Diferencia entre revisiones de «Naves taquiónicas»

Última revisión de 13:13 3 nov 2011

Las naves taquiónicas son unas naves espaciales capaces de alcanzar velocidades mayores a las de la luz.

Tienen su origen en las elucubraciones realizadas por algunos autores en torno a la naturaleza del taquión, una hipotética partícula o tipo de materia propia de un universo simétrico al nuestro, en el cual la velocidad de la luz sería un límite mínimo (nada podría ir más lento que la luz).

La posibilidad de la existencia de los taquiones ha sido muy discutida, no se han encontrado pruebas de la misma y resultan muy improbables, entre otras cosas, por violar el principio de causalidad. Sin embargo, su exotismo ha permitido fantasear con diversas tecnologías, entre ellas aquella que premitiría el viaje a velocidades supralumínicas.

Para hacer realidad estas naves taquiónicas, los autores postulan que los taquiones no son algún tipo de partícula elemental diferente, sino un estado diferente de la materia. Así, el truco consiste en transformar a este estado a la nave espacial al completo, de modo que adoptará una velocidad mayor que la luz (más alta cuanta menor es la energía que posean las partículas), manteniéndose al margen, además, de las inconveniencias relativistas.

Parece ser que la idea es originaria de Bob Shaw quien utilizó esta triquiñuela en su novela El palacio de la eternidad (1969). Sin embargo, el autor que la expuso con mayor claridad y gracias al cual el término ha sido relativamente famoso, ha sido Gregory Benford, quien describió este tipo de naves en su novela Sudario de Estrellas (1978).

Joe Haldeman también describe en La guerra interminable (1975) unas naves dotadas con impulsores taquiónicos, es decir, que utilizan una supuesta energía taquiónica como combustible, pero que no sobrepasan en ningún momento la velocidad de la luz.