La Visión: Visiones del futuro
La Visión: Visiones del futuro | |
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Datos de publicación: | |
Título original: | The Vision, Volume 1: Little Worse Than A Man |
Fecha de publicación: | enero-junio 2016 |
Guión: | Tom King |
Dibujo/Tinta: | Gabriel Hernández Walta |
Color: | Jordie Bellaire |
Editorial: | Marvel |
Otros datos: | |
Premios obtenidos: | Salón del Cómic de Barcelona Eisner |
Otros datos: | Portadas de Mike Del Mundo y Marco D'Alfonso Continuado por La Visión: Poco mejor que una bestia |
Tom King y Gabriel Hernández Walta (2016)
La Visión: Visiones del futuro es el primer tomo que recopila los seis primeros números de la serie de cómic centrada en el personaje homónimo y lanzada por la editorial Marvel en 2016.
Tabla de contenidos
Argumento
Tal y como se indica en un breve texto introductorio para aquellos lectores ajenos al personaje, La Visión es un sintozoide, un androide compuesto de sangre y órganos humanos sintéticos. Recientemente, la Visión purgó las emociones asociadas con los recuerdos de su disco duro para que su sistema operativo funcionara bien. Pero las consecuencias de este acto todavía no se han manifestado plenamente...
La acción nos sitúa en una zona residencial a las afueras de Washington, donde La Visión y su familia (otros sintozoides construidos por él mismo en los que ha introducido patrones neuronales humanos) se han mudado para tratar de vivir una vida "normal". La Visión tiene un trabajo burocrático en Washington, como enlace entre el gobierno y el grupo de superhéroes al que pertenece; sus dos hijos gemelos Viv y Vin, asisten al instituto, mientras su esposa, Virginia, se dedica a la casa.
Sin embargo, por su aspecto, su comportamiento, sus poderes y habilidades y fundamentalmente, por su manera extremadamente lógica de enfrentar los conflictos, los miembros de la familia tendrán importantes dificultades para adaptarse a una normalidad que, por definición, no les contempla.
Temática:
Alejándose de las señas de identidad características del género de superhéroes, en el presente cómic no asistimos a titánicas e improbables luchas entre antagonistas, más inclinados a la exhibición física que a la intelectual. Muy al contrario, y siguiendo la estela de películas recientes (Her -Spike Jonze, 2013-, Ex Machina -Alex Garland, 2015)... la narración se centra en la exploración de lo que es la normalidad por parte de un conjunto de seres artificiales; las relaciones familiares tendrán un importante peso y junto con las interacciones con el medio social serán la verdadera línea argumental de la obra.
Las relaciones de pareja, la adolescencia, la necesidad de aceptación frente a la reivindicación de la propia individualidad, la posibilidad de superar las limitaciones de la comunicación, la racionalidad y la emocionalidad como valores complementarios... incluso el racismo, todos estos aspectos se pueden encontrar reflejados en lo que en principio parece un relato cotidiano bajo un prisma inusual, casi maravilloso (en el sentido de que es asumido por los propios personajes como real).
Tom King proporciona un guion sólido, repleto de incógnitas y que hace partícipe al lector de algunos de los juegos entre los personajes. Sus diálogos, deliberadamente artificiales, manifiestan la dualidad de sus personajes, enfrentados entre la razón y la emoción, y se hacen creíbles al tiempo que resultan chocantes.
Por su parte, el dibujo de Walta se muestra igualmente sencillo pero expresivo. Con viñetas rectangulares, encuadres frontales, bien centrados, huye de la espectacularidad tratando de trasmitir una sensación de convencionalidad que queda desmentida por detalles, anomalías utilizadas con acierto para recrear escenas cotidianas desde un punto de vista inusual que acentúa la extrañeza. Tres niños jugando, uno de ellos mostrando a los otros dos cómo su mano es capaz de atravesar la pared, un jarrón decorativo formado por una masa de agua flotante, una despedida en el porche de casa en el que se ve a los chicos que se van volando al colegio... Un conjunto de seres, obviamente diferentes, que se esfuerzan por aparentar una normalidad imposible.
Notable también es el uso del color, a cargo de Jordie Bellaire, con el uso de sombreados que realzan el volumen de las figuras y tonos suaves que rebajan la agresividad habitual del cómic de superhéroes.
El uso conjunto de estas diferentes técnicas (guion, diálogos, encuadres, dibujo, color...) proporciona un sabor tradicional y nuevo a la obra, una especie de nostalgia futurista que hace recordar algunos relatos de Bradbury o de Asimov. Adicionalmente, la presentación de los personajes en un contexto totalmente diferente al habitual permite la lectura prescindiendo de la necesidad de conocer absolutamente nada sobre el personaje de manera previa, lo que le da autonomía y atractivo.
Premios:
Obtenidos:
- 2017: Salón del Cómic de Barcelona. Mejor Obra Extranjera publicada en España
- 2017: Premio Eisner a mejor serie limitada
- 2019: Premio Eisner a mejor reimpresión de novela gráfica por el tomo recopilatorio