El último recreo
El último recreo | |
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Datos de publicación: | |
Título original: | El último recreo |
Fecha de publicación: | 1982 |
Guión: | Carlos Trillo |
Dibujo/Tinta: | Horacio Altuna |
Color: | B/N |
Editorial: | Toutain, revista 1984' |
Otros datos: | |
Premios obtenidos: | |
Otros datos: | 12 episodios de 8 páginas |
Carlos Trillo y Horacio Altuna (1982-1983)
El último recreo son un conjunto de 12 historias con guion del argentino Carlos Trillo y dibujo del también argentino Horacio Altuna que se publicaron periódicamente en la revista española 1984. La mayoría de las historias son de 8 páginas, el formato habitual en la revista, aunque la primera, publicada en el número 41 de junio de 1982, es un poco más larga.
Sinopsis:
Todos los adultos han desaparecido repentinamente, aniquilados por un nuevo tipo de bomba cuya radiación provoca la muerte a aquellos que han alcanzado la madurez sexual. Sin supervisión ni protección, los niños, supervivientes, se encuentran abandonados en las ruinas intactas de la civilización. Como en un patio de colegio sin la vigilancia de los profesores, los más fuertes abusarán de los más débiles, siempre bajo la amenaza de que la radiación remanente provoque su muerte si llegan al despertar sexual.
Historias:
- El último recreo (inicio) (11 pag)
- El rey de la ciudad (7 pag)
- El monstruo (8 pag)
- El rey Arturo (8 pag)
- La estrella (8 pag)
- Con la ayuda de papá... (8 pag)
- Cartas de los mayores (8 pag)
- La ciudad muerta (8 pag)
- Cosas que quedan en el camino (8 pag)
- El hombre (8 pag)
- Un lugar para quedarse (8 pag)
- El último recreo (epílogo) (8 pag)
La obra:
Las premisas de la obra evocan, irremediablemente, a El señor de las moscas de William Golding. Como en aquella, los niños, dejados de la mano, construyen de manera intuitiva una sociedad primitiva, basada en la fuerza y la violencia. Unos pocos tratan de oponer las antiguas nociones de justicia y bondad, pero su esfuerzo individual es arrasado por los cabecillas violentos a quienes secunda la masa aquiescente o temerosa.
Sin embargo, en los capítulos finales, Trillo y Altuna introducen un cambio esperanzador que no quiso utilizar Golding, y señalan la posibilidad de que algunos pocos sean capaces de autorregularse en una sociedad más justa, capaces de defenderse de los otros grupos violentos cuyo éxito es cortoplacista. Sin hacerlo explícito, los autores apuntan que los grupos puramente sustentados en la ley del más fuerte y en la predación de los débiles están abocados a la autodestrucción a medio plazo y que la colaboración se hace indispensable para prosperar.
Trillo distribuye la narración en doce historias independientes pero interrelacionadas, donde algunos personajes se entrecruzan, aparecen y desaparecen, hilando las historias entre sí. Cada capítulo es un pequeño cuento, desplegado con precisión a través de una escena inicial, un corto desarrollo y un desenlace que devuelve a la premisa que se quiere examinar. Simultáneamente, cada cuento toma el relevo del anterior para progresar en la narración general, desde la desaparición de los adultos en el primer capítulo, la degeneración de la vida en la ciudad en el bloque central, hasta la huida de la ciudad y el establecimiento final en el campo en los últimos capítulos.
Trillo hace un trabajo excelente como guionista, economizando el espacio disponible para crear una obra que tiene sentido y ritmo en su conjunto.
Altuna, por su parte, muestra un trabajo en plena madurez, con gran dominio de la técnica que le caracteriza: un dibujo realista, con gran detalle en los escenarios urbanos, un excelente dominio del juego de luces y sombras y un trazo expresivo en la figura humana.
Ambos, ilustrador y guionista, se compenetran a la perfección.
Una obra más que notable.