Grandes proyectiles

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Desde que el hombre tiró una piedra tratando de hace daño, los proyectiles mecánicos han sido la base de la mayoría de las armas.

Un proyectil mecánico basa su poder destructor en la liberación brusca de la energía cinética almacenada en el propio proyectil por el simple hecho de estar dotado de cierta masa y velocidad.

Energía cinética:

Dado un cuerpo cualquiera en movimiento no acelerado, su energía cinética es un medio de la masa de dicho cuerpo por su velocidad al cuadrado. Es decir, a igual velocidad, pero doble de masa, el doble de energía cinética. Es por esto que un proyectil de mayor calibre causa mayores daños. Pero, a igual masa y el doble de velocidad, cuatro veces más energía. Lo que explica por qué una bala es mucho más penetrante que una flecha aún pesando menos.

Funcionamiento:

Indudablemente, el mecanismo de una piedra es sencillo, pero vamos a tratar de indicar las implicaciones energéticas en el funcionamiento de los proyectiles mecánicos, sean del tipo que sean. Rocas, flechas, pequeñas balas o grandes calibres de artillería.

Primeramente, el proyectil está en reposo, con una masa dada y una velocidad igual a cero. Por lo tanto, su energía cinética es nula.

Al ser lanzado el proyectil, se aplica sobre él un impulso (fuerza ejercida por el tiempo ejercido) que confiere al proyectil una cierta cantidad de movimiento (su masa por la velocidad que adquiere). Cuando la fuerza deja de actuar sobre él, el proyectil se mueve a velocidad constante (si no tenemos en cuenta el rozamiento), con lo que ha adquirido energía cinética.

En realidad, se trata de una transformación de un tipo de energía en energía cinética:

arma mecanismo de impulso energía utilizada
piedra músculos biomuscular
flecha arco potencial elástica
bala explosión química

Cuando el proyectil choca contra el objetivo, su velocidad se reduce a cero en un instante. Toda la energía cinética almacenada en su movimiento se libera bruscamente, se transforma en otro u otros tipos de energía que se transfiere en gran medida al entorno. Energía mecánica que rompe objetos, calor, sonido...

El resultado es un cráter humeante y un cierto ruido en caso de encontrarse en una atmósfera a la que pueda ser trasferida energía para producirlo.

Mecanismo de impulso:

Como ya se ha dicho, los mecanismo ideados para imprimir velocidad a un proyectil son extremadamente diversos y casi cualquier tipo de energía que pueda ser almacenada ha sido utilizada con este fin, o por lo menos se ha especulado con la posibilidad de usarla.

  • Energía muscular: piedras u otros objetos arrojados o propulsados mediante esfuerzo muscular, aún con elementos auxiliares como lanzaderas u ondas.
  • Energía potencial elástica: arcos, ballestas, tirachinas, tiradores de muelle…
  • Energía química: armas de fuego y artillería (ni cohetes ni bombas)
  • Energía electromagnética: railgun, cañón de Gauss

Por supuesto, también es posible concebir un proyectil propulsado por energía atómica y de hecho este es el concepto que inspiraba el famoso motor Orión; pero su aplicación como arma de guerra quedaría reducido a casos muy extremos en los que se deseara algo así como arrojar una montaña al enemigo. Lo mismo sucedería con otras manifestaciones excesivamente violentas, como una aniquilación de antimateria. Teóricamente sería posible utilizar este tipo de mecanismos; pero si tenemos en cuenta la gran robustez que requiere un revolver para soportar la deflagración de una simple bala, comprenderemos que el cañón que aguante en su interior la explosión de una bomba atómica está lejos de ser práctico.

Eso sí, el resultado sería apocalípticamente sobrecogedor, un terrible y gigantesco chorro de plasma ultracaliente y ultrarrápido. Si bien, para seguir hablando de proyectiles, ese plasma no puede ser el objeto agresor, sino que debería servir de mecanismo intermedio para empujar una gran roca (por ejemplo) a semejanza del funcionamiento del motor Orión.

Proyectiles en la ciencia ficción:

No todo son láseres y chorros de plasma en la ciencia ficción. Ha habido autores que han utilizado los mucho más convencionales proyectiles para infringir tremendos daños en las filas de sus imaginados ejércitos enfrentados. Por ejemplo, Robert A. Heinlein parecía tener cierto gusto por el robusto y no tan primitivo lanzamiento de piedras.

En La Luna es una cruel amante (1966) nos presenta a los aparentemente indefensos colonos de la Luna lanzándonos enormes rocas desde su posición privilegiada. Para ello utilizaban primeramente una catapulta electromagnética que aceleraba el proyectil hasta arrancarlo de la pequeña gravedad lunar, pero luego, gracias al pozo gravitatorio de la Tierra, las “piedras” caen al planeta liberando una energía tremenda, que en principio hace a los terrícolas temer que les atacan con armamento nuclear.

Antes, en Brigadas del espacio (1959), los chinches lanzan piedras contra la Tierra y otras colonias humanas. En apariencia, en esta ocasión las piedras son lanzadas por algún tipo de alienígena adaptado para servir él mismo como cañón, por lo que ha de suponerse la liberación de algún tipo de energía bio-química. En la película de 1997 en la que se trató de adaptar la novela el guionista es mucho más fantasioso y coloca a esta especie de escarabajos-cañones gigantes lanzando las piedras desde la superficie de otro planeta. Esto sería ridículo. En la escena se puede apreciar que la roca lanzada no alcanza una gran velocidad (ni siquiera rompe la barrera del sonido) con lo que muy probablemente tardase miles de milenios en llegar a su objetivo. Tiempo que se antoja demasiado, aparte de suponer una precisión en los cálculos apabullante, sobre todo si tenemos en cuenta que la Tierra se mueve a más de dos mil kilómetros por hora.

Lanzar asteroides se puso de moda durante un tiempo y en la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson se menciona la posibilidad de utilizar velas solares con este fin. En principio, este procedimiento estaría contemplado para acercar asteroides con potencial económico (por ejemplo, asteroides de agua) a las zonas donde van a ser procesados. Pero puestos a mover grandes masas, se puede hacer que se dirijan hacia el enemigo.

Pero si bien los resultados de estas tácticas pueden ser grandiosos, los autores han solido preferir el uso de proyectiles de apariencia más sofisticada.

En Galáctica (2003), por ejemplo, se utiliza una gran variedad de proyectiles, muchos de ellos explosivos y en su gran mayoría impulsados mediante la tradicional detonación química. Los mismos Viper utilizan balas (en algún capitulo se puede apreciar problemas con la munición), pero los raider cylon utilizan aceleradores electromagnéticos, en principio más adecuados para el vacío del espacio. Curiosamente, los marines humanos utilizan también el railgun aplicado a sus armas personales y de asalto.


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