La naranja mecánica (Libro)
Anthony Burgess (1962)
El libro tiene lugar en un futúro ditópico no muy diferente del planteado por Orwell en 1984: el socialismo ha triunfado en inglaterra y los crímenes políticos son, para sus despóticos dirigentes, mucho más importantes que los asesinatos.
En este entorno se narra la historia de Alex, un delicuente juvenil que forma parte de una banda. Sus actos, cada vez más violentos, culminan con un asesinato por el cual es, por fin, detenido.
La historia podría acabar aquí, pero en prisión Alex es sometido a un novedoso experimento. Mediante técnicas conductistas Alex es condicionado para sentir violentas respuestas físicas ante el deseo de cometer un crimen.
Incapaz de volver a delinquir, Alex es liberado, pero al salir de la cárcel descubre que su vida ha cambiado de forma irrecuperable: sus padres han alquilado su habitación y no lo aceptan en casa, sus amigos (a los que lideraba de forma brutal) son ahora policías y deciden vengarse de él cuando lo ven...
Solo y desamparado, Alex es recogido por grupos políticos disidentes que deciden explotar su caso para derrocar al gobierno. Sin embargo, uno de estos disidentes es una antigua víctima de Alex; lo reconoce y decide vengarse de él.
Alex sobrevive y es ingresado en hospital. Entonces, el gobierno decide interesarse por él y "agradecerle" su futura colaboración.
La novela parte de una admonición acerca de la pérdida de valores influida por el entorno social y económico, una amoralidad caracterizada por el abuso del más fuerte.
La utilización del conductismo pavloviano para corregir estos malos comportamientos es justamente el hilo argumental. Burgess no parece convencido de su idoneidad ni aún en el caso de que consiga con éxito reprimir las tendencias antisociales. Contrariamente a lo defendido por Heinlein en Brigadas del espacio, Burgess aborda la indignidad que supone tal tratamiento y en su novela es un símbolo más de la profunda degradación humana del sistema.
El título de la novela, muy reinterpretado por los lectores, es en realidad un resumen de esta idea. No se peude compatibilizar un ser vivo con algo mecánico. En su ensayo "Clockwork oranges", Burgess menciona que "este título sería ideal para una historia acerca de la aplicación de los principios pavlovianos o mecánicos a un organismo que, como una fruta, cuenta con color y dulzura".
Muy destacable también es la invención de una nueva jerga juvenil para los protagonistas: el nasdast. Un extenso glosario, muy influenciado por el ruso, al que el lector debe acostumbrarse para poder leer la novela. La intención del autor con esta triquiñuela era la de dotar de cierta atemporalidad al lenguaje mediante elñ extrañamiento, para que no caducara con el paso del tiempo.
Premios:
La magnífica adaptación cinematográfica relaizada por Kubrick en 1971 recibió el premio Hugo a la mejor representación dramática de 1972 y el premio Seiun en la categoría de medios en 1973.