Test de Turing
El test de Turing fue desarrollado por Alan Mathison Turing (1912-1954), matemático británico pionero en la teoría del ordenador, quien propuso esta prueba en su ensayo Computing Machinery and Intelligence (1950).
Según este test, se puede decir que estamos frente a una Inteligencia Artificial cuando, al hablar con ella a través de un dispositivo que nos impida ver a nuestro interlocutor (por ejemplo una conversación en el chat), no sabemos si dicho interlocutor es o no humano.
Antecedentes:
En el Discurso del método (1637), Descartes retoma una antigua cuestión filosófica, la posibilidad de conocer otras mentes (ya estudiada por San Agustín) y le da una vuelta de tuerca bajo el prisma de al doctrina del dualismo cuerpo-alma, de la que era defensor.
Para Descartes el cuerpo humano es un mera máquina y lo que diferencia a los seres humanos del resto de máquinas (léase animales o hipotéticos replicantes) es la presencia de una mente. Pero si no podemos tener acceso directo a esas otras mentes, sino sólo indirecto (a través de los sentidos), ¿cómo podemos reconocerlas?
El propio Descartes, en la Quinta Parte del Discurso propone dos pruebas. La primera, el test del uso del lenguaje, según el cual aunque se pudiera crear autómatas que imitasen los movimientos humanos a la perfección y que respondieran frases sueltas como reacción a acciones, estas máquinas jamas podrían articular un discurso.
Vemos que aquí Descartes está proponiendo un verdadero test de Turing, al menos en su acepción más popular. Si el imitador es externamente idéntico en todo a un humano (o prescindiendo de su aspecto exterior, que al fin y al cabo es meramente mecánico), podríamos llegar a descubrir la diferencia a través de una conversación racional que implica algo más que tópicos y frases hechas.
Pero el propio Descartes propuso un segundo test, el denominado test de la adaptabilidad. En este test, Descartes asume que máquinas a imitación humana podrían realizar algunas tareas tan bien, en incluso mejor que los humanos, pues estarían diseñadas para que fuese así; sin embargo, estas mismas máquinas serían incapaces de realizar correctamente tareas para las que no hubieran sido diseñadas, no serían capaces de adaptarse.
La cuestión de qué es la mente:
En esencia, estos test son exactamente la clase de prueba propuesta por Turing. Sin embargo, el enfoque entre ambos pensadores es absolutamente diferente. Descartes se afanaba por encontrar la clave de lo que es una mente humana como algo totalmente separado del cuerpo. Los cuerpos, independientemente de su perfección, no son más que máquinas y, por lo tanto, en ellos no puede residir la diferencia entre el ser humano (el único animal que dispone de mente) y el resto.
Turing, por contra, ponía sobre la mesa la cuestión filosófica de que si un máquina realizaba este juego de imitación (The imitation game) con tal perfección que nos fuera imposible distinguirla de un ser humano, ¿cómo podríamos sostener que no era una mente similar a la nuestra?
Influencia:
El test de Turing y cómo implementarlo se ha convertido en una pieza fundamental en la filosofía de la Inteligencia Artificial y, en consecuencia, ha tenido una enorme influencia en la ciencia ficción que se relaciona con este tema, en especial con el ciberpunk.
Especialmente reseñable es el caso del test Voight-Kampff, propuesto por Philip K. Dick en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968). En cierta medida, el Voight-Kampff es un test de Turing que se quiere centrar en la imposibilidad que un hipotético androide tendría de fingir empatía. Sin embargo, hay que señalar que las pruebas propuestas por Dick se centran en provocar reacciones automáticas, algo que el propio Descartes daba ya como algo factible de imitar.