Diferencia entre revisiones de «Batman: Caballero Blanco»

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La idea principal de la obra no es esencialmente novedosa, la premisa ya familiar para el público general desde la [[Batman (Película 1989)|película de 1989]] dirigida por Tim Burton, y desarrollada ya con anterioridad en diversos cómics, de que Batman y sus antagonistas son dos caras del mismo problema. El Jocker clama ser el fan número uno de Batman, lo que hace suponer que si no existiera Batman el Jocker no tendría razón de ser, algo extensible al resto de supervillanos que parecen totalmente obsesionados con combatir al hombre murciélago en batallas en las que al ciudad y sus habitantes siempre se llevan la peor parte.
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La idea principal de la obra no es esencialmente novedosa: la premisa, ya familiar para el público general desde la [[Batman (Película 1989)|película de 1989]] dirigida por Tim Burton y desarrollada ya con anterioridad en diversos cómics, de que Batman y sus antagonistas son dos caras del mismo problema. El Jocker clama ser el fan número uno de Batman, lo que hace suponer que si no existiera Batman el Jocker no tendría razón de ser, algo extensible al resto de supervillanos que parecen totalmente obsesionados con combatir al hombre murciélago en batallas en las que la ciudad y sus habitantes siempre se llevan la peor parte.
  
 
Sin embargo, esta premisa nunca había sido llevada más allá de un encuentro dialéctico, y el escenario que plantea Sean Murphy resulta interesante por este intercambio de papeles entre héroe y antagonista que permite indagar en algunas inconsistencias del universo de los justicieros, como la absoluta dejadez e incompetencia de las fuerzas del orden o la corrupción inherente a permitir que anónimos enmascarados se tomen la justicia por su mano.
 
Sin embargo, esta premisa nunca había sido llevada más allá de un encuentro dialéctico, y el escenario que plantea Sean Murphy resulta interesante por este intercambio de papeles entre héroe y antagonista que permite indagar en algunas inconsistencias del universo de los justicieros, como la absoluta dejadez e incompetencia de las fuerzas del orden o la corrupción inherente a permitir que anónimos enmascarados se tomen la justicia por su mano.

Revisión de 10:52 16 sep 2019

Batman: Caballero Blanco
Datos de publicación:
Título original: Batman: White Knight
Fecha de publicación: octubre 2017
Guión: Sean Murphy
Dibujo/Tinta: Sean Murphy
Color: Matt Hollingsworth
Editorial: DC Comics
Otros datos:
Premios obtenidos:
Otros datos: 214 pags. más portadas y extras

Batman: Caballero Blanco es un cómic que explora ciertos aspectos de la figura de Batman y su relación con su principal antagonista, el Jocker, a través de una miniserie de 8 capítulos

La trama:

El Jocker ha vuelto a escaparse del asilo Arkham y Batman le persigue por la ciudad causando numerosos destrozos. Finalmente le acorrala y, tras una brutal paliza y ante la pasividad de la policía, le obliga a ingerir unas pastillas que el propio Jocker llevaba encima y que asegura que pueden curar su enfermedad mental.

Sus compañeros quedan inquietos por el anómalo comportamiento de Batman, inusualmente violento y descuidado con los efectos colaterales de su conducta, y finalmente Bruce Wayne les confiesa que Alfred se está muriendo.

Sin embargo, la inestabilidad emocional de Wayne/Batman no es más que una parte del problema que se avecina. Efectivamente, el Jocker parece recuperado, su estabilidad mental restablecida. Ahora, como Jack Napier, reniega de su pasado criminal. Inteligente y calmado, quiere restaurar su nombre y conseguir la influencia necesaria para exponer lo que él considera evidente: que Batman es el mayor problema de Gotham y que la connivencia de la policía no ha hecho más que agravar el problema de una guerra entre vigilantes y supercriminales que cuesta demasiado a la ciudad.

El cómic:

La idea principal de la obra no es esencialmente novedosa: la premisa, ya familiar para el público general desde la película de 1989 dirigida por Tim Burton y desarrollada ya con anterioridad en diversos cómics, de que Batman y sus antagonistas son dos caras del mismo problema. El Jocker clama ser el fan número uno de Batman, lo que hace suponer que si no existiera Batman el Jocker no tendría razón de ser, algo extensible al resto de supervillanos que parecen totalmente obsesionados con combatir al hombre murciélago en batallas en las que la ciudad y sus habitantes siempre se llevan la peor parte.

Sin embargo, esta premisa nunca había sido llevada más allá de un encuentro dialéctico, y el escenario que plantea Sean Murphy resulta interesante por este intercambio de papeles entre héroe y antagonista que permite indagar en algunas inconsistencias del universo de los justicieros, como la absoluta dejadez e incompetencia de las fuerzas del orden o la corrupción inherente a permitir que anónimos enmascarados se tomen la justicia por su mano.

Lamentablemente, a medida que progresa la trama, esta se va volviendo más convencional: un nuevo supervillano pondrá en cuestión la estrategia de Jack Napier y todo parece volver a los cauces superheróicos habituales, con apenas una reflexión final. Proliferan, así mismo, los personajes estrambóticos de la legión de enloquecidos villanos, totalmente innecesarios para la trama principal y que restan credibilidad a la premisa de Napier. El colorido universo del murciélago no encaja bien con un enfoque dramático.

El dibujo de Murphy, por otra parte, es excelente ya desde el blanco y negro, estilizado y expresivo, levemente influido por el manga y repleto de detalles y narrativas yuxtapuestas. La adición de color a cargo de Matt Hollingsworth, por contra, no resulta esencial ni mejora la lectura y a veces, incluso, resta dramatismo a la tenebrosidad del blanco y negro.