Diferencia entre revisiones de «Marciano, vete a casa»
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Pueden [[Teleportación|teleportarse]] (lo llaman kwimar) y aparecen para molestar en las salas de cine, en las obras de teatro, en los conciertos o en las grabaciones de los programas. Molestan en los momentos de intimidad de las parejas, en las partidas de cartas o en cualquier otro momento. | Pueden [[Teleportación|teleportarse]] (lo llaman kwimar) y aparecen para molestar en las salas de cine, en las obras de teatro, en los conciertos o en las grabaciones de los programas. Molestan en los momentos de intimidad de las parejas, en las partidas de cartas o en cualquier otro momento. |
Revisión de 21:33 27 jul 2008
Marciano, vete a casa | |
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Autor: | Fredric Brown |
Otros títulos: | {{{Otros títulos}}} |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Martians, go home! |
Revista o libro: | Libro independiente |
Editorial: | {{{Editorial}}} |
Fecha | 1955 de {{{Año}}} |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | Libro independiente |
Otros datos: | |
Saga: | Sin objeto |
Premios obtenidos: | No se le conocen |
Otros datos: | No hay otros datos |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | [{{{URL-3F}}} Ficha] |
ISFDB | [{{{URL-ISFDB}}} Ficha] |
Otras fuentes | {{{URL-OtrasFuentes}}} |
Notas: | |
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Fredric Brown ({{{Año}}})
Fredric Brown (1955) a.k.a. ¡Marcianos largo de aquí!, Marcianos, go home!
Se trata de una novela corta e intrascendente, pero muy divertida.
La historia es bien simple: los marcianos han venido. Mil millones de ellos (hasta donde es posible calcularlo). Son pequeños, verdes, calvos y tienen seis dedos en cada mano. Pero, sobre todo, son maleducados, groseros, maliciosos, impertinentes y terríblemente cotillas. Aparecen donde quieren y cuando quieren, lo ven y lo oyen todo, y luego se lo cuentan a todo el mundo.
Pueden teleportarse (lo llaman kwimar) y aparecen para molestar en las salas de cine, en las obras de teatro, en los conciertos o en las grabaciones de los programas. Molestan en los momentos de intimidad de las parejas, en las partidas de cartas o en cualquier otro momento.
Son irritantes y no se puede hacer nada por acabar con ellos porque son intangibles.
Bajo esta base tan simple Brown escribe toda una serie de anécdotas simpáticas y divertidas, una especie de obra salpicada de pequeños fragmentos vagamente hilados por la historia de Duke Deveraux, un escritor de ciencia ficción que cree tener la solución para todo.