Black Isle
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Autor: | Marian Womack |
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Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Black Isle |
Revista o libro: | Alucinadas |
Editorial: | Palabaristas. Colección Nube Púlsar |
Fecha | Noviembre de 2014 |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | Alucinadas SuperSonic #1 |
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Saga: | |
Premios obtenidos: | |
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Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | Ficha |
ISFDB | Ficha |
Otras fuentes | |
Notas: | |
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Marian Womack (2014)
Black Isle es un relato escrito originalmente en inglés por la gaditana Marian Womack, pero que ella misma tradujo al español para su inclusión en la antología Alucinadas.
La trama:
El relato nos traslada a un futuro en el que el ser humano ha adoptado un rol fuertemente intervencionista en el control de los ecosistemas, creando reserva de biosferas que, sin embargo, no reflejan el estado original de la naturaleza, sino que han sido ampliamente manipuladas. Especialmente, con el uso de manipulaciones genéticas, especies diseñadas en laboratorio para resistir mejor u ofrecer alguna ventaja, pero que exteriormente parecen idénticas a las que, en su día, vivían libremente allí.
El relato se inicia cuando uno de los científicos pioneros en esta tecnología es reclamado para investigar qué está ocurriendo en la primera biosfera de estas características que se creó, Black Isle. Al parecer, las águilas pescadoras, el primer pájaro exitoso que crearon, están empezando a morir en masa, supurando un líquido azul viscoso.
El relato:
Black Isle es un paraje natural magnífico y sereno, en el que la soledad y la contraposición del hombre con la naturaleza tiene un papel importante en la poética de la obra. Se trata de un escenario poco usual en la ciencia ficción, casi utópico, sino fuera por la evidente amenaza al mismo que supone el mal "funcionamiento" de las águilas. Desde el principio, Womack utiliza términos que inciden en este estatus respecto a los animales modificados: productos, diseños, error. Se introduce así el eje de la prospectiva del relato, la fatuidad del ser humano que piensa que puede manipular la naturaleza a su antojo sin consecuencias.
Sin embargo, la propuesta de la autora es más emocional que especulativa. Las imágenes que propone son evocadoras, pero, deliberadamente o no, evita entrar en el debate y oscurece la especulación sobre causas, y deja incluso intuir que es la propia naturaleza la que se revuelve contra el estado artificial a la que la someten, como si fuera un ente volitivo.
Como en muchas ocasiones, la idea del relato es sugerente y el planteamiento es interesante; pero el formato de relato no permite desarrollar una historia que requiere mayor dedicación. Ante la imposibilidad de cerrar adecuadamente, Womack ofrece un final que es más una imagen, una metáfora, y deja en el aire todas las tramas abiertas.