La parábola del sembrador
La parábola del sembrador | |
---|---|
Autor: | Octavia E. Butler |
Otros títulos: | |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Parable of the Sower |
Revista o libro: | La parábola del sembrador |
Editorial: | Four Walls Eight Windows |
Fecha | Octubre de 1993 |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | La parábola del sembrador |
Otros datos: | |
Saga: | |
Premios obtenidos: | |
Otros datos: | |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | Ficha |
ISFDB | Ficha |
Otras fuentes | |
Notas: | |
|
Octavia E. Butler (1993)
La parábola del sembrador es la primera parte de una trilogía, continuada por La parábola de los talentos (1998), y que Octavia E. Butler dejó inacabada. Pese al reconocimiento de la obra, en España no fue publicada hasta 2019, por la editorial Capitán Swing.
Tabla de contenidos
La trama:
El cambio climático ha llevado a los Estados Unidos a una prolongada crisis económica que se complica cada año y se ha convertido en crisis política y social. Los estados sufren una continua sequía que ha hecho que el agua sea más cara que la gasolina y ha arrasado cultivos y empobrecido las tierras, provocando hambrunas y escasez que se han trasladado al resto de bienes. Esto ha disparado el desempleo, lo cual, unido a la ausencia de políticas sociales eficaces y al cada vez mayor poder de las empresas privadas, ha desposeído a millones de ciudadanos, que viven en la más absoluta pobreza, sin ni siquiera una vivienda propia. Mientras, la antes floreciente clase media, vive bajo la permanente amenaza de que un desastre mínimo le impida pagar sus facturas y termine engrosando la imparable marea de vagabundos sin techo.
La situación se agrava por la creciente incapacidad de los mecanismos del estado para mantener el orden; la policía es ineficaz y corrupta, el crimen queda impune y los ciudadanos deben abrazar la autodefensa.
La protagonista, Lauren Olamina, es una adolescente afroamericana que percibe que la sociedad se está derrumbando y que trata de advertir a su entorno de lo que se avecina, con escaso resultado.
La obra:
Butler escribió una novela que acongoja pero que no puede dejar de leerse. El lector, por los signos ficcionales, conoce a grandes rasgos los peligros que se avecinan, y no se le ahorran los horrores que trae la progresiva deshumanización de la sociedad; sin embargo, acompaña a Lauren en su viaje sin perder la esperanza -que también está suministrada por signos ficcionales desde el principio- deseando, esperando con Lauren poder salvar alguna parte, alguna persona, de ese mundo que se viene abajo.
Escenario:
Como decimos, la novela es acongojante, porque el escenario planteado es realmente muy plausible: El cambio climático está trayendo condiciones muy desfavorables a zonas que antes eran prósperas, las noticias de incendios en California y tornados en Florida muestran que estos fenómenos naturales aumentan en frecuencia y violencia. Por otra parte, la falta de mecanismos sociales en Estados Unidos es también una realidad denunciada con frecuencia, las noticias sobre ciudadanos antes solventes arruinados por facturas a las que no pueden hacer frente son casi un cliché hoy en día. Y la progresiva feudalización de la economía, el creciente poder de las compañías y la privatización de sectores que deberían ofrecer servicios públicos, es algo que no extraña a los lectores y que la propia Butler se encarga de recordar, con ejemplos concretos, que es una realidad nada lejana en el mercado laboral estadounidense.
Por supuesto, Octavia Butler escribió pensando en su país y en los peligros presentes que le amenazan; pero no resulta ocioso preguntar cuánto de esa realidad puede ser trasladable a nuestra Europa, tan social y civilizada. El cambio climático es también una amenaza, social y económica; y cómo afrontemos ese desafío, cómo de preparados nos encuentre, determinará hasta qué punto nuestra sociedad quedará dañada, si podremos salvarnos más o menos indemnes o tendremos que "abrazar el cambio", como propone la protagonista, Lauren.
Semilla terrestre:
Esta filosofía de abrazar el cambio vertebra la esperanza de la novela, que resulta ser, en algunos aspectos, un evangelio religioso. Lauren es una visionaria, una profeta. Ha visto lo que se avecina, ha visto que es inevitable, y ha entendido que hay que "adaptarse o morir". Adaptarse para sobrevivir puede significar, lamentablemente, tener que matar y robar. Pero Lauren quiere darle un mayor sentido a todo ese horror, y para ello concibe una especie de nueva religión en la que Dios es el cambio.
Como bien se encarga de puntualizar la autora a través de algunas críticas vertidas por otros personajes, esta filosofía le debe todo al budismo; pero la intención de Butler, como novelista, es bastante evidente: pretende crear una religión nueva que arrastre a la humanidad hacia un sentido, un fin. Este fin, en palabras de Olamina, es ser semilla terrestre, es decir, colonizar otros planetas, extenderse por la galaxia.
De aquí la clara necesidad de trilogía que se percibe en la obra. En ciertos sentidos, nos encontramos con un motor no muy diferente al de Dune (Frank Herbert, 1965), ejecutado de manera muy similar. Un adolescente tiene un cometido trascendental, sufrirá enormes penalidades, pérdidas, guerra, y lanzará a la humanidad a expandirse por la galaxia. Incluso, la apertura de los capítulos con extractos de una ficticia obra futura que habla del legado levantado evoca esta exitosa estructura de Herbert.
Butler plantea algunas diferencias y ventajas con respecto a Herbert, esencialmente en la cercanía de su escenario y también en la cercanía de su protagonista. Paul Atreides no deja de ser un aristócrata, un príncipe que manipula al pueblo para recuperar el poder; Lauren Olamina forma parte de la clase media, su educación no es diferente de la de cualquiera de sus lectores, su humildad y su deseo de ayudar y traer soluciones acerca su religión más a un trasunto de la primitiva religiosidad cristiana.
Hiperempatía:
Una característica importante de la protagonista que se suele mencionar muy a menudo es que sufre un síndrome, inventado por Butler, coloquialmente denominado hiperempatía. Olamina siente en sus propias carnes el dolor que ve sufrir a sus semejantes, hasta el punto de quedar incapacitada cuando alguien es herido. Esta cualidad es presentada en la novela de manera ambigua, con doble propósito. Por una parte, es un eficiente mecanismo de tensión, que pone en una situación de desventaja física y emocional a la protagonista. Para sobreponerse a este hándicap, Lauren es muy cerebral a la hora de enfrentarse a los peligros, consciente de que si es agredida su mejor opción es matar y no meramente hacer daño. Una característica que nos puede recordar fácilmente a Andrew, el reluctante protagonista de El juego de Ender (Orson Scott Card, 1985).
Por otra parte, esta cualidad de empatizar hasta el dolor es alabada en diferentes partes de la novela, y dotan a Lauren de un aura de mártir o mesías doloroso que comparte con los otros dos protagonistas adolescentes que hemos mencionado.
Visto como mecanismo literario, la hiperempatía de Lauren es un recurso dramático para facilitar al lector empatizar con ella, un aspecto más que hace de esta novela una obra que parece manufacturada para ser recibida por los adolescentes, pese a su alto contenido de sexo y violencia.
Racismo y clasismo:
No se puede dejar de mencionar tampoco estos dos ingredientes, muy presentes en la obra y de los que Octavia Butler era abanderada: la denuncia del clasismo y del racismo, especialmente en la sociedad estadounidense.
El desastre climático, verdadero novum de la obra, hace tabula rasa con estos prejuicios. Aunque, por supuesto, el clasismo y el racismo prevalecen durante el derrumbe, e incluso se acentúan. Los pueblos amurallados que se protegen del exterior son un ejemplo de clasismo, otros muchos son las frecuentes menciones a una incipiente esclavitud laboral, el trabajo por comida, la pérdida de derechos debido al endeudamiento, el odio creciente de los desposeídos hacia aquellos que aún retienen algo y la mención explícita a los fabulosamente ricos que se aíslan de la creciente barbarie exterior.
El racismo también es explícitamente mencionado: el desagrado social por las parejas mixtas, la continua referencia al color de piel de los diferentes personajes...
El pequeño grupo de supervivientes que se congregan en torno a Olamina son, por contra, de diferentes estratos (clase media, pobres, prostitutas, esclavos...) y de diferentes etnias (Olamina y algunos otros son negros, algunos blancos, incluso una mezcla de japonés negro e hispano). La superación de estas diferencias, la cooperación, la comprensión y el apoyo mutuo, es la clave de la supervivencia del grupo.
Conclusión:
Una obra que te atrapa, que se lee como novela de aventuras, pero que deja continuos momentos para la reflexión. Butler no ahorra nada del horror y de la crudeza de un colapso social (aunque no se regodea), al tiempo que la narrativa es impulsada permanentemente por una clara visión de esperanza.
Premios:
Finalista:
- 1995: Premio Nebula a la mejor novela
- 1995: Premio Locus a la mejor novela
- 2000: Premio Kurd Lasswitz a mejor obra extranjera