Discusión:Capitalismo
Obras libertarias y obras liberales:
La confusión entre los términos libertario y liberal ha solido ser objeto de agrias discusiones y, con frecuencia, los defensores del capitalismo han tratado extrapolar a partir del concepto de mercado libre para apropiarse con pretendida exclusividad de algunas de sus características.
Un libertario es partidario de la abolición total del estado, dejando que la sociedad se gestione a sí misma. En base a esto, muchos autores han querido asociar libertarismo y capitalismo, por la defensa que hace el segundo de la mínima intervención del estado en un mercado que, según sus postulados, alcanza así su máxima eficiencia, como si lo manejara una "mano invisible". Es el caso de lo imaginado por Robert A. Heinlein en La Luna es una cruel amante (1965), donde la sociedad lunar, sin estado ni leyes, se autorregula en base el interés particular y el individualismo, generando riqueza que beneficia al conjunto. La obra de Heinlein sería un destacado exponente de lo que se podría denominar anarcocapitalismo. Sin embargo, algunos de los autores críticos con el capitalismo antes mencionados suelen considerarse también libertarios porque abogan por una mayor libertad social en la que se abraza la diversidad, y han logrado imaginar sociedades libertarias no capitalistas. Ursula K. Le Guin se consideraba anarquista e imaginaba sociedades autogestionadas y China Miéville, igualmente, incorpora elementos anarquistas a sus obras. Estos autores podrían englobarse dentro de las ideologías social-anarquistas, y sus propuestas describen sociedades en las que las decisiones se toman de manera horizontal, consensuada y en las que cabe incluso una economía de mercado, pero en la que los medios de producción suelen ser gestionados de manera más o menos colectiva.
La influyente obra de Ayn Rand se sitúa en el entorno del anarcocapitalismo. En El manantial (1943) hace una defensa a ultranza del individualismo y del egoísmo personal como motor de todo logro humano, mientras que el colectivismo y el altruismo son lacras, enemigos de la libertad individual. Esta novela es casi una biblia para los defensores más extremos del sistema económico liberal, quienes sostienen que sus preceptos emanan de derechos fundamentales como la libertad individual, y han tratado de demostrar que ésta solo es posible a través de la propiedad privada irrestricta. En La rebelión de Atlas (1957) Rand continuaría explorando estas ideas, proponiendo una sociedad utópica basada en los principios del individualismo a ultranza y el egoísmo racional. La novela es una defensa apasionada del capitalismo laissez-faire, es decir, un sistema económico sin intervención estatal, el único sistema que, según sus defensores, permite la máxima libertad individual y la mayor prosperidad.
En resumen, las premisas del capitalismo liberal han dado pie a que algunos autores hicieran apología de este sistema filosófico y económico imaginando sociedades que, si bien distan de ser utópicas, sí es cierto que colocan la libertad individual como piedra angular de la esencia del ser humano.
Enfrente de estas visiones, ha habido una amplio abanico de detractores que han querido imaginar otras posibles sociedades bajo la premisa de que el ser humano encontraría mayor felicidad y progreso en la colaboración. Y aún, un enorme grupo de autores ha atacado directamente los fallos del sistema capitalista, especialmente la reducción de la libertad en el desequilibrio de poderes que crea y la merma del bienestar general derivado de los efectos negativos de consumismo, como la degradación ambiental o la pérdida de la diversidad social y biológica.