Telepatía

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La telepatía es un poder psíquico que permite leer los pensamientos de otras personas o, incluso, transmitirlos de forma directa entre mentes sin la intervención de agentes físicos conocidos.

La etimología proviene del griego, el prefijo tele (a distancia) y pátheia (sentimiento).

La telepatía en la realidad:

Aunque actualmente los pretendidos fenómenos telepáticos están completamente desacreditados, durante mucho tiempo se pensó que tenían una base real. Su investigación sistemática, de manera indirecta, contribuyó al desarrollo de las neurociencias y de la psicología.

Hans Berger (1873 - 1941) fue una de estos científicos que a principios del siglo XX investigaban una correlación entre la actividad objetiva del cerebro y fenómenos psíquicos, llegando a postular una posible energía psíquica. Sin embargo, en torno a 1910 Berger ya se había dado por vencido, admitiendo que sus investigaciones había llegado a un punto muerto. Continuó su investigación del cerebro en torno al estudio de la actividad eléctrica, convirtiéndose en el pionero de la encefalografía.

A pesar de estas decepciones iniciales, a finales de los años sesenta y principios de los setenta, en algunos sectores la telepatía era casi asumida como una realidad, incluso por autores de ciencia ficción dura como Poul Anderson. El detonante final que convirtió este caldo de cultivo en un fenómeno aceptado popularmente se inició con la publicación en la revista francesa Science et Vie de la noticia de que Estados unidos había realizado con éxito pruebas de comunicación telepática entre tierra y el submarino Nautilus (a la sazón, el primer submarino nuclear de viaje bajo el hielo polar). Esta noticia, aunque desmentida por la marina estadounidense, no tardó en ser respondida con otros estudios soviéticos (por ejemplo La teoría del aspecto de la información de la telepatía, I.M Kogan, 1969). En plena guerra fría los gobiernos de los dos grandes bloques, notablemente paranoicos, estaban dispuestos a investigar cualquier posibilidad que el "enemigo" estuviese investigando, lo que dio pie a la publicación de numerosos estudios que hoy en día se sabe que adolecían de graves fallos metodológicos.

Esta creencia popular continuó teniendo adeptos entre algunos científicos entusiastas hasta los años ochenta. En 1979 la Universidad Washington de San Luis (Misuri) puso en marcha el Laboratorio McDonnell de Investigación Psíquica. Entre los sujetos reclutados para el estudio, el mago e ilusionista James Randi introdujo a dos adolescentes Michael Edwards y Steve Shaw, que durante tres años estuvieron engañando a los científicos, demostrando que el estudio de lo paranormal adolecía de apropiados controles experimentales y que, si estos existieran, se evidenciaría la ausencia de fenómenos psíquicos.

La telepatía en la ciencia ficción:

Dentro de la ciencia ficción la telepatía ha sido un tema central en muchas obras. En épocas tempranas, se asumía que comunicarse mentalmente era una posibilidad real y que la ciencia llegaría a desentrañar su funcionamiento. A medida que los estudios científicos iban recortando el terreno en el que esto podía ocurrir, los autores fueron planteando ciertas premisas más o menos verosímiles.

Una de las corrientes más populares relacionaba la telepatía con la actividad eléctrica cerebral, tal como intentara demostrar Hans Berger. Según ésta, nuestro cerebro produce un campo eléctrico que puede ser medido; sería entonces posible que algunos seres (los telépatas) tuvieran la capacidad de captar e interpretar ese campo, leyendo así el pensamiento.

Las implicaciones éticas que tiene la intromisión en los pensamientos de otra persona ha dado mucho juego a los escritores de ciencia ficción, que han construido sobre este nóvum interesantes obras prospectivas.

Hay muchos ejemplos de telepatía dentro de la ciencia ficción:

El hombre demolido (1952) de Alfred Bester (primera novela ganadora de un Premio Hugo) retoma el argumento de Crimen y castigo trasladándolo a un mundo de telépatas. Si bien (como ya demostró Dostoievski en la obra original, o repetidamente Sir Arthur Conan Doyle con su Sherlock Holmes) la telepatía no es necesaria para desenmascarar un crimen aparentemente perfecto, Bester se vale de la misma para profundizar en la sensación de acecho, fomentando el remordimiento, sin necesidad de recurrir a extensas descripciones psicológicas.

En Más que humano (1953) de Theodore Sturgeon, la telepatía no es una más de las diferentes habilidades que posen sus protagonistas, un medio de comunicación entre partes de un nuevo todo que es el homo-gelstat.

Con un uso diferente, K. Dick recurriría a menudo al tema de la telepatía como base para sus especulaciones acerca de la realidad: Ubik (1969), Nuestros amigos de Frolik 8 (1970)...

Otros autores han añadido esta habilidad a los personajes de sus novelas con afán más o menos lúdico, intrascendente, o para profundizar en las psicologías. Como Ursula K. Le Guin, quien otorga la telepatía como una de las habilidades comunes del ser humano avanzado en su ciclo de Hainish. Diferencia incluso grados o tipos, al distinguir la telepatía, donde literalmente se habla con la mente y no se puede mentir, de la simple empatía, como percepción extrasensorial de lo que realmente siente otra persona (Más vasto que los imperios y más lento, 1971 o las habilidades de algunos guedenianos en La mano izquierda de la oscuridad, 1969).

Sin embargo, la novela que más profundamente ha tratado la telepatía (al menos desde un punto de vista psicológico) es Muero por dentro (1972), de Robert Silverberg. En este libro, su protagonista, David Selig es telépata. Su don (que él ha escondido a todos cuantos le rodean) lo ha convertido en un inadaptado social. Sin embargo, este poder comienza a decaer y David se enfrenta a la posibilidad de acabar siendo estremecedoramente común.

No es extraño encontrar obras que defiendan la diferencia y huyan de la homogeneización a la que tiende frecuentemente la sociedad actual. La fantasía y la ciencia ficción, valiéndose como aquí de la asunción por parte del protagonista de poderes psíquicos, tiene un campo amplio para soltar la imaginación.

Poderes psíquicos
Puramente mentales: Manipulación del entorno físico:
Percepción extrasensorial Manipulación mental