Diferencia entre revisiones de «Capitalismo»
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− | En el capitalismo ideal las decisiones económicas se toman en un mercado libre, donde la oferta y la demanda determinan los precios de bienes y servicios, sin intervención significativa del Estado u otros agentes externos. En este mercado | + | En el capitalismo ideal las decisiones económicas se toman en un mercado libre, donde la oferta y la demanda determinan los precios de bienes y servicios, sin intervención significativa del Estado u otros agentes externos. En este mercado funciona mediante la libre competencia, con un gran número de compradores y vendedores, ninguno de los cuales tiene un poder suficiente para influir significativamente en los precios. |
− | En este tipo de mercado, además, todos los participantes | + | En este tipo de mercado, además, todos los participantes tienen acceso a la misma información sobre precios, calidad de los productos y condiciones del mercado. Es decir, la información es perfecta. |
− | Siendo estas las dos características más notables, el mercado libre | + | Siendo estas las dos características más notables, el mercado libre sostiene además que los factores de producción (tierra, trabajo, capital) deben poder moverse libremente entre diferentes usos y ubicaciones con ausencia de restricciones al comercio entre diferentes países o regiones. |
Por ello, los defensores del mercado libre defienden con ardor el mínimo intervencionismo estatal, ya que atentaría contra la libre competencia e impone importantes barreras al comercio. | Por ello, los defensores del mercado libre defienden con ardor el mínimo intervencionismo estatal, ya que atentaría contra la libre competencia e impone importantes barreras al comercio. | ||
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El motor de la economía es la búsqueda de beneficios por parte de todos los participantes. Las empresas y los individuos aspiran a maximizar sus ganancias y esta dinámica, inherente al sistema, impulsa una serie de procesos y comportamientos que configuran el panorama económico y social. | El motor de la economía es la búsqueda de beneficios por parte de todos los participantes. Las empresas y los individuos aspiran a maximizar sus ganancias y esta dinámica, inherente al sistema, impulsa una serie de procesos y comportamientos que configuran el panorama económico y social. | ||
− | De nuevo en teoría, esto debería ser un incentivo para la eficiencia | + | De nuevo en teoría, esto debería ser un incentivo para la eficiencia en las empresas, para reducir costes e innovar frente a la competencia. En consecuencia, esto debería llevar a una oferta más amplia con precios más bajos, lo que beneficiaría al consumidor. Paradigmáticamente, los recursos escasos se asignarían a los sectores donde la demanda es mayor para obtener mayores beneficios. Para no descolgarse de los competidores la ganancias empresariales se reinvertirían en el desarrollo y crecimiento de las propias empresas, expandiendo la economía en una especie de guerra comercial por la excelencia. |
− | Sin embargo, esta dinámica tiene efectos que entran en conflicto con la asumida eficiencia, así como con algunos de los principios del libre mercado | + | Sin embargo, esta dinámica tiene efectos que entran en conflicto con la asumida eficiencia, así como con algunos de los principios del libre mercado, como se comprueba cuando el modelo capitalista se implementa realmente en la economía. |
− | + | == El capitalismo real: == | |
− | + | En el '''capitalismo productivo''' inicial, los capitalistas son los propietarios del capital, el dinero con el que compran maquinaria, materias primas y fuerza de trabajo (física o intelectual, en el caso de los trabajadores cualificados) de las clases trabajadoras, que venden su tiempo, fuerza física o conocimiento (y, a veces, su salud) a cambio de un salario. El esfuerzo de los trabajadores, mediante los medios de producción propiedad del capitalista, crea la riqueza, cuya venta cubre los gastos (materia prima, amortización de la maquinaria, salarios...) y genera una plusvalía que es el beneficio del que se apropia el capitalista. | |
− | + | Este modo de funcionamiento lleva, inevitablemente, a la concentración de capital: las economías de escala hacen que las empresas más grandes obtengan mayores beneficios, lo que les permite inversiones que mejoran su eficiencia y aumenten sus beneficios, permitiéndoles nuevas inversiones y crecimiento. Así, la economía de escala es el motor que hace crecer a las empresas absorbiendo el mercado de sus competidores. El mismo tamaño necesario para competir es una barrera a la entrada de nuevos competidores, por lo que el sistema desemboca inevitablemente en monopolios, salvo intervención estatal. Las disrupciones que permitan la apertura de nuevos mercados son raras y serán también aprovechadas principalmente por quienes tengan capital para invertir en ellas, con lo que el capitalismo evoluciona a una estratificación social donde el poder reside en las élites capitalistas. Esto vulnera los principios del mercado libre, ya que un reducido número de operadores retiene suficiente poder como para influir en los precios, con posibilidades de ahogar a la competencia con menos recursos mediante técnicas como el dumping. La desigualdades de poder entre el estamento capitalista y el asalariado también vulnera este principio, especialmente cuando el poder económico va asociado a poder político, mediático e incluso militar. Diversos mecanismos se han tratado de implementar para corregir estas desviaciones, las mayoría de las cuales son rechazadas por los ultraliberales por considerarlas intervencionistas. | |
− | + | En este capitalismo productivo, orientado al suministro de bienes y servicios, se suele asumir que la búsqueda de beneficios mediante la ampliación de la cuota de mercado conduce a una carrera por la competitividad. Sin embargo suele ser corriente que los participantes lleguen a acuerdos de no agresión, pactando precios, lo que detiene la mejora de productos y servicios y extrae riqueza adicional del consumidor sin contraprestación. | |
− | + | El principio de igual acceso a la información resulta ser también una premisa ideal muy alejada de la realidad del mercado, donde la información es un bien esencial. Esta defecto del sistema siempre ha existido pero que es especialmente evidente en la actual sociedad de la información. En su caso más extremo, el tráfico con información privilegiada suele considerarse un delito, aunque con muy poco frecuencia afecta negativamente a las empresas que lo practican y son descubiertas. Pero en su concepción más sencilla, el hecho de que no puede existir un acceso perfecto a la información por parte de todos los contendientes vuelve a derivar en desequilibrios negociadores tanto entre homólogos competidores como entre asalariado y patrón. Obreros incultos serán más fáciles de manipular y engañar, al igual que el manejo adecuado de la información puede inducir a los competidores a errores de apreciación que les lleve a malgastar recursos (desmintiendo la eficiencia del sistema). O, peor aún, el control de la información que no se da a conocer al consumidor de manera deliberada, o la manipulación de la información recibida, puede conducir a verdaderas catástrofes, como son los lamentables ejemplos de la industria petrolera y el plomo en la gasolina, la industria tabacalera y su relación con el cáncer, la industria petrolera y la influencia del CO2 en el calentamiento global... | |
− | + | Otro efecto indeseado pero frecuente en el capitalismo productivo actual es la externalización de los costes de producción, donde las empresas trasladan los costes asociados a ciertas actividades a un tercero en lugar de asumirlos internamente. En general, esto parece una buena idea, ya que permite la especialización y aporta flexibilidad. Sin embargo, también conlleva inconvenientes, como disminuciones del control de la calidad, problemas de comunicación (atentando de nuevo contra uno de los principios de libre mercado) y, especialmente, un elevado impacto social y ambiental, ya que dos de las principales externalizaciones son la contaminación (otro se encarga de arreglar los desperfectos ambientales que genera la empresa) y la mano de obra (lo que conduce a explotación). | |
− | El capitalismo productivo evoluciona a '''capitalismo financiero''' cuando el mismo dinero es un producto que puede ser vendido en préstamos; también las empresas se convierten en productos: su valor económico puede ser medido por el de los medios materiales que las integran, sus activos financieros, el valor de sus ventas... Sus propietarios pueden ofrecer la participación en los beneficios a quienes compren participaciones de las empresas, participaciones que pueden ser empaquetadas y vendidas... de forma que se crea un mercado de productos | + | El capitalismo productivo evoluciona a '''capitalismo financiero''' cuando el mismo dinero es un producto que puede ser vendido en préstamos; también las empresas se convierten en productos: su valor económico puede ser medido por el de los medios materiales que las integran, sus activos financieros, el valor de sus ventas... Sus propietarios pueden ofrecer la participación en los beneficios a quienes compren participaciones de las empresas, participaciones que pueden ser empaquetadas y vendidas... de forma que se crea un mercado de productos financieros: participaciones en fondos de activos de empresas... que no necesariamente producen riqueza real y pueden dedicarse a la venta y negocio de otros productos financieros. |
Al final, el capital es manejado por un grupo reducido de personas que lo acumulan y comercian con productos muy alejados de la creación de riqueza real y cuya única motivación es el mayor enriquecimiento posible en el mínimo tiempo posible, lo que inevitablemente (una vez más) lleva a la explotación de los trabajadores y a esquilmar los recursos del entorno despreocupándose del efecto de los residuos en el medio ambiente (el [[Apocalipsis ecológico|daño ecológico]] sólo puede ser evitado mediante intervención estatal, pues el tratamiento de los residuos contaminantes rara vez produce beneficios). | Al final, el capital es manejado por un grupo reducido de personas que lo acumulan y comercian con productos muy alejados de la creación de riqueza real y cuya única motivación es el mayor enriquecimiento posible en el mínimo tiempo posible, lo que inevitablemente (una vez más) lleva a la explotación de los trabajadores y a esquilmar los recursos del entorno despreocupándose del efecto de los residuos en el medio ambiente (el [[Apocalipsis ecológico|daño ecológico]] sólo puede ser evitado mediante intervención estatal, pues el tratamiento de los residuos contaminantes rara vez produce beneficios). | ||
== El capitalismo en la ciencia ficción: == | == El capitalismo en la ciencia ficción: == | ||
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El capitalismo ha sido objeto de crítica en la [[ciencia ficción]] prácticamente desde los [[Ciencia ficción primitiva|comienzos del género]]. | El capitalismo ha sido objeto de crítica en la [[ciencia ficción]] prácticamente desde los [[Ciencia ficción primitiva|comienzos del género]]. | ||
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Revisión de 20:29 5 sep 2024
El capitalismo es un modelo económico y que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y la libre competencia en la oferta de servicios. Por su funcionamiento, consecuencias e influencia en la sociedad ha sido motivo habitual de crítica en la ciencia ficción.
Tabla de contenidos
Características teóricas:
Propiedad de los medios de producción:
Los medios de producción son los recursos económicos que se utilizan para producir bienes y servicios. Son todas aquellas herramientas, maquinarias, instalaciones, materias primas, tecnología y conocimientos necesarios para transformar los recursos naturales en productos finales que satisfacen las necesidades humanas.
El capitalismo defiende la propiedad privada de los medios de producción. Contrario a lo que se suele asumir, no es el único sistema económico y social que defiende la propiedad privada. El comunismo, aunque rechaza la propiedad privada de los medios de producción, no niega la propiedad personal de bienes de consumo.
Otros sistemas, como el socialismo de mercado, también contemplan la propiedad privada de parte de los medios de producción, en función del grado de intervención estatal que postulen. En el feudalismo, por su parte, la tierra era el principal medio de producción y fuente de riqueza. Los señores feudales poseían vastas extensiones de tierra, lo que les otorgaba un control significativo sobre los recursos y la producción.
Mercado libre:
En el capitalismo ideal las decisiones económicas se toman en un mercado libre, donde la oferta y la demanda determinan los precios de bienes y servicios, sin intervención significativa del Estado u otros agentes externos. En este mercado funciona mediante la libre competencia, con un gran número de compradores y vendedores, ninguno de los cuales tiene un poder suficiente para influir significativamente en los precios.
En este tipo de mercado, además, todos los participantes tienen acceso a la misma información sobre precios, calidad de los productos y condiciones del mercado. Es decir, la información es perfecta.
Siendo estas las dos características más notables, el mercado libre sostiene además que los factores de producción (tierra, trabajo, capital) deben poder moverse libremente entre diferentes usos y ubicaciones con ausencia de restricciones al comercio entre diferentes países o regiones.
Por ello, los defensores del mercado libre defienden con ardor el mínimo intervencionismo estatal, ya que atentaría contra la libre competencia e impone importantes barreras al comercio.
Búsqueda de beneficios:
El motor de la economía es la búsqueda de beneficios por parte de todos los participantes. Las empresas y los individuos aspiran a maximizar sus ganancias y esta dinámica, inherente al sistema, impulsa una serie de procesos y comportamientos que configuran el panorama económico y social.
De nuevo en teoría, esto debería ser un incentivo para la eficiencia en las empresas, para reducir costes e innovar frente a la competencia. En consecuencia, esto debería llevar a una oferta más amplia con precios más bajos, lo que beneficiaría al consumidor. Paradigmáticamente, los recursos escasos se asignarían a los sectores donde la demanda es mayor para obtener mayores beneficios. Para no descolgarse de los competidores la ganancias empresariales se reinvertirían en el desarrollo y crecimiento de las propias empresas, expandiendo la economía en una especie de guerra comercial por la excelencia.
Sin embargo, esta dinámica tiene efectos que entran en conflicto con la asumida eficiencia, así como con algunos de los principios del libre mercado, como se comprueba cuando el modelo capitalista se implementa realmente en la economía.
El capitalismo real:
En el capitalismo productivo inicial, los capitalistas son los propietarios del capital, el dinero con el que compran maquinaria, materias primas y fuerza de trabajo (física o intelectual, en el caso de los trabajadores cualificados) de las clases trabajadoras, que venden su tiempo, fuerza física o conocimiento (y, a veces, su salud) a cambio de un salario. El esfuerzo de los trabajadores, mediante los medios de producción propiedad del capitalista, crea la riqueza, cuya venta cubre los gastos (materia prima, amortización de la maquinaria, salarios...) y genera una plusvalía que es el beneficio del que se apropia el capitalista.
Este modo de funcionamiento lleva, inevitablemente, a la concentración de capital: las economías de escala hacen que las empresas más grandes obtengan mayores beneficios, lo que les permite inversiones que mejoran su eficiencia y aumenten sus beneficios, permitiéndoles nuevas inversiones y crecimiento. Así, la economía de escala es el motor que hace crecer a las empresas absorbiendo el mercado de sus competidores. El mismo tamaño necesario para competir es una barrera a la entrada de nuevos competidores, por lo que el sistema desemboca inevitablemente en monopolios, salvo intervención estatal. Las disrupciones que permitan la apertura de nuevos mercados son raras y serán también aprovechadas principalmente por quienes tengan capital para invertir en ellas, con lo que el capitalismo evoluciona a una estratificación social donde el poder reside en las élites capitalistas. Esto vulnera los principios del mercado libre, ya que un reducido número de operadores retiene suficiente poder como para influir en los precios, con posibilidades de ahogar a la competencia con menos recursos mediante técnicas como el dumping. La desigualdades de poder entre el estamento capitalista y el asalariado también vulnera este principio, especialmente cuando el poder económico va asociado a poder político, mediático e incluso militar. Diversos mecanismos se han tratado de implementar para corregir estas desviaciones, las mayoría de las cuales son rechazadas por los ultraliberales por considerarlas intervencionistas.
En este capitalismo productivo, orientado al suministro de bienes y servicios, se suele asumir que la búsqueda de beneficios mediante la ampliación de la cuota de mercado conduce a una carrera por la competitividad. Sin embargo suele ser corriente que los participantes lleguen a acuerdos de no agresión, pactando precios, lo que detiene la mejora de productos y servicios y extrae riqueza adicional del consumidor sin contraprestación.
El principio de igual acceso a la información resulta ser también una premisa ideal muy alejada de la realidad del mercado, donde la información es un bien esencial. Esta defecto del sistema siempre ha existido pero que es especialmente evidente en la actual sociedad de la información. En su caso más extremo, el tráfico con información privilegiada suele considerarse un delito, aunque con muy poco frecuencia afecta negativamente a las empresas que lo practican y son descubiertas. Pero en su concepción más sencilla, el hecho de que no puede existir un acceso perfecto a la información por parte de todos los contendientes vuelve a derivar en desequilibrios negociadores tanto entre homólogos competidores como entre asalariado y patrón. Obreros incultos serán más fáciles de manipular y engañar, al igual que el manejo adecuado de la información puede inducir a los competidores a errores de apreciación que les lleve a malgastar recursos (desmintiendo la eficiencia del sistema). O, peor aún, el control de la información que no se da a conocer al consumidor de manera deliberada, o la manipulación de la información recibida, puede conducir a verdaderas catástrofes, como son los lamentables ejemplos de la industria petrolera y el plomo en la gasolina, la industria tabacalera y su relación con el cáncer, la industria petrolera y la influencia del CO2 en el calentamiento global...
Otro efecto indeseado pero frecuente en el capitalismo productivo actual es la externalización de los costes de producción, donde las empresas trasladan los costes asociados a ciertas actividades a un tercero en lugar de asumirlos internamente. En general, esto parece una buena idea, ya que permite la especialización y aporta flexibilidad. Sin embargo, también conlleva inconvenientes, como disminuciones del control de la calidad, problemas de comunicación (atentando de nuevo contra uno de los principios de libre mercado) y, especialmente, un elevado impacto social y ambiental, ya que dos de las principales externalizaciones son la contaminación (otro se encarga de arreglar los desperfectos ambientales que genera la empresa) y la mano de obra (lo que conduce a explotación).
El capitalismo productivo evoluciona a capitalismo financiero cuando el mismo dinero es un producto que puede ser vendido en préstamos; también las empresas se convierten en productos: su valor económico puede ser medido por el de los medios materiales que las integran, sus activos financieros, el valor de sus ventas... Sus propietarios pueden ofrecer la participación en los beneficios a quienes compren participaciones de las empresas, participaciones que pueden ser empaquetadas y vendidas... de forma que se crea un mercado de productos financieros: participaciones en fondos de activos de empresas... que no necesariamente producen riqueza real y pueden dedicarse a la venta y negocio de otros productos financieros.
Al final, el capital es manejado por un grupo reducido de personas que lo acumulan y comercian con productos muy alejados de la creación de riqueza real y cuya única motivación es el mayor enriquecimiento posible en el mínimo tiempo posible, lo que inevitablemente (una vez más) lleva a la explotación de los trabajadores y a esquilmar los recursos del entorno despreocupándose del efecto de los residuos en el medio ambiente (el daño ecológico sólo puede ser evitado mediante intervención estatal, pues el tratamiento de los residuos contaminantes rara vez produce beneficios).
El capitalismo en la ciencia ficción:
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El capitalismo ha sido objeto de crítica en la ciencia ficción prácticamente desde los comienzos del género.
Así es objeto de crítica en obras tan tempranas como la novela R.U.R. (Robots Universales de Rossum) (Karel Capek, 1920), en la novela Metrópolis de Thea von Harbou (1926) y en su adaptación cinematográfica por Fritz Lang (1927), en la novela La guerra de las salamandras (Karel Capek, 1936)...
Aunque el capitalismo tuvo (y tiene) también férreos defensores como Robert A. Heinlein en La Luna es una cruel amante (1965), la década de los '80, con el auge de las políticas liberales de Reagan y Thatcher y el cruel golpe que asestaron al bienestar de las clases medias, reveló las costuras de este modelo económico, y su critica es uno de los ejes del ciberpunk, en obras como Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Neuromante (William Gibson, 1984), Robocop (Paul Verhoeven, 1987), Max Headroom (1987)...