V de vendetta (Película)

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James McTeigue (2005)

Sinopsis:

Dirección: James McTeigue
Producción: Joel Silver, Andy Wachowski, Larry Wachowski.
Guión: Alan Moore, David Lloyd (comic), Andy Wachowski, Larry Wachowski (adaptación)
Música: Dario Marianelli
Fotografía: Adrian Biddle
Reparto: Natalie Portman, Hugo Weaving, Stephen Rea, Stephen Fry, John Hurt.

La película:

La acción tiene lugar en un futuro distópico. A pricipios del siglo XXI, ante la amenaza del terror, los ciudadanos confiaron en lideres y políticas que sacrificaron la libertad en favor de la seguridad. En el momento de la acción y para enfrentarse al poder del Gran Líder, el terrorismo es un medio perfectamente válido... Algo que jamás esperaríamos ver después del 11-S.

La película está basada en el cómic que Alan Moore y David Lloyd realizaron desde 1982 a 1988 a lo largo de diez números. La pretensión de incluir en el film demasiados acontecimientos reflejados en el original puede haber hecho algo de daño al ritmo de la obra. Numerosas escenas iniciales son excesivamente esquemáticas, requiriendo del espectador la asunción de clichés o el previo conocimiento del cómic, lo que contrasta fuertemente con la estética rica y cuidada que conforma el aura del personaje principal, V. El personaje que más sufre por este esquematismo es la chica, Ivy, interpretada por Natalie Portman, todo un desperdicio de sus aptitudes interpretativas.

Pero nada más hay que decir de negativo de esta obra, que en todos los demás aspectos parece haber recogido fielmente el espíritu de la novela gráfica.

V es un personaje muy teatral, al gusto de Alan Moore, interesante, enigmático, refinado y bastante perturbado, lo que no merma atractivo a su papel. Pero el protagonista de la obra no es ningún personaje en particular, ni V ni Ivy. V de vendetta se puede considerar una obra coral en la que todos desempeñan un papel de apoyo a la historia: una advertencia sobre nuestro presente.

Estamos viendo en estos tiempos que los medios de comunicación son manipulados con mayor o menor evidencia para mostrarnos un mundo repleto de peligros: armas de destrucción masiva, inmigración y terrorismo provenientes de culturas diferentes a la nuestra y que parecen odiarnos; desempleo, violencia callejera y violencia en las aulas como el paquete de amenazas internas; amenazas económicas e incluso enfermedades provenientes de paises lejanos... ¡desmembramiento del pais!

Se está sustituyendo el "estado de bienestar" con el que nos gustaba sentirnos identificados por un "estado de miedo" mediante el cual se intuye que nos están coaccionando para que cedamos parte de nuestras libertades individuales en busca de un estado fuerte que nos proteja de estos peligros con los que nos atemorizan.

Invadir un pais con la excusa falsa de que posee armas de destrucción masiva es inmoral y la ciudadanía que consiente o no castiga tal proceder participa de la inmoralidad de la acción.

Ilegalizar partídos políticos (al margen de si es legítimo o moral hacerlo) es una práctica peligrosa por el inquietante precedente que supone de limitación de la libertad de expresión.

Demonizar a los inmigrantes, minorías étnicas o religiosas puede no tener consecuencias inmediatas, incluso dudosos beneficios a corto plazo; pero ha de abrirnos los ojos: Su desaparición no traerá una época dorada de bienestar social y bonanza económica. Y entonces, ¿sobre quién recaeran las culpas? ¿quién será el siguiente? ¿Enfermos de cancer debido al tabaquismo? ¿Los desempleados? No es ninguna tonteria: la eliminación de las ayudas sociales (o de las personas necesitadas de ayudas sociales como la seguridad social o el subsidio de desempleo) ahorraría mucho dinero al Estado, y la desaparición de estos colectivos eliminaría los conflictos inherentes a los mismos.

Pero siempre habrá más conflictos, y entonces ¿quién pagará los platos rotos?, ¿quizás tú que llevas gafas, o tú con asma?

Poco a poco, imperceptiblemente, cedemos poder al Estado impulsados por el miedo, atraidos por la comodidad de que alguien piense por nosotros, de no tener que luchar. Nos diluimos en la masa. Puede que un día nos despertemos con la sensación de que nos ahogamos en medio de tanta regularización y prohibición "por nuestro bien".

El tema había sido abordado otras veces, parece esta una amenaza de la que nunca nos vamos a librar: Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932). 1984 de George Orwell (1948). Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (1950). La naranja mecánica de Anthony Burgess (1962)... Pero después de un tiempo en el que el optimismo social había apartado este tema de nuestras mentes, parece que existen personas que vuelven a ver indicios de este peligro y con su obra pretenden advertirnos.