Diferencia entre revisiones de «El sindicato de policía yiddish»

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Chabon reúne una gran cantidad de aciertos para crear una obra ágil y divertida, que recuerda un poco Tom Sharpe, pero magníficamente bien escrita, utilizando una chocante tercera persona en presente.
 
Chabon reúne una gran cantidad de aciertos para crear una obra ágil y divertida, que recuerda un poco Tom Sharpe, pero magníficamente bien escrita, utilizando una chocante tercera persona en presente.
  
Resulta chocante la mezcla de cultura tradicional judía con lo agreste de los territorios y habitantes de Alaska. Chabon se muestra deseoso de establecer numerosos juegos de este estilo, introduciendo una jerga ficticia basada en el yiddish y creando todo un elenco de personajes excéntricos, a un tiempo característicos y originales.
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Resulta evocadora la mezcla de cultura tradicional judía con lo agreste de los territorios y habitantes de Alaska. Chabon se muestra deseoso de establecer numerosos juegos de este estilo, introduciendo una jerga ficticia basada en el yiddish y creando todo un elenco de personajes excéntricos, a un tiempo característicos y originales.
  
Landsman, por su parte, es un gran acierto de personaje, un perdedor al estilo de los grandes detectives de la novela negra, que recibe golpes y se enfrenta a lo que podría aplastarle con un chiste suicida en la comisura de los labios. El lector, junto a este protagonista, hace equilibrios entre la fatalidad de una vida que no controlamos y el optimismo que es capaz de devolvernos las pequeñas cosas.
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Landsman, por su parte, es un protagonista lleno de atractivo literario, un perdedor al estilo de los grandes detectives de la novela negra, que recibe golpes y se enfrenta a lo que podría aplastarle con un chiste suicida en la comisura de los labios. El lector, junto a él, hace equilibrios entre la fatalidad de una vida que no controlamos y el optimismo que es capaz de devolvernos las pequeñas cosas.
  
 
La obra funciona perfectamente con su estructura clásica de novela de detectives, escrita con mucha ironía y humor, así como con un lenguaje que con frecuencia se vuelve muy poético.
 
La obra funciona perfectamente con su estructura clásica de novela de detectives, escrita con mucha ironía y humor, así como con un lenguaje que con frecuencia se vuelve muy poético.

Revisión de 09:44 29 dic 2011

El sindicato de policía yiddish
Autor: Michael Chabon
Otros títulos: {{{Otros títulos}}}
Datos de primera publicación(1):
Título original: The Yiddish Policemen's Union
Revista o libro: Libro independiente
Editorial: HarperCollins
Fecha 1 de mayo de 2007 de {{{Año}}}
Publicación en español:
Publicaciones(2): Libro independiente
Otros datos:
Saga: No pertenece a ninguna saga
Premios obtenidos: Nebula
Hugo
Sidewise
Locus
Ignotus
Xatafi-Cyberdark
Otros datos: No hay otros datos
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Michael Chabon ({{{Año}}})

Michael Chabon (2007)

El sindicato de policía yiddish es una novela policiaca ambientada en un presente alternativo (se trata, por lo tanto, de una ucronía) en el cual se estableció un asentamiento judio en Alaska, al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Punto Jonbar:

El posible punto Jonbar de la historia es la consecución de un asentamiento judío en Alaska en 1941. Se basa en el acontecimiento histórico real del "Informe Slattery", promovido por el Secretario de Interior de Estados Unidos, Harold L. Ickes, en 1938-1940.

La historia real:

En el prefacio de la guerra, Ickes veía Alaska como un territorio vulnerable al ataque japonés, ya que estaba alejado de las tropas del continente y prácticamente despoblado. En Europa, mientras tanto, los judíos estaban siendo fuertemente reprimidos en Alemania y Austria, y Ickes vio en ellos la oportunidad de solventar lo que se dio en llamar "el problema del desarrollo de Alaska".

Gracias a que Alaska era un territorio y no un estado, se podían obviar las cuotas de inmigración impuestas y arreglar un asentamiento judío en regiones cercanas a la isla de Baranof.

La propuesta no alcanzó un gran apoyo entre los americanos no judíos, que asociaban a los inmigrantes europeos, y especialmente a los judíos, con los movimientos comunistas. Tampoco alcanzó apoyo entre los judíos americanos. Y tubo su mazazo final cuando el presidente Franklin Roosevelt insistió en limitar el número de refugiados a 10.000 al año, de los cuales no podían ser judíos más de un diez por ciento.

La historia alternativa:

Chabon imagina un devenir histórico diferente a partir del supuesto de que el "problema del desarrollo de Alaska" se llevó a cabo tal y como Ickes planeaba. Se concede un asentamiento temporal a refugiados judíos en la zona de Alaska, al que acuden en masa tras el Holocausto.

Este asentamiento prospera económicamente, generando varias industrias (conservas y algunos productos electrónicos principalmente). Sin embargo, en el presente de la novela (en torno a 2007) el estatus de asentamiento temporal va a ser revocado y los judíos se ven sometidos, tras casi setenta años de tranquilidad, de nuevo a la diáspora.

Para que la novela funcione, Chabon debe modificar otro acontecimiento histórico fundamental, como es la creación del moderno estado de Israel en 1948, tras las guerras entre los refugiados judíos y los árabes que hasta entonces ocupaban el territorio. Chabon menciona este intento de fundación y lo describe como un fracaso. Por lo tanto, los judíos expulsados de Alaska no tienen ningún lugar al que acudir.

Chabon describe el resto de acontecimientos de la historia de manera casi anecdótica, mediante pequeñas pinceladas en los comentarios habituales de los personajes. Sabemos así que algunas otras cosas también han cambiado: la URSS es derrotada por Alemania y la Segunda Guerra Mundial termina con el bombardeo atómico de Berlín, en Rusia se instaura la Tercera República, Manchuria se hace independiente y tiene su propio programa espacial, Estados Unidos se embarca en una desastrosa guerra en Cuba en vez de Vietnam...

Achacar todo al pequeño cambio de fundar un asentamiento en Alaska parece un ejercicio de efecto mariposa y no parece evidente la conexión entre la creación de ese refugio y el resto. Quizás el punto Jombar sea una rápida victoria en el frente ruso, un desequilibrio en la guerra que podría impulsar a Roosevelt a aceptar el plan de Ickes.

El argumento:

La novela empieza con el detective de homicidios de Sitka, Meyer Landsman atendiendo el caso de asesinato de un yonqui en una habitación de su mismo hotel.

Pronto se nos describe a Landsman como un detective antiguamente brillante que ha caído en el alcoholismo tras separarse de su esposa. Landsman se desenvolverá por el caso con porciones iguales de agudeza mental, locura y buena suerte, descubriendo una aparente conspiración de fanáticos desquiciados que pretenden conquistar Jerusalén cuando la revocación de Alaska se haga efectiva.

La novela:

Chabon reúne una gran cantidad de aciertos para crear una obra ágil y divertida, que recuerda un poco Tom Sharpe, pero magníficamente bien escrita, utilizando una chocante tercera persona en presente.

Resulta evocadora la mezcla de cultura tradicional judía con lo agreste de los territorios y habitantes de Alaska. Chabon se muestra deseoso de establecer numerosos juegos de este estilo, introduciendo una jerga ficticia basada en el yiddish y creando todo un elenco de personajes excéntricos, a un tiempo característicos y originales.

Landsman, por su parte, es un protagonista lleno de atractivo literario, un perdedor al estilo de los grandes detectives de la novela negra, que recibe golpes y se enfrenta a lo que podría aplastarle con un chiste suicida en la comisura de los labios. El lector, junto a él, hace equilibrios entre la fatalidad de una vida que no controlamos y el optimismo que es capaz de devolvernos las pequeñas cosas.

La obra funciona perfectamente con su estructura clásica de novela de detectives, escrita con mucha ironía y humor, así como con un lenguaje que con frecuencia se vuelve muy poético.

La dificultad de mantener suspendida la incredulidad ante alguno de los sucesos que vive el protagonista y su forma de superarlos, resulta compensada al quedar abrazada por una sensación cómica casi surrealista. El único fallo cierto, el final excesivamente académico, más propio de un relato que de una novela que ha movido tantas cosas grandes.

Premios:

Obtenidos:

Finalista: