Diferencia entre revisiones de «Star Trek II: La ira de Khan»

Última revisión de 15:15 10 sep 2018

Nicholas Meyer (1982)

La ira de Khan es la segunda película de la saga cinematográfica de Star Trek, protagonizada por el Capitant James Tiberius Kirk y su tripulación.

Incomprensiblemente considerada una de las mejores películas de la saga, hay que reconocer que no es absolutamente despreciable, pero sí excesivamente fantasiosa y, a ratos, absurda.

La película:

En el año 2285, tras la misión excepcional que se relata en la anterior película y durante la cual el Almirante Kirk volvió a tomar el mando de la U.S.S. Enterprise, este ha vuelto a sus responsabilidades como Almirante de la flota, evaluando y supervisando la formación de los nuevos cadetes. Este trabajo burocrático no le satisface y todos sus compañeros y amigos le conminan a que retome el mando de una nave espacial. Kirk se siente viejo para ello, desplazado por los jóvenes, y esta especie de crisis de los cuarenta será la parte más interesante de los múltiples argumentos anecdóticos y estereotipados que conglomeran este episodio. Episodio, no película.

La esposa de Kirk, de la que se separó hace por lo menos dos décadas y de la que no ha vuelto a saber nada, es una prestigiosa científica que desarrolla el Proyecto Génesis, un dispositivo capaz de generar vida en un planeta esteril en el transcurso de unas pocas horas. Rápidamente se nos aclara que tal dispositivo, utilizado como arma contra un planeta con vida, supondría la total e inmediata extinción de ésta.

Casualmente, el U.S.S. Reliant, la nave encargada de dar apoyo logístico a los científicos, encuentra un planeta en el sistema Ceti Alpha, posible candidato para el experimento. Cuando descienden a la superficie para comprobar que realmente no alberga vida, son secuestrados por los supervivientes del S.S. Botany Bay, cuyo líder, Kahn, es un viejo enemigo de Kirk (rescatado de la serie de televisión) al que hace 15 años que dejó exiliado en el planeta Ceti Alpha 5.

Y también casualmente, el único animal que ha sobrevivido a un cataclismo que en estos 15 años ha convertido a Ceti Alpha 5 en un planeta inhóspito es una especie de trilobites de arena que deposita a sus crías en el interior del cerebro humano, volviendo a los huéspedes extremadamente sensibles a las sugerencias externas, o sea, esclavos de Kahn. Gracias a esto, Kahn se hace con el control de la nave, averigua la existencia del Proyecto Génesis y pergeña un plan para vengarse de Kirk.

El resto de la película desarrolla las irracionales ansias de venganza de Kahn y la superación de la crisis de madurez de Kirk, salpimentada con el irrelevante encuentro con su hijo y su esposa y coronada por la autoinmolación de Nimoi/Spok en un intento por parte de actor de recabar un mayor protagonismo al tiempo que pretendía sellar su salida definitiva de la serie para poder dedicarse a más altas empresas artísticas.

En definitiva, como introducíamos al principio, un conjunto de situaciones estereotipadas, plagadas de referencias a la serie que el espectador no tiene por qué conocer.

Ciencia ficción

Esta entrega de la saga apenas puede ser considerada ciencia ficción seria, sólo Space Opera.

Psicología

Por un lado, tenemos la reaparición de Kahn, un personaje que mejor hubiera sido dejar olvidado en Ceti Alpha 5, carente de profundidad psicológica o interés.

Otro tanto se puede decir de David, el hijo de Kirk, un personaje insulso y que no aporta nada positivo a la película, del cual se hubiera podido prescindir sin ni siquiera tener que modificar un sólo diálogo.

Se puede hacer una bola de papel con todas las páginas del guión que, como en estos dos ejemplos, tratan de conseguir profundidad psicológica para un producto cuyo objetivo original y último era proporcionar algo fácil de digerir y que debería haberse mantenido en esta ausencia de pretensiones. Salvaríamos, si acaso, el detalle de las gafas que el doctor McCoy regala al Almirante Kirk por su cumpleaños, por ser un atrezzo interesante y divertido.

Biología

Uno de los protagonistas de este guión descabellado es el mencionado parásito capaz de anular la voluntad de su huésped en beneficio de un tercero. Como estrategia evolutiva, esto no tiene ningún sentido, ya que el parasitado se convertiría en víctima inmediata de cualquier depredador, que acabaría tanto con el huésped como con el parásito. También sería objetable la plausibilidad de tal mecanismo, pero en cualquier caso hemos de decir que el tema está mucho mejor expuesto y desarrollado en las películas de aversión biológica de David Cronenberg, como en Vinieron de dentro de..., realizada siete años antes de una manera más visceral e inquietante por su retorcimiento psicológico, o incluso mucho antes como pudo apreciarse en El experimento del doctor Quatermass de Val Guest.

La otra gran patada a la biología es el propio Proyecto Génesis. La idea de poseer una varita mágica que transforme materia inanimada en confortables planetas no es exclusiva de los guionistas de Star Trek (véase, por ejemplo, la entretenida Titán A.E.). Pero la terraformación es un proceso complicado cuya realidad está muy alejada de tales fantasías. Aún así, los guionistas Jack B. Sowards y Nicholas Meyer no hacen el más mínimo intento de justificar científicamente esta operación y se escudan en la mágica sapiencia de los humanos del siglo XXIII.

Plausibilidad tecnológica:

No vamos a diseccionar los numerosas incorrecciones comunes a toda la serie, como sería la gravedad artificial de la que disfrutan los tripulantes, el insólito color de los rayos en el vacío o las excesivamente oxigenadas explosiones. Lo que llama la atención especialmente de esta cinta es su final, para el que debe existir alguna explicación que los guionistas, una vez más, se olvidaron de proporcionar.

Durante la batalla en el interior de la nebulosa, el Enterprise resulta gravemente dañado y se queda sin energía mientras la cuenta atrás para la detonación del dispositivo Génesis llega a su final. Scotty, ingeniero portentoso, se ve en este caso superado por la avería, ¡porque el reactor se ha llenado de radioactividad!

El reactor del que está dotado la Enterprise se sirve de la aniquilación de materia-antimateria para producir energía para alimentar al motor warp. En un proceso bien equilibrado como se supone que es el del motor de esta nave, toda la materia (y antimateria) se transforma en energía, no dejando, por lo tanto, trazas radiactivas.

Existen emisiones peligrosas, por supuesto, como rayos gamma de alta energía, producto deseado de esta reacción; pero hay que tener en cuenta que la reacción incontrolada de antimateria provocaría inevitablemente una explosión mil veces superior a la correspondiente a una bomba de hidrógeno de masa equivalente.

Dado que se nos dice que la nave es radiactiva, pero es evidente que no se ha desintegrado, tenemos que asumir este hecho como otro misterio a añadir a la larga lista.

Premios:

Obtenidos:

• 1983: Premios Saturn a mejor director
• 1983: Premios Saturn a actor

Finalista:

• 1983: Premios Saturn a mejor película de ciencia ficción
• 1983: Premios Saturn a mejor guión
• 1983: Premios Saturn a mejor vestuario
• 1983: Premios Saturn a mejor maquillaje
• 1983: Premios Saturn a mejor actor de reparto
• 1983: Premios Saturn a mejor actriz de reparto
• 1983: Premio Hugo a la mejor representación dramática