Iménez

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Iménez
Autor: Luis Alonso Noriega Hederich
Otros títulos:
Datos de primera publicación(1):
Título original: Iménez
Revista o libro: Premio UPC 1999
Editorial: Ediciones B
Colección: Nova ciencia ficción nº133
Fecha Fecha desconocida de 2000
Publicación en español:
Publicaciones(2): Premio UPC 1999
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos: Premio UPC
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes  
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Luis Alonso Noriega Hederich (2000)

Nos encontramos ante una interesante obra ciberpunk en español que no sólo es capaz de reunir toda la iconografía del género (sociedad degradada, relativización de los actuales valores morales, antihéroe, retorcido compendio de armamento ilegal...) sino también de asumir la tarea de refrescar el lenguaje utilizado para narrar la aventura.

De manera similar a como William Gibson hizo en Neuromante, Luis Alonso Noriega no hace ninguna concesión aclaratoria al lector respecto a multitud de referencias habituales para el protagonista, desde la tecnología utilizada hasta la misma historia personal del poco heroico ejecutor Iménez que da título a la obra. Y sobre todo, Noriega oculta la historia social que es el marco de la aventura y tan sólo nos la va descubriendo a retazos, de forma que el lector tiene el doble gusto de ir atando los cabos de la trama al tiempo que va reconstruyendo el mundo de los ejecutores, del Ministerio de Inteligencia, y de los residentes y afiliados del Sistema de Privilegios.

Mezcla con acierto un traumático escenario postapocalíptico en el que sin embargo no ha acontecido ninguna guerra nuclear, los suburbios, la superpoblación y la criminalidad de otras obras como Juez Dredd, ¡Hagan sitio, hagan sitio! o el propio Chiba de Gibson, un férreo control de población que recuerda a La fuga de Logan y unos transfigurados servicios públicos que han debido adaptarse a circustancias muy adversas, como ya hizo Ray Bradbury con su cuerpo de bomberos en Fahrenheit 451.

El resultado es una obra meritoria, repleta de violencia sin ésta adquiera protagonismo, ausente de moralina por más que claramente se pueda apreciar el horror de lo descrito, sin recetas ni consejos y, a pesar de todo, valedora de un puñado de premisas éticas, o puede que estéticas, propias de un Sam Spade o un Makinavaja.

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