Luna: Luna nueva

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Luna: Luna nueva
Autor: Ian McDonald
Otros títulos:  
Datos de primera publicación(1):
Título original: Luna: New Moon
Revista o libro: Libro independiente
Editorial: Gollancz
Fecha Septiembre de 2015
Publicación en español:
Publicaciones(2): Libro independiente
Otros datos:
Saga: Trilogía de la Luna
Premios obtenidos:
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Ian McDonald (2015)

Luna nueva es el primer libro de la trilogía de la Luna de Ian McDonald.

Las premisas:

Se ha comparado la trilogía lunar con Juego de Tronos y La Luna es una cruel amante (Robert A. Heinlein, 1965), y la comparación no es inadecuada.

El escenario que plantea McDonald es una Luna colonizada en los años '80 del siglo XX (lo que convierte a la trilogía en una ucronía, si bien no merece la pena clasificarla como tal ya que es una circunstancia irrelevante para la trama y el escenario, salvo menciones puntuales a par de fechas). La Luna está gobernada por cinco familias, cada una de las cuales domina un monopolio básico (la extracción de helio 3, la extracción de metales, el comercio, el transporte con la Tierra...). La lucha por el poder de estas familias es lo que justifica la comparación de la trilogía con la saga de George R.R. Martin.

Por otra parte, en la Luna no hay leyes, no hay crímenes ni delitos, no es ilegal matar a nadie... lo único que hay son contratos y tribunales que los dirimen, y todo (¡todo!) en la Luna es negociable. Esto, sin duda está basado en la presunta utopía libertaria de Heinlein.

En este contexto, la trama comienza cuando un miembro de la familia Corta sufre un atentado fallido. Esto dará lugar a una investigación por parte de miembros de la familia, pero también despertará antiguos rencores y luchas de poder latentes.

La novela:

La primera impresión que un lector habitual de ciencia ficción tiene al leer la novela es de estar leyendo demasiado Heinlein. No tanto por las premisas libertarias (que es lo más obvio), sino por el tratamiento de los personajes. Si algo caracteriza a los personajes de Heinlein es su condición de ser sanos, audaces, inteligentes... y tener siempre razón. El autor conseguía así que sus lectores juveniles empatizaran con unos personajes casi superhumanos para vender a través de ellos sus ideas libertarias y de abolición de los estados; estos personajes están también presentes en el libro de McDonald. Hay atisbos de darles profundidad, evolución... pero siempre dentro de un marco de personajes sobresimplificados sin traumas, dudas ni inseguridades. Esto hace que la novela sea, como las de Heinlein, más fácilmente accesible a un público juvenil que a un lector adulto, a quien le será difícil empatizar con personajes que son, básicamente, la idealización que de sí mismo tiene todo adolescente.

Los personajes no son el único elemento de cartón piedra que se le nota a la novela; otro aspecto claro es el tratamiento del sexo. La Luna está totalmente liberada sexualmente. La misma idea de ser heterosexual u homosexual es irrelevante en un mundo en el que nadie está atado a nada y existen incluso contratos de matrimonio grupales que establecen los grados de infidelidad aceptables para sus miembros. De nuevo, esto es una idea calcada de La Luna es una cruel amante y que, junto con las escenas explícitas, hacen la novela atractiva y fácil de leer a un adolescente.

No es que los adultos no puedan disfrutar de la novela; al contrario. El rimo es bueno, la acción abundante, algunas escenas son trepidantes y, en general, la construcción del escenario es interesante y despierta curiosidad, lo que la hace fácil y amena de leer, si bien hay que reconocer que la habilidad de McDonald para el folletín es muy inferior a la de Martin (o Dumas).

En todo caso, la idea de plantear un escenario que carece de leyes penales y se rige exclusivamente por contratos civiles es interesante (por mucho que sea una idea de Heinlein, no de McDonald), por lo que la novela es un buen ejercicio especulativo, si bien se sobresimplifican las posibilidades para hacerla fácil de leer.