Viajes interestelares

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Los viajes interestelares son un caso particular de los viajes espaciales.

Los viajes interplanetarios dentro del Sistema Solar pueden ser largos, con duraciones que se extienden desde varios meses hasta unos pocos años. Pero los viajes a otras estrellas (situadas a decenas o miles de años luz de distancia) con la velocidad de la luz como límite máximo de velocidad, pueden alargarse durante siglos o milenios.

Esto invalida la posibilidad de un comercio o de una política interestelares. Sin embargo, muchas obras de ciencia ficción (especialmente dentro de la Space Opera) se han basado en estos conceptos. Para salvar los obstáculos de las leyes físicas los autores de han visto obligados a inventar conceptos como el del hiperespacio o el ansible que den algo de credibilidad a sus historias.

En cualquier caso, la viabilidad de los viajes interestelares está supeditada a la solución de las problemáticas surgidas de la combinación de las enormes distancias a recorrer y la relativamente baja velocidad de las naves espaciales.

En primer lugar sería necesario desarrollar un tipo de propulsor que permitiese elevar la velocidad hasta valores, si no cercanos, al menos comparables a la velocidad de la luz, para reducir el tiempo de tránsito hasta periodos de tiempo asimilables a escala humana. Los actuales motores químicos a reacción y algunos tipos de motores atómicos no son capaces de estas prestaciones, y sería necesario el desarrollo de otras tecnologías basadas en combustibles y propulsores más eficientes como son el motor de fusión o el de antimateria.

Ahora bien, desplazarse a altas velocidades lleva aparejados importantes problemas. El primero de ellos, el peligro de choques con materia estelar a esas altas velocidades. Chocar con un microgramo de polvo a un décimo de la velocidad de la luz libera 450 millones de julios de energía, lo que obliga a contemplar seriamente la adopción de sistemas de protección anti-choque mediante diversos tipos de escudos espaciales.

Un problema menos obvio que frecuentemente ignoran o menosprecian muchos autores es el derivado de la necesidad de maniobrar a esas velocidades. Cualquier masa en movimiento que traza una trayectoria curva (es decir, ejecuta una maniobra) experimenta una aceleración que le "empuja" hacia el exterior y que es proporcional al cuadrado de la velocidad del objeto e inversamente proporcional el radio de giro.

Incluso trazando curvas de decenas o centenas de kilómetros de radio, la tripulación de la nave experimentaría aceleraciones cientos de millones de veces superior a la aceleración de la gravedad sobre la superficie de la Tierra, lo que quebraría la reducida tolerancia biológica a la aceleración que posee el ser humano. Y aún prescidiendo de esto, quedaría el inconveniente de que no existe ningún material que ni remotamente sea capaz de soportar las solicitaciones derivadas de esta tremenda fuerza.

Alcanzar estas velocidades, aún con este tipo de motores, puede suponer un gran gasto (y coste) de combustible, por lo que sería aconsejable implementar estos propulsores con sistemas que redujesen esta necesidad, como las estatocolectoras asociadas al motor de fusión o el apoyo que supondría el velero solar o naves propulsadas por burbujas magnéticas.

Y aún resueltos estos inconvenientes de índole técnica, quedaría por superar el último escollo, de caracter psicológico y social: la duración del viaje seguiría siendo extremadamente prolongada, de decenas o incluso cientos de años, y el ser humano en muy raras ocasiones ha tenido la capacidad de organizarse socialmente para previsiones de tiempo tan grandes. Los autores de ciencia ficción han propuesto dos soluciones básicas.

La primera, hibernar a la tripulación para que no perciba el tedioso paso del tiempo ni envejezca o muera (dando fin así a la misión).

La segunda, las llamadas naves generacionales que tecnicamente no difieren del resto en ninguna de sus dotaciones (no necesitan de la hibernación) sino que se basan en la perpetuación de la tripulación mediante la sustitución de los individuos ancianos por nuevos jóvenes.

En definitiva, el viaje interestelar dista mucho de ser una realidad, pero da lugar a ingeniosas especulaciones llenas de sugerencia.

Viaje espacial

Velocidad: Baja (Velocidades no comparables a c) Alta (Velocidades superiores a un décimo de c) Supralumínica (Velocidades superiores a c)
Medio:
Uso:
  • Viajes interestelares
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