece recordar la estética de las películas y series de ciencia ficción de los años cuarenta, la edad de oro de la ciencia ficción.
He nombrado al principio a Asimov, y no ha sido de forma casual. La estética de la película recuerda sus mejores relatos y casi sorprende no encontrarnos con alguno de los robots que pueblan sus sagas.
Los automóviles no son las máquinas futuristas que imaginamos hoy en día, sino unos modelos que a nuestros ojos parecen sacados de un museo y cuya única innovación respecto a los coches de los años cuarenta es el sonido eléctrico de los motores. Los personajes visten con elegantes trajes por la calle (no es raro ver a hombres llevando sombrero) y en sus casas llevan chalecos y pantalones de pinzas. La misma cocina de la casa de Vincent niño parece sacada de un anuncio de aspiradoras de época.
El futuro de Gattaca se nos hace ingenuo. La misma Gattaca con sus cohetes que parten camino de las estrellas doce veces al día nos recuerda a las ilustraciones de portada de revistas tales como Amazing Stories o Astounding.
Sin embargo el tema sobre el que se argumenta la película resultaría incongruente en un relato de Asimov, pues la investigación genética no comenzó a resultar inquietante hasta mediados de los setenta. Igualmente incongruentes son los ordenadores de las mesas de trabajo, que sustituyen a la supercomputadora MultiVac de los relatos de Asimov.
Y sin embargo su influjo estético está presente de forma ineludible. El mundo de Gattaca es el sueño hecho realidad de un niño que creció leyendo revistas baratas (las llamadas pulp). No es, sin embargo, un sueño ingenuo.
Los personajes.
La pureza de las líneas y la frialdad de los caracteres no debe engañarnos. Los personajes de Gattaca son complejos.
Una de las razones que hacen el mundo de Gattaca tan inquietante es que parece ser aquello que deseamos: paz, un ambiente puro, salud... Y sin embargo sentimos que dificilmente nos encontraríamos a gusto en él. Su perfección se basa en la eliminación de todas nuestras imperfeciones hasta convertirnos en máquinas, engranajes que deslizan entre sí sin rozamiento, sin calor ni emoción.
Los personajes de Gattaca viven en este mundo: su humanidad ha sido recortada y luchan por mantener dominados sus propios sentimientos. Saben (creen saber) cuánto pueden dar y qué se espera de ellos, son hombres y mujeres que viven una vida programada desde niños y a los que se les ha privado de toda emoción.
El protagonista, Vincent, es un ser anómalo. Un "eslabón prestado", un fraude. Se sabe diferente desde niño, pero no se resigna a aceptar el destino que le corresponde. Lucha contra el sistema; es un inconformista, pero no un idealista. Vincent no lucha para cambiar o mejorar su mundo, sino para conseguir sus propios fines.
Fuera de esto, el personaje no experimenta grandes cambios a lo largo de la historia. Ya desde el principio nos cuenta su infancia, el porqué de su sueño inalcanzable y la resolución que dará un giro a su vida. Pero después de esto el personaje no evoluciona. El mundo lo margina y él lucha para no ser arrojado a un lado. Tiene un deseo, viajar a las estrellas, y luchará por él. Todo lo demás, incluso Irene, debe ser dejado para su vuelta.
Irene, pese a ser desde el principio un personaje mucho más simple, cambia y evoluciona mucho más que el propio Vincent. En principio se nos define como un ser más de Gattaca, frío, impersonal... Su vida ha seguido siempre los cauces establecidos y no tiene motivos para dudar. Más adelante, sin embargo, sabremos que no es tan perfecta como se ha supuesto. Su corazón sufre una anomalía que la incapacita para viajar al espacio, pero a diferencia de Vincent, Irene acepta y cumple las normas.
Cuando conoce a Vincent (ella lo conoce como Gerome, pues Vincent suplanta su personalidad) descubrimos que es capaz de amar. Sin embargo, este amor es un amor a la medida del mundo en que vive. Toma a escondidas un cabello de él (ella cree que es de él pero en realidad es de Gerome) para analizarlo y le ofrece uno de sus cabellos que Vincent rechaza.
Cuando Irene descubre el secreto de Vincent-Gerome las bases sobre las que ha construído su percepción del mundo fallan. De pronto no está todo previsto, no todo es como ella creía, y reacciona decidiéndose por su lado más humano, aquel que es capaz de sentir amor.
Gerome es, sin embargo un personaje mucho más complejo. Creado para ser superior, no acepta su propio fracaso. Un accidente lo postra en una silla de ruedas y se vuelve un ser cínico y amargado que se las arregla para mirar a Vincent por encima del hombro.
El punto de partida del personaje es más complejo que la simple obstinación de Vincent o la aceptación de Irene. Es un personaje que se sabe limitado, impedido por una lesión de columna, pero que sabe también que es genéticamente superior a cualquier otro. En el mundo de Gattaca sólo los genes cuentan, y Gerome se aferra a sus genes para no admitir su derrota.
Sin embargo, a lo largo de la película descubre que toda su perfección genética no es más importante que el tesón y esfuerzo de Vincent. Ve cómo éste es capaz, a base de sacrificio y disciplina, de llegar tan lejos como él; tal vez más. La lucha de Vincent le demuestra que hay algo más importante que el propio genoma, que la eugenesia no es sino jugar con ventaja. Ve a Vincent salir sin esa ventaja y llegar, sin embargo tan lejos como el hombre más perfecto.
De esta forma Gerome evoluciona, cambia. Hace suyo el sueño de Vincent y lucha tanto como éste por el éxito de la misión. El desprecio y el rencor con los que en un principio se dirigía a Vincent se suavizan y desaparecen, hasta el punto de que, en un momento dado de la película no puede evitar mostrar a Vincent su orgullo y admiración.
Conclusión.
Gattaca es, ante todo, una película para disfrutar; pero no es un simple divertimento cinematográfico sino que está llena de matices. Un argumento interesante, un guión sólido, personajes complejos, un buen trabajo de los actores y una maravillosa fotografía hacen de Gattaca un ejercicio de buen cine que se saborea desde un principio.
Pero, más allá del goce estético, Gattaca es un elemento para la reflexión. La ciencia avanza, muchas veces a nuestras espaldas. Gattaca es una llamada de atención, un aviso sobre las posibilidades más inquietantes (y más esperanzadoras) de una tecnología, la ingeniería genética, que avanza cada vez más rápidamente, al margen de los diversos debates éticos y morales que suscita.
No es posible ver Gattaca sin reflexionar acerca del tema que plantea y que, tal vez, sea más importante que la propia película. ¿Es ético modificar el genoma? La respuesta es clara cuando hablamos de evitar cáncer, hemofilia, sindrome de Down o muchas otras enfermedades. Pero si la modificación es ética para curar o evitar enfermedades ¿cuál es el límite de lo que consideramos enfermedad? ¿Está justificada para la miopía o para la calvicie? ¿Y para obtener una estatura correcta, ojos azules y piel clara? ¿Dónde está el límite?
Pero todo esto es algo que va más allá de este artículo.
Premios:
Obtenidos:
- 1997: Festival de Sitges: Premio a mejor película
- 1997: Festival de Sitges: Premio a mejor banda sonora original
- 1998: Festival de Gérardmer: Premio especial del jurado
- 1998: Festival de Gérardmer: Fun Trophy
- 1998: Premios Bogey en reconocimiento a su éxito en taquilla
- 1999: Premio ALSF del London Critics Circle Film al mejor guión
Finalista:
- 1998: Premios Saturn a mejor vestuario y música
- 1998: Premio Hugo a la mejor representación dramática
- 1998: Gran Premio del Festival de Cine de París
- 1998: Oscar a mejor dirección artística
- 1998: Art Directors Guild
- 1998: Globo de oro a la mejor banda sonora
- 1998: Golden Satellite a la dirección artística