Homosexualidad en la ciencia ficción
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Si el tratamiento de la sexualidad en la ciencia ficción ha sido esquivo, el de la homosexualidad lo ha sido mucho más, si cabe. Obviamente, los tabús y prejuicios que rodean a esta orientación han sido siempre mucho más intolerantes. A fin de cuentas, el sexo heterosexual siempre ha estado admitido (siempre que se mantuviera dentro de lo que el decoro ordena), mientras que la homosexualidad ha sido considerada una aberración contra natura.
Tabla de contenidos
En la literatura:
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Nueva ola (desde finales de los '60):
Del mismo modo que la nueva era significó la aceptación de la sexualidad, la homosexualidad comenzó también a ser tratada con mayor naturalidad y tolerancia.
Samuel R. Delany es uno de los autores que más han indagado en la homosexualidad (sin duda, motivado por su propia condición de homosexual). Nova (1968) es la primera novela de ciencia ficción protagonizada por un homosexual. En Babel 17 aparecen también relaciones homosexuales, si bien dentro del marco de un "matrimonio" formado por una mujer y dos hombres. En Dhalgren (1975) representa múltiples formas de sexualidad y es una de las primeras obras en incluir escenas gays sexualmente explícitas.
Pero, por supuesto, Delany no es el único en tratar el tema.
En 1969 Ursula K. Le Guin publica La mano izquierda de la oscuridad, en la que aparecen unos humanos andróginos. A Genry, el protagonista, le resulta difícil asimilar la ambigüedad sexual de los guedenianos y trata siempre de asignarles un sexo determinado. El cambio morfológico que el periodo de celo introduce en ellos desconcierta a Ai. Del mismo modo que Forastero en tierra extraña, de Heinlein se convirtió en una bilbia hippy de la sexualidad, en Tiempo para amar (1973), también de Heinlein, el protagonista principal hace una dura defensa de la libertad homosexual. En Houston, Houston, ¿me recibe? (1976) James Tiptree Jr. relata una sociedad compuesta sólo por mujeres (los hombres han desaparecido) en la que el lesbianismo es totalmente común.
En Pórtico (1977), de Frederik Pohl, el sexo es algo habitual (de hecho, es una distracción frecuente durante los largos viajes) y no hay discriminación alguna hacia los homosexuales. En uno de estos viajes el protagonista se embarca con una pareja de homosexuales y si no participa en sus relaciones es porque no se siente atraído por ellos, no por rechazo o prejuicios. Pese a ello, este viaje resulta de alguna forma traumático. En las sesiones de psicoanálisis que sigue el protagonista, su terapeuta consigue extraerle recuerdos reprimidos. De estos recuerdos se sabe que para el protagonista el sexo anal es la única forma que entiende de expresar el amor.
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Medios audiovisuales:
En el cine el tratamiento de la homosexualidad ha sido mucho más escaso y superficial.
Esto, sin duda, se debe a la naturaleza del negocio del cine. Mientras que en la literatura basta un autor y un editor valientes para sacar una novela transgresora, en el cine, debido a la duración, complejidad y precio de la realización, es más difícil apostar por una empresa arriesgada.
Por otra parte, si un cierto erotismo heterosexual puede atraer al público adolescente, no ocurre lo mismo con la homosexualidad. Por esta razón es posible ver a Carrie Fisher escasamente vestida en El retorno del Jedi (escenas que constituyen todo un icono erótico) pero no hay nada análogo con un componente homosexual.
En televisión el riesgo es menor, al existir un público potencial inmenso de muy diversas características. Por otra parte, las series de televisión se pueden considerar casi como la toma del pulso de la sociedad, al ser uno de sus reflejos más inmediatos. Si una serie triunfa, se prolonga en varias temporadas. Así, el contenido de una serie de éxito marca en cierta forma la evolución del gusto de su público.
Por esto, resulta reseñable la inclusión de algunas relaciones lésbicas en ciertas series futuristas. En Dark Angel (2000), por ejemplo, la mejor amiga de la protagonista mantiene una vindicación abierta de su preferencias homosexuales y en Galáctica, en la miniserie Razor (2008), podemos encontrar como parte fundamental de la trama y de la evolución de los personajes una relación amorosa entre la almirante Cain y una número 6.
Aún así, se comprende que estos productos mantienen en su objetivo a un público fundamentalmente masculino, pues resulta casi imposible encontrar contraejemplos gays tratados con la misma naturalidad.