El igualador
| El igualador | |
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| Autor: | Norman Spinrad |
| Otros títulos: | |
| Datos de primera publicación(1): | |
| Título original: | The Equalizer |
| Revista o libro: | Analog |
| Editorial: | Condé Nast |
| Fecha | Diciembre de 1964 |
| Publicación en español: | |
| Publicaciones(2): | Antología de ciencia ficción |
| Otros datos: | |
| Saga: | |
| Premios obtenidos: | |
| Otros datos: |   |
| Fuentes externas: | |
| Tercera Fundación | Ficha |
| ISFDB | Ficha |
| Otras fuentes | |
| Notas: | |
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Norman Spinrad (1964)
Las premisas:
El relato se limita plantear una situación: un científico ha descubierto un mecanismo físico que permite crear una bomba de gran potencia y bajo coste. A pesar de la poca repercusión que su descubrimiento ha tenido en la comunidad científica, el gobierno de su país, Israel, le ha ofrecido fondos ilimitados para desarrollar el arma. El relato comienza la noche en que el protagonista ha finalizado su desarrollo. El otro personaje es un militar, ansioso por recibir el resultado de la investigación.
Cuando la historia comienza el científico duda de haber hecho lo correcto y trata de convencer al militar para que no comunique a sus superiores el éxito de su investigación. El militar, por su parte, explica al científico que Israel debe defenderse de los países hostiles que lo rodean, por lo que necesita ese arma para seguir existiendo.
Acuerdan esperar al día siguiente para tomar una decisión, pero esa misma noche ocurre algo que hace que ambos cambien de opinión.
El relato:
Aunque el relato está bien escrito, resulta moralmente ambiguo.
Ya en los '60 era evidente que en el ambiente hostil que se respira en Oriente Medio Israel dista mucho de ser una víctima indefensa acosada por sus vecinos. Así, las excusas del militar para poseer un arma más potente pierden peso en favor de las dudas del científico, que observa con temor la idea de un futuro en el que todos los países puedan disfrutar del arma que ha diseñado.
Esta ambigüedad moral, probablemente debida al origen judío del propio Spinrad, hace cuestionable un relato que, en definitiva, lo que viene a decir es que las armas son buenas si están en buenas manos (y deja claro cuáles son esas manos en el contexto del conflicto de Oriente Medio).
