La fiebre del heno
La fiebre del heno | |
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Autor: | Stanislaw Lem |
Otros títulos: | The Chain of Chance |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Katar |
Revista o libro: | Bezsenność |
Editorial: | Wydawnictwo Literackie |
Fecha | Fecha desconocida de 1976 |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | La fiebre del heno |
Otros datos: | |
Saga: | |
Premios obtenidos: | No se conocen |
Otros datos: | No hay otros datos |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | [{{{URL-3F}}} Ficha] |
ISFDB | [{{{URL-ISFDB}}} Ficha] |
Otras fuentes | {{{URL-OtrasFuentes}}} |
Notas: | |
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Stanislaw Lem (1976)
La fiebre del heno es una novela policiaca algo inusual, con algunos elementos de ciencia ficción.
El título original en polaco, Katar, significa algo así como rinorrea o congestión nasal, y su traducción al español como "fiebre del heno" parece más adecuada que la opción sajona de "The Chain of Chance" (algo así como cadena de casualidades). Ambos elementos, la alergia con rinitis y la casualidad, son fundamentales en la novela, muy relacionados en realidad.
La trama:
Un astronauta retirado decide ayudar en la resolución de una misteriosa serie de defunciones: turistas en Italia tomando los baños termales, todos con el mismo perfil de edad y alergias, parecen enloquecer y suicidarse, en lo que parece una serie de homicidios por envenenamiento.
El protagonista, que cumple el mismo perfil, tomará las ropas de una de las últimas víctimas e intentará reproducir sus pasos mientras es monitorizado. Sin embargo, la simulación no funciona, nada ocurre, y el astronauta decide abandonar Italia. Como última opción, viajará a París para contactar con un grupo de investigación matemática e informática, y recabar su ayuda en un caso cuyos múltiples factores parecen exceder a la capacidad humana.
La novela:
Como bien (o mal) anticipa el título en inglés, la novela gira en torno a la concatenación de casualidades, así como ciertos conceptos sobre experimentación, como la capacidad (o incapacidad) para controlar las variables y cómo en el mundo real éstas se multiplican. En un planeta superpoblado, las posibles vidas y sus azares son enormes, y la probabilidad que una cadena concreta de acontecimientos se produzca es no nula.
Se trata de un tema que Lem ya abordara en La investigación (1959), pero que permea gran parte de su obra de una u otra manera: El ser humano enfrentado a la casualidad trata de dotarla de significado; pero, con frecuencia, el azar gobierna el universo, a gran o pequeña escala, y el individuo se encuentra indefenso ante este hecho.
Hacia el final de la novela, desde el grupo de matemáticos franceses, Lem aporta una idea ya familiar en la ciencia ficción, la posibilidad de que el conjunto de la humanidad, como si fuera un gas, pueda ser estudiada a escala estadística, mencionando así el concepto de psicohistoria sin mencionar directamente al maestro Isaac Asimov.
La relación de la novela con la ciencia ficción se encuentra en detalles como este. Algo en la ambientación, con un protagonista que es astronauta desencantado con la carrera espacial, y la importancia de la modernidad, los aeropuertos, el viaje interior, lo relaciona también con la literatura que J.G. Ballard estaba desarrollando en ese mismo momento. Lem se lanza muy ligeramente hacia el futuro, apuntando algunas sombras que se adivinaban (y se adivinan), como el incremento de la preocupación por el terrorismo, la informática como herramienta de análisis, o el desarrollo de armas químicas.
En este último punto (la química como arma) Lem estaba también muy interesado, y resulta una de las piezas centrales de la novela, con escenas de enajenación que también nos recuerdan a su Congreso de futurología (1971).
En lo formal, el lector no debe esperar una novela policíaca al uso: su estructura evoluciona desde unos primeros capítulos inmersivos, con un inicio en media res, para pasar en el tercer capítulo a una exposición retrospectiva de los antecedentes que casi se prolonga hasta el mismo final. Lem construye la novela con la descripción de los casos previos que construyen el patrón de las muertes y el lector se halla en la tesitura de tratar de extraer el nexo común entre ellos, de identificar las piezas que hacen funcionar el engranaje. En ningún momento hay un sospechoso, nadie al que dirigir un interrogatorio, sólo la idea persistente de que existe un mecanismo que no se sabe accionar.
Premios:
- 1979: Grand Prix de Littérature Policière (Francia) a mejor novela extranjera