Diferencia entre revisiones de «Prolang»

Revisión de 12:54 11 feb 2015

Ricardo Montesinos (2014)

Las premisas:

El relato especula acerca de la influencia del lenguaje en la percepción que el individuo tiene del mundo.

Para ello narra la historia de un par de estudiantes a los que un profesor les enseña prolang, un lenguaje artificial puramente racional que mejora sus capacidades intelectuales.

Más adelante, terminados sus estudios y casados, los protagonistas deciden tener un hijo al que educan con el prolang como primera lengua, lo que lo lleva a un nivel de desarrollo intelectual mucho más elevado que el del resto de los humanos

¿El lenguaje condiciona la cognición?:

Tal como se advierte en el propio relato, la hipótesis de que el lenguaje condiciona la forma en que una persona entiende el mundo proviene de los estudios de Edward Sapir y Benjamin Whorf, quienes dieron forma e impulsaron el llamado Principio de Relatividad Lingüística en las primeras décadas del siglo XX.

Sin embargo, la hipótesis “fuerte”, que es la que sostiene el relato, hace tiempo que ha sido descartada ante la evidencia científica en contra. No obstante, sí que existen indicios de la posibilidad de una cierta influencia del lenguaje en lo relativo, sobre todo, a herramientas como la memoria; pero no sobre la comprensión, y mucho menos sobre la percepción.

En cualquier caso, para un lector desconocedor de estos asuntos, la hipótesis es plausible y se puede construir un buen pacto de ficción sobre ella.

El relato:

Este planteamiento podría resultar muy estimulante, pero la praxis del relato se aleja de lo que las premisas sugieren.

Aunque el propio prolang sea perfectamente plausible como nóvum, el contexto que le rodea parece forzado. Por enumerar algunas de estas características: el prolang es un lenguaje que se enseña a toda una clase, pero que sólo tiene los efectos mencionados sobre los protagonistas; ha sido desarrollado aparentemente con intenciones de investigación, pero está rodeado de un aura de secretismo; el desarrollo del niño que le lleva a descubrir una realidad inquietante si no ominosa... Todo recuerda con demasiada claridad a una típica trama de conspiración, lo que automáticamente dinamita el pacto de ficción para una buena porción de lectores que basan sus expectativas en la especulación.

En adición, todo el relato está narrado en primera persona, a modo de confesión, sin diálogos, en una exposición disertativa que puede resultar poco estimulante.

Los personajes resultan estereotipados, planos y sin apenas desarrollo. Sus experiencias y decisiones son poco creíbles. En consecuencia, al lector le puede costar empatizar con ellos, con lo que se desaprovecha un importante recurso narrativo.

En este sentido, el relato resulta fallido, ya que el planteamiento parece sugerir al lector que se encuentra ante una historia de ciencia ficción especulativa, cuando el desarrollo y desenlace se atienen, antes bien, a estándares de la ciencia ficción maravillosa.

La sensación general es la de estar leyendo un relato digno de la Amazing Stories de Gernsback, allá por los años '30, antes de la edad de oro. La idea, el desarrollo, las terribles consecuencias, las explicaciones ad-hoc para los hechos menos plausibles... todo recuerda a un estilo de relato de ciencia ficción superado ya desde la primera mitad del siglo XX y que, desde luego, resulta fuera de lugar en la fecha de su publicación (2014).

Se trata, en resumen, de un relato epigonal e incluso arcaico; a nuestro juicio, muy alejado del nivel de la publicación en la que aparece.