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Revisión de 19:13 26 mar 2010
El accidente | |
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Autor: | Stanislaw Lem |
Otros títulos: | {{{Otros títulos}}} |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Wypadek |
Revista o libro: | 'Polowanie' |
Editorial: | Kraków: Wydawnictwo Literackie |
Fecha | 1965 de {{{Año}}} |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | 'Polowanie Relatos del piloto Pirx' |
Otros datos: | |
Saga: | Saga del piloto Pirx |
Premios obtenidos: | No se le conocen |
Otros datos: | No hay otros datos |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | [{{{URL-3F}}} Ficha] |
ISFDB | [{{{URL-ISFDB}}} Ficha] |
Otras fuentes | {{{URL-OtrasFuentes}}} |
Notas: | |
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Stanislaw Lem ({{{Año}}})
Stanislaw Lem (1965)
Pirx ya es un veterano piloto. Durante un periodo de inactividad decide ofrecerse voluntario para completar una expedición investigadora a un planeta que podría ser habitable para el ser humano, pero cuya colonización ha sido desaconsejada debido a la inestabilidad de su sol. Los días se suceden en medio de una tensión exasperante, con continuos roces entre los tres humanos que componen la expedición encerrados en un pequeño laboratorio. El penúltimo día, se ven obligados a enviar al robot a la montaña a repetir ciertas mediciones sencillas, pero no regresa.
A la mañana siguiente, los tres humanos salen en su busca para recuperar las mediciones y averiguar qué le ha sucedido al robot.
De nuevo Lem hace gala de un gran conocimiento de los temas que ambientan sus relatos, en este caso, la escalada alpina. La partida de búsqueda se convertirá en una competición entre Pirx y el robot por vencer a una montaña que posiblemente nunca volverá a ser escalada.
Se trata de uno de los relatos de robots de Pirx en los que el escritor polaco indaga someramente en las posibilidades de tales máquinas. No posibilidades físicas o técnicas, sino más bien en aquellas que pueden ser entendidas como humanas. Pirx llega a la conclusión personal de que el robot deseó escalar la montaña porque era un reto, una decisión más o menos lógica dada sus características.
No necesita Lem de la implantación de leyes lógicas como las de Campbell y Asimov, la simple racionalidad ineludible de la máquina y la finalidad para la que ha sido diseñada son cuanto le hace falta para mostrarnos pequeños resquicios por los que un ser casi esclavo alcanza ciertas cotas de libertad.