El gran apagón

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El gran apagón
Ficha técnica
Título original: El gran apagón
Nacionalidad: España
Estreno 7 de junio de 2016
Duración: 3 temporadas. 24 episodios de 15-30 min. aprox.
Ficha artística
Guión: José Antonio Pérez Ledo
Producción: para Podium Podcast
Reparto: Miguel Rellán, Nacho Novo, Juanra Bonet, Irene Escolar, Nacho Fresneda, José María del Río, Tina Sainz, Terele Pávez...

José Antonio Pérez Ledo (2016)

El gran apagón es una serie creada para la plataforma Podium Podcast por José A. Pérez Ledo, dirigida por Ana Alonso y con diseño sonoro de Roberto Maján. El primer episodio de la serie se publicó el 7 de junio de 2016 y el último, el octavo de la tercera temporada, el 13 de abril de 2018, coincidiendo con la efeméride del evento ficticio que es el nóvum de la serie: una tormenta solar que deja sin electricidad a todo el planeta durante meses.

Sinopsis:

Como se indica al inicio de cada episodio, el 11 de abril de 2018 se produce la tormenta solar de magnitud X9, la mayor registrada en la historia. Dos días después, el 13 de abril a las 16:46 GMT, la radiación alcanza la atmósfera terrestre y empiezan a sentirse los efectos de la tormenta geomagnética. La mayoría de los centros de transformación sufren picos de tensión que los inutilizan y el suministro eléctrico, en consecuencia, cae en todo el planeta. Con él, cae gran parte de la tecnología que mantiene en marcha nuestra sociedad: informática, internet, telecomunicaciones...

Se tardarían meses en recuperar la normalidad.

La serie narra algunos sucesos previos, lo que ocurrió durante el momento del apagón y en los meses posteriores.

La serie:

El podcast tiene formato de falso documental, realizado años después de que el mundo se haya recuperado del apagón. Las fuentes que va aportando son variadas: trozos de emisiones de radio, un podcast de internet, la caja negra de un avión siniestrado, fragmentos de entrevistas... Esto hace que en los ocho episodios de la primera temporada se despliegue una variedad de historias y personajes que conforman una obra global, con diversos puntos de vista, en la que el oyente va reconstruyendo lo que ocurrió como en un puzle.

Una parte muy importante de la serie es la conspiración política por parte de los gobiernos mundiales que debieron conocer lo que se avecinaba con al menos veinte horas de antelación, pero que no alertaron a la población. Se plantea así un interesante debate entre el derecho a la información y la precaución, entre la elección de mantener ciertas libertades individuales frente la imperiosa necesidad de seguridad de la mayoría. Si los gobiernos hubieran alertado con ese escaso tiempo de margen, la mayoría de la población no habría podido prepararse para lo que venía. Por contra, el pánico generado podría derivar fácilmente en disturbios, caos, pillaje y, en general, un amplio sufrimiento. Así pues, desde un punto de vista maximalista, los gobiernos hicieron lo correcto; pero desde un punto de vista humanista, engañaron a la población y han quedado deslegitimados.

La calidad de la serie es excelente, con un ritmo brillante y un elenco de personajes muy atractivos. La elección y dirección de los actores de doblaje deja una buena sensación, superando casi siempre la tentación o querencia natural a teatralizar en exceso un texto que -muchas veces en la ficción sonora- suele ser leído más que interpretado. Especialmente cautivadoras son las interpretaciones en la trama de los gallegos y el episodio de los sucesos en la cárcel Modelo de Bogotá. El arco protagonizado por la pareja de investigadores formada por Juanra Bonet y Miguel Rellán también tiene momentos entrañables, cuasi cómicos, lo que hacen en conjunto una soberbia primera temporada.

La segunda temporada prosigue desentramando el hilo en torno a la conspiración con cierto pulso, y lo entrelaza con una trama apenas presentada en la primera temporada, la de la secta del Sol Negro. Esta segunda temporada es, tal vez, menos vibrante o sugerente que la primera debido a que el sentido de la maravilla se ha agotado una vez que el escenario ha quedado presentado y asentado. Sin duda, lo mejor de esta temporada es la inquietante interpretación de Terele Pávez, capaz de mantener la tensión en su arco casi por sí sola. Hacia el final de la temporada, sin embargo, se renueva el nóvum y el hilo conductor de la conspiración, aspectos que serán centrales en una tercera temporada que cierra con brillantez la serie.

La ciencia del gran apagón:

Antecedentes:

Comenta Pérez Ledo que la idea de la serie surgió durante un programa de la primera temporada de Órbita Laika en 2014, el magazine televisivo de divulgación científica que dirigía y que tenía al periodista científico Antonio Martínez Ron como uno de sus colaboradores. Martínez Ron trajo el tema del origen de las auroras boreales en las tormentas solares en una de sus primeras cuñas de divulgación, mencionando en el programa el evento Carrington.

El evento Carrington de 1859 se cree que es la mayor tormenta solar registrada en la historia reciente. El 28 de agosto se pudieron observar auroras boreales que llegaron a ser avistadas en latitudes inusualmente bajas, como Cuba. Se estima que los días 1 y 2 de septiembre llegó a su pico de intensidad, produciendo fallos en los sistemas telegráficos de Europa y América. Por entonces, astrónomos como Carrington ya estaban haciendo un minucioso seguimiento de la actividad solar y pudieron determinar que desde el 28 de agosto habían estado apareciendo diversas manchas solares, y que el 1 de septiembre se produjo una inmensa llamarada que alcanzó la Tierra apenas 18 horas después. Algunas estimaciones a partir de medidas indirectas (por ejemplo, nitratos en la nieve ártica) indican que este evento fue el mayor en 500 años.

Más recientemente, el 24 de marzo de 2023, se detectó un agujero en la corona solar de unas 30 veces el tamaño de la Tierra que produjo una tormenta geomagnética con consecuencias moderadas: fluctuaciones en el voltaje de las redes eléctricas, interrupciones ocasionales en el sistema GPS, y pequeñas alteraciones en las órbitas de satélites en órbita baja.

En 2008, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó un estudio que sostenía que las consecuencias de un nuevo suceso del nivel del de 1859 podrían producir daños y pérdidas por más de 2.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) utiliza una escala de 5 niveles para clasificar la intensidad de las tormentas solares. En nivel G5 - Extremo, puede provocar fallos en las redes eléctricas, daños extensos en los transformadores, interrupciones generalizadas en las comunicaciones y la navegación por satélite, y auroras visibles en latitudes muy bajas. Este es el escenario descrito en el programa.

Radiación solar:

El viento solar es un conjunto de partículas, en su mayoría protones de alta energía, emitidos por la atmósfera solar hacia el exterior, formando una burbuja. Como se menciona en la serie, el Sol tiene ciclos de actividad que se estiman en torno a los 11 años: cada 11 años se estima que el Sol está en un punto álgido de actividad y en consecuencia, el viento solar es mayor.

Una tormenta solar, sin embargo, es un fenómeno más puntual, originado por grandes llamaradas solares en la zona exterior del Sol, la corona. Estas llamaradas se dirigen hacia el exterior de manera radial, y se elevan cientos de miles de kilómetros sobre la atmósfera solar. Si la Tierra se encuentra en el camino del chorro de partículas que se produce, se pueden producir eventos similares al de 1859.

Cuando una de estas tormentas solares alcanza la Tierra, la magnetosfera terrestre la amortigua considerablemente, al igual que hace habitualmente con el viento solar convencional. La burbuja magnética de la magnetosfera se contrae debido a la presión y reduce su radio. Si normalmente, en la zona expuesta al Sol, la magnetosfera es de unos 10 radios terrestres, cuando recibe una tormenta solar puede reducirse considerablemente en el lado expuesto, hasta tan solo 4 radios terrestres. Esto pone al "descubierto" gran cantidad de satélites que pueden estar orbitando a esas distancias, quedando sometidos a una gran cantidad de radiación.

Si bien los satélites artificiales están diseñados con grandes blindajes anti radiación (especialmente útiles cuando atraviesan los cinturones de Van Allen) es posible que un pico inusualmente alto de radiación produjera sobretensiones en los sistemas eléctricos, de manera muy similar a los efectos de una bomba de Arco Iris. Por ello, no parece descabellado suponer malfuncionamiento en muchos satélites, quizás incluso la pérdida.

En tierra, los efectos de la radiación serían mucho menores, a no ser que la explosión solar fuera de tal magnitud que fuera capaz de anular la magnetosfera terrestre. Sus efectos serían más evidentes en líneas eléctricas de larga longitud, como eran las del telégrafo. Las líneas eléctricas actuales están mucho mejor protegidas contra sobretensiones que las de entonces, por lo que podrían producirse caídas de la red, pero no son probables las averías importantes.

En resumen, aunque similar, los efectos de una tormenta solar no parece que pudieran ser comparables a los de la mencionada bomba de Arco Iris. Una tormenta suficientemente grande podría producir malfuncionamiento y averías en satélites, afectando a sistemas como el GPS y otras telecomunicaciones. Mientras tanto, en tierra podrían producirse sobretensiones que provocasen caídas de la red y averías puntuales.

A esto se suma los protocolos que la mayoría de países vienen desarrollando desde hace años para hacer frente a un evento de estas características. El comportamiento del Sol está permanentemente monitorizado y el tiempo de preparación del que se dispondría permite implementar medidas sencillas pero efectivas como el apagado de los elementos más sensibles para minimizar en lo posible estas sobretensiones.

A pesar de todo lo dicho, hay que reconocer la importancia de los antecedentes de malfuncionamiento y averías debido a tormentas solares moderadas, y que lo que pudiera realmente suceder frente a una tormenta de clase G5 según la NOAA (o X10 según el programa) queda de momento en el lado de la especulación.