El dios de Seed

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El dios de Seed
Autor: José Manuel González Rodríguez
Otros títulos: No se le conocen
Datos de primera publicación(1):
Título original: El dios de Seed
Revista o libro: Recuerdos de la Vieja Tierra
Editorial: Grupo AJEC
Fecha Fecha desconocida de 2011
Publicación en español:
Publicaciones(2): Recuerdos de la Vieja Tierra
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos:
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes  
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

José Manuel González Rodríguez (2011)

Publicado por primera vez en 2011, El dios de Seed fue escrito y dado a conocer en 2001, como uno de los finalistas del Premio Alberto Magno convocado por la UPV.

Argumento:

Centenares de años después de haber perdido contacto con la Seed, una nave de exploración, una compañía minera encuentra a los descendientes de los supervivientes en un extraño planeta, de geología casi imposible, rico en un mineral esencial para construir los motores de curvatura del espacio.

La compañía minera pronto establece un acuerdo con los colonos para explotar los yacimientos, bajo unas condiciones muy estrictas. Sin embargo, al cabo de un tiempo, la compañía vulnera los términos del acuerdo y los colonos dan el mismo por finalizado, exhortando a la compañía a dejar el planeta en unos pocos días.

El relato:

Fiel al estilo de José Manuel González, la narración se construye fundamentalmente sobre el diálogo y la acción, aunque en esta ocasión hay que reconocer un más amplio desarrollo de los personajes.

El ritmo, como siempre, es apasionante, al igual que al descripción de la sociedad de Seed, casi ludita y fervientemente religiosa, creyentes en un dios muy cercano, Occa, que les habla y es capaz de realizar impactantes acciones.

El juego de guiños entre religión y tecnología, al estilo de la tercera ley de Clarke, es inteligente, aunque previsible para el espectador habituado al género.

Como en otras ocasiones, un abrupto final desluce gran parte de lo conseguido a base de ritmo y maravilla.

Premios:

Finalista: