Monstruo

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Monstruo
Datos de publicación:
Título original: Monstruo
Fecha de publicación: 2024
Guión: David Muñoz
Dibujo/Tinta: Andrés G. Leiva
Color: Andrés G. Leiva
Editorial: Astiberri
Otros datos:
Premios obtenidos:
Otros datos: 128 pgs

David Muñoz y Andrés G. Leiva (2024)

Monstruo es una secuela no canónica a Frankenstein (1818) de Mary W. Shelley, con guion de David Muñoz e ilustración de Andrés G. Leiva.

Sinopsis:

Tras el último encuentro con su creador, el monstruo creado por Víctor Frankenstein aparentemente desapareció, pero no murió. Muchos años después, en plena década de los años sesenta, vive en el Madrid franquista, tratando de mantener un perfil bajo que no llame la atención.

Los gritos de una discusión en el apartamento vecino le llevan, tras mucho tiempo al margen, a volver a involucrarse con otras personas, a pesar de que su experiencia le dice que cada vez que se ha abierto al ser humano ha sido mal correspondido.

El cómic:

Se trata de una obra en la que guion y grafismo van perfectamente de la mano. Las elecciones expresivas y técnicas de Leiva trabajan para ahondar en la caracterización de los momentos y los personajes, exteriorizando su sentir interior sin necesidad de palabras.

Las escenas en presente, grises, sucias y expresionistas, son ejecutadas con técnicas que imitan y evocan la época, un franquismo en apertura al exterior en el que las clases humildes viven desde hace décadas en una continua miseria. A ellas se oponen las escenas de recuerdos del pasado del monstruo, ejecutadas con acuarelas, mucho más suaves y algo oníricas. Otros detalles de ensoñaciones también acuden parcialmente al color, en una técnica mixta, en las que el rojo, prominente, transmite la ira y casi la locura del protagonista. Un despliegue de capacidad expresiva indispensable para una obra en la que la acción más importante se desarrolla en la mente del monstruo.

Y es que David Muñoz ha escogido desarrollar una versión del Frankenstein más cercana a la obra original que a la influyente versión de James Whale de 1931. El monstruo, autodenominado Víctor, como su creador, lleva más de siglo y medio pugnando con sentimientos encontrados: el deseo de ser comprendido y amado, que le produce desazón, y la ira que le produce el frontal horror y rechazo de la sociedad. La soledad no elegida, la capacidad de amar no correspondida y, sobre todo, el insufrible sentimiento de injusticia.

A su alrededor, el resto de personajes principales se muestran también con sus propias esquinas y contradicciones, las situaciones no son simples ni las soluciones evidentes. Las traiciones que sufre el monstruo a veces son interesadas, las vejaciones a veces son gratuitas; en todo caso, siempre son humanas, lo que es triste pero cierto.

El pesimismo y la amargura de la obra funcionan muy bien en ese escenario, la atrasada España de 1965 en la que los extranjeros venían buscando el exotismo del bruto, marcando distancias sociales que son un espejo de las que sufre el monstruo.

En definitiva, un conjunto de aciertos narrativos y expresivos, un muy digno homenaje al espíritu de la obra original.