Unobtanium
El término unobtanium hace referencia a cualquier material de propiedades extraordinarias, imposible de obtener en el mundo real.
El origen del término se puede rastrear en la industria aeroespacial de finales de los años cincuenta, en relación a materiales hipotéticos cuyas propiedades los harían idóneos para superar los considerables desafíos que esta naciente industria planteaba, como la necesidad de combinar resistencia mecánica, ligereza y alta estabilidad al calor.
Los ejemplos son abundantes en el ámbito de la ciencia ficción.
Así, podemos encontrar que los autores han propuesto una gran variedad de materiales técnicos orientados a resistir los enormes esfuerzos a los que se encontrarían solicitadas las grandes estructuras tipo Big Dumb Objects. Por ejemplo, el scrith: el material del que está construido Mundo Anillo (Larry Niven, 1970).
En esta categoría podría incluirse también la aleación metálica del adamantium que recubre el esqueleto de Lobezno, cuya principal característica es su extraordinaria dureza. La estructura molecular de la aleación es extremadamente estable y ni siquiera a altísimas temperaturas cambiaría su forma definitiva. La serie Futurama parodiaría este metal en el episodio El sur profundo, de la segunda temporada, en una jornada de pesca con un hilo de diamante irrompible. La crítica proviene del hecho de que cuanto más duro es un metal, más rígido e imposible de penetrar, más frágil se vuelve también, precisamente por la característica de la estructura cristalina que podría proporcionar esta característica.
Similar en algunos aspectos, también dentro del universo Marvel, encontramos el vibranium, un metal capaz de absorber la energía, lo que le confiere interesantes utilidades defensivas.
En otras ocasiones, las propiedades que se desean tienen más que ver con la necesidad de resistir altísimas temperaturas, como el caso del vehículo que tiene que viajar al centro de la Tierra en la película El núcleo (Jon Amiel, 2003), revestido de un material que, literalmente, llaman unobtanium.
Nuevos tipos de unobtanium han sido imaginados también para solucionar problemas energéticos.
Es el caso de la saga de Star Trek (fértil en proponer numerosos ejemplos de unobtanium) y sus cristales de dilitio, capaces de interaccionar o no con la antimateria en función de campos electromagnéticos que manipulan su estructura cristalina.
A veces, el material propuesto interseca con las posibilidades de un metal real. Es el caso de communium propuesto por Stanislaw Lem en su novela Los astronautas (1951). Lem propone la fabricación de este elemento químico, correspondiente al número atómico 103 de la tabla periódica y que se correspondería con nuestro Laurencio, descubierto en 1961. Lem lo coloca correctamente en la serie de los actínidos y lo propone como combustible para motores atómicos, ya que sería estable a temperatura ambiente y liberaría deuterones de alta velocidad al ser sometido a altísimas temperaturas. Erró aquí la suposición Lem, ya que el Lawrencio tiene un periodo de semidesintegración de 11 horas, algo nada sorprendente teniendo en cuenta que no se encuentra en estado natural.