Últimas órdenes

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¡Atención, spoilers!

Aquí se desvelan detalles de la trama y el argumento


Últimas órdenes
Autor: Brian W. Aldiss
Otros títulos: {{{Otros títulos}}}
Datos de primera publicación(1):
Título original: Last Orders
Revista o libro: S.F. Digest
Editorial: {{{Editorial}}}
Fecha 1976 de {{{Año}}}
Publicación en español:
Publicaciones(2): 'Los mejores relatos de ciencia ficción (Brian W. Aldiss)'
Otros datos:
Saga: No pertenece a ninguna saga
Premios obtenidos: No se le conocen
Otros datos: No hay otros datos
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Brian W. Aldiss ({{{Año}}})

Brian W. Aldiss (1976)

Se trata de un relato muy breve y muy sencillo que, sin embargo, resulta profundamente emotivo.

La Luna se ha agrietado (en un momento dado, se mencionan de pasada experimentos gravitacionales, pero es algo intrascendente) y está cayendo sobre la Tierra, que va a quedar destruída. Por esta razón, el planeta está siendo desalojado.

Un capitán del ejército está supervisando el total desalojo de una ciudad indeterminada. En su ronda aprecia una luz a lo lejos y se acerca. Encuentra un bar rodeado de ruinas y, en su interior, a un hombre rechoncho y una mujer mayor que charlan amistosamente.

El oficial entra al bar y comunica a sus "clientes" que hay orden de desalojo y que debe conducirlos al último transbordador. El hombre rechoncho y la mujer mayor acceden, pero desean primero terminar sus consumiciones y le ofrecen una cerveza. El capitán acepta nervioso que terminen sus copas, pero rechaza la bebida.

Mientras beben, el hombre y la mujer charlan y, poco a poco, el capitán se va involucrando en la conversación hasta que acepta la cerveza. Tras esta ronda viene otra, y otra... Suena la sirena de último aviso y los tres coinciden en que deberían acudir al centro de desalojo, pero que sería una pena echar a perder esa cerveza y que siempre tendrán tiempo tras la siguiente ronda.

La sirena cesa y les quedan escasos minutos, por lo que deciden pasar al salón posterior, donde sin duda encontrarán unos reservados mucho más cómodos donde seguir manteniendo una charla animada mientras esperan el fin del único planeta en el que podrían sentirse a gusto.