No Shelter (RATM)

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No Shelter (RATM)
Director del vídeoclip: Joe Demaio
Autor de la canción: Rage Against The Machine
Álbum: Godzilla: The Album (Original Motion Picture)
Primera emisión: 1998
Vídeoclip: Videoclip en YouTube
Otros datos:

Joe Demaio (1998)

No Shelter es una canción de Rage Against the Machine, banda americana de rock alternativo que al final del siglo XX y principio del XXI se caracterizó tanto por su estilo musical, que aunaba rap con guitarras saturadas y ritmos concisos, como por su militancia activa en pro de la justicia social y en contra del imperialismo.

La canción fue objeto de controversia por formar parte de la banda sonora de la película Godzilla (Roland Emmerich, 1998), al tiempo que en su letra criticaba el consumismo y la cultura de masas como herramienta del adocenamiento social, llegando incluso a hacer mención explícita a la propia franquicia de películas como un ejemplo de ello:

Godzilla, pure motherfucking filler, get your eyes off the real killer.

El video musical:

El videoclip profundiza con descaro en esta paradoja, apropiándose del eslogan de la película ("El tamaño importa"), para atacar con dureza algunos ejemplos de la doble moral americana. De tal modo, el metraje nos muestra hasta cuatro carteles publicitarios distribuidos por la ciudad en los que, usando las relaciones de tamaño como como revulsivo, se puede leer: "La justicia importa", "La historia importa", "La desigualdad importa" y "El imperialismo importa".

Pero, entrando en el terreno de la ciencia ficción, se puede encontrar en el excelente trabajo de Joe Demaio una abundante referencia a las clásicas distopías de las que merece la pena señalar la posible influencia en tema y ambientación de la pionera Metropolis (Fritz Lang, 1927) y la pesimista 1984 (Michael Radford, 1984).

Las imágenes nos conducen a través de diferentes estancias de una fabrica, con ambientación de entre guerras posiblemente. Los operarios trabajan de manera mecánica en sus puestos: mujeres frente a una gran máquina a la que parecen encadenadas con grilletes de aspecto tecnológico, hombres negros accionando enormes palancas una y otra vez. Tras ellos, supervisores en impolutos trajes les controlan como una presencia ominosa.

En otra estancia, técnicos o científicos, cubiertos sus cuerpos con trajes y máscaras, experimentan con un casco con una enorme pantalla que cubre la cara y que parece servir para manipular o esconder las emociones. Un joven trabajador es usado como conejillo de indias, de tal manera que, cuando se pone el casco, finalmente, su triste cara demacrada es sustituida por una enorme sonrisa en la pantalla.

De tal guisa, el operario es retratado, con un martillo en la mano, para que sirva de publicidad para la fábrica, en clara alusión a la manipulación de medios.

Cumplida su tarea, sin embargo, el joven es desechado, asesinado y abandonado en la calle, un incómodo cabo suelto.

Cabe destacar el magnífico trabajo de fotografía durante todas las secuencias, así como el dinámico uso de la cámara, capaz de cambiar el ritmo de la narración sin crear disonancia. Un trabajo en el que todos los elementos casan con precisión: desde la letra de la canción al guión de la narración; desde la belleza y sobrecogimiento de las imágenes a la música del grupo, hipnótica y precisa en la construcción de la base, con un riff de guitarra simple, agresivo y no falto de delicadeza, todo a un tiempo.