Diferencia entre revisiones de «Los 6 viajes de Lone Sloane»

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Última revisión de 08:58 25 dic 2022

Los 6 viajes de Lone Sloane
Datos de publicación:
Título original: Les 6 Voyages de Lone Sloane
Fecha de publicación: 1972
Guión: Philippe Druillet
Dibujo/Tinta: Philippe Druillet
Color: Philippe Druillet
Editorial: revista Pilote (1970-1971)
Dargaud (Francia) (1972)
Glénat (España) (2012)
Otros datos:
Premios obtenidos: No se le conocen
Otros datos:

Philippe Druillet (1972)

Los 6 viajes de Lone Sloane es un tomo recopilatorio con seis de las primeras historias de Lone Sloane publicadas en la revista Pilote entre 1970 y 1971. Aunque cada historia es autoconclusiva, las seis en conjunto componen una historia única, etapas de una misma epopeya que va desde que el neo-terráqueo Lone Sloane es abducido por un misterioso objeto extraterrestre (el trono negro) y su camino de regreso con su tripulación para conducirlos a la Tierra.

Previa a estos viajes existe una historia titulada Los misterios de los abismos, publicada en 1966, primera del personaje.

Contenido:

  • El trono del dios negro (Le Trone du Dieu Noir, Pilote 538, 1970)
  • Las islas del viento salvaje (Les Iles du Vent Sauvage, Pilote 553, 1970)
  • Rose (Rose, Pilote 562, 1970)
  • Torquedara Varenkor (Torquedara Varenkor: Le Pont sur les Etoiles, Pilote 569, 1970)
  • O Sidarta (O Sidarta, Pilote 578, 1970)
  • La Tierra (Terra, Pilote 598, 1971)

El argumento:

La acción se nos presenta en el futuro, el año 804 después de El Gran Espanto, algún acontecimiento que no se explicita pero que parece haber lanzado a la humanidad a la conquista de la galaxia y en el que la Tierra se ha olvidado o perdido. El universo se encuentra repleto de razas extraterrestres, algunas tan tremendamente poderosas que son consideradas (y llamadas) dioses.

Sloan es un terrestre vagando por el espacio cuando su nave es destruida por la aparición de un extraño objeto, un trono de piedra iotaï, "aquel que busca", un objeto extraterrestre enviado por una raza antigua para abducir a un ser vivo que sirva como sacrificio para la resurrección de un antiguo dios.

El cómic:

Lone Sloane es una de la piezas clave para entender el cómic de los años sesenta y setenta, tanto por el tipo de historia que nos cuenta, por el tratamiento del protagonista y, muy especialmente, por la novedosa propuesta gráfica que representa.

La space opera había cuajado con éxito en el cómic franco-belga, con títulos como Barbarella (Jean-Claude Forest, 1962) o Vallerian (Jean-Claude Mézières, 1967), y el propio Druillet había introducido las aventuras de Sloan en 1966, mostrando un protagonista poco habitual en el género (aunque relativamente común en otros marcos narrativos), un antihéroe que busca la ventaja personal, violento, expeditivo, dominante y frecuentemente colérico; una compañía poco recomendable.

El escenario que se plantea también es ligeramente diferente a los anteriormente citados pues, aunque se centra en el sentido de la maravilla que puede ofrecer la descripción de civilizaciones, naves y artefactos prodigiosos, la inclusión de razas de dioses espaciales apunta hacia una ciencia ficción más oscura, influenciada por Lovecraft, en la que el dominio del espacio, el tiempo y las múltiples dimensiones sugieren poderes que parecen magia. Todo esto imbuye de cierto aura de misticismo a la obra que la aleja de la ciencia ficción racional.

Pero el aspecto más revolucionario del Lone Soane de Druillet, especialmente a partir de estos "seis viajes", es el aspecto gráfico de la obra. Druillet rompe con la distribución rígida de la página, las viñetas dejan de ser paralelogramos que simulan pequeñas ventanas, como encuadres de un fotograma; a veces incluso prescinde la de la clausura como tal, estableciendo los límites entre escenas de manera más difusa, incrustando unos cuadros dentro de otros, haciéndoles compartir elementos, introduciendo el texto como parte integrante del dibujo... La organización de la lectura también es alterada de diversas maneras, predominando la lectura vertical antes que la horizontal, a veces, empujando al lector a un seguimiento poco convencional de la narración siguiendo el fluir del dibujo, alterando el orden de derecha a izquierda o en torno a un motivo central...

Se suele justificar esta novedosa manera de entender la narración secuencial aduciendo que Druillet es más un ilustrador antes que un narrador. En efecto, hay una pasión por el detalle, por las perspectivas provocadoras, por resaltar la expresividad; y, aunque el dibujo y entintado de Druillet es algo tosco, al menos en esta época temprana (tenía 26 años cuando dibujó estos viajes), realiza un magnífico trabajo con las perspectivas, las arquitecturas, los volúmenes, las sombras y, sobre todo, el color, una atrevida combinación de rojos, ocres, negros, pero también verdes y violetas, que sugieren una atmósfera ominosa, sanguínea, al tiempo que son utilizados para conferir contraste y profundidad a las escenas.

El resultado es una obra fascinante en cada página.