El tragaluz

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El tragaluz
Autor: Antonio Buero Vallejo
Otros títulos:
Datos de primera publicación(1):
Título original: El tragaluz
Revista o libro: El tragaluz
Editorial:
Fecha Fecha desconocida de 1967
Publicación en español:
Publicaciones(2): El tragaluz
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos:
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación [  Ficha]
ISFDB [  Ficha]
Otras fuentes Ficha en Wikipedia
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Antonio Buero Vallejo (1967)

El tragaluz es una de las obras más reconocidas del teatro de Buero Vallejo, que toma un recurso narrativo propio de la ciencia ficción para explorar cuestiones poco evidentes.

La obra tuvo una acogida muy favorable, manteniéndose en cartel casi toda la temporada.

La trama:

Unos personajes se dirigen al público informando de que este va a formar parte de un experimento durante el cual van a contemplar escenas rescatadas del pasado, en concreto, de 1967. La tecnología ha avanzado hasta el punto de poder rescatar imágenes de acontecimientos sucedidos siglos atrás, lo que permite la exploración de las vidas de quienes entonces vivieron.

En efecto, cuando la acción se inicia, asistimos a un pequeño drama familiar en el que un acontecimiento del pasado, acaecido recién acabada la guerra civil, dirige los acontecimientos al estilo de la tragedia griega. Vicente es un ejecutivo de una editorial que lucha por hacerse hueco, comiendo para no ser comido. Ocasionalmente, encarga trabajo a su hermano, Mario, quien desprecia este requerimiento que la vida moderna parece exigir para triunfar. Vicente también ayuda económicamente a sus padres, quienes viven en un semisótano. El padre, por su parte, sufre una locura, una especie de senilidad, obsesionado de manera no evidente con ese acontecimiento que ocurrió en una estación de tren y que tiene algo que ver con la muerte de una hija, apenas un bebé.

La obra:

La obra anterior de Buero Vallejo, Aventura en lo gris (1963), con cierto sabor fantástico también, tuvo fuertes problemas con la censura y sólo aguantó unos días en cartel. Esto no parece que amedrentara al autor, que en El tragaluz aborda, al menos indirectamente, las consecuencias negativas que la guerra tuvo sobre la parte más desfavorecida de la población, y hace varias alusiones en un sentido similar que resultan osadas para el contexto histórico en el que la obra se estrenó.

Tal vez el libreto pudo superar la censura porque la parte más importante de sus tesis sociales recaen sobre el artefacto narrativo introducido con la exposición de los humanos del futuro, una especie de presentadores que se dirigen y explican al público. La historia de la familia, aunque pueda estar relacionada con la guerra, parece desarrollarse engañosamente dentro de los parámetros de una tragedia convencional, casi clásica: Vicente cometió un crimen contra su familia en el pasado, el recuerdo del mismo le atormenta, y la acción se dirige hacia su castigo. Son estos personajes, Vicente, Mario, los padres... los que parecen ofrecer la verdadera representación teatral y, por lo tanto, los que parecen servir de vehículo para el mensaje de la obra. Los humanos del futuro, ecuánimes, desapasionados, se antojan un artificio extravagante, una concesión a la experimentación postmoderna.

Sin embargo, el propio Buero Vallejo afirmaría que si había algo esencial en la obra eran precisamente estos seres del futuro y su capacidad para mirar el pasado, mientras que la historia concreta de la familia podría ser sustituida por cualquier otra historia.

Tomando esta afirmación muy en serio, es fácil descifrar las intenciones poéticas del autor y comprender que la obra se ajusta con absoluta perfección a la retórica de la ciencia ficción.

El nóvum:

En efecto, en la presente obra el nóvum, esa innovación que impulsa la narración, tiene una importancia crucial, hasta el punto de que otorga el verdadero sentido a la obra.

En el futuro, un hipotético siglo XXX, los humanos han descubierto cómo investigar el pasado, rescatando imágenes que pueden ser de cualquier momento y lugar. Resulta llamativo lo similar de esta premisa con el relato de Isaac Asimov, El pasado muerto (1956), publicado en la década anterior en Estados Unidos y traducido por primera vez al español sólo unos años antes, en 1963.

De manera similar a como proponía Asimov, Buero Vallejo también supone que una invención así posibilitaría una nueva moral en la que la verdadera historia de cada persona pueda ser alguna vez conocida. Mientras que, según las premisas de Asimov, el tener esta tecnología al alcance de cualquiera supondría cambios radicales en la sociedad, desde la propuesta del español esta tecnología sirve a un propósito de una sociedad moralmente mucho más avanzada que la nuestra, que se ha propuesto rescatar la memoria de todo hombre del pasado, y no solo conocer su historia, sino comprenderla, padecer con él, asumir sus crímenes, mezquindades, alegrías y bondades como propios, como los de un verdadero igual, porque todos los hombres son importantes y hay que preocuparse de todos ellos.

El mensaje, si se piensa bien, es mucho más revolucionario que unas meras alusiones a una guerra injusta, especialmente para un régimen totalitario.

El espectador:

La adopción del hipotético punto de vista de unos humanos de un futuro lejano rinde otros frutos, además. Los investigadores del futuro, que presentan las distintas escenas rescatadas del pasado, se dirigen al público como si este formara parte también de esta sociedad del siglo XXX, lo que pretende desautomatizar las reacciones del espectador ante lo narrado. Este debe sostener simultáneamente que lo que está viendo es una historia real al tiempo que se le fuerza a participar de la ilusión de que está viendo imágenes de gente hace mucho tiempo desaparecida, juzgándolos desde un tiempo exterior. Así, el público es invitado a juzgar su propia sociedad bajo otros estándares, adentrándose en un efecto prospectivo propio de la ciencia ficción.

Teniendo todo esto en cuenta, resulta evidente que sin los mecanismos que la ciencia ficción le aporta, El tragaluz no sólo sería una obra totalmente diferente, sino que también su mensaje se encontraría muy mermado.