IO (Película)

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Nota: Este artículo se refiere a la película de Jonathan Helpert. Para otros usos ver Io (Desambiguación).

IO (Película)
Ficha técnica
Título original: IO
Nacionalidad: EE.UU.
Estreno 1: 18 de enero de 2019
Duración: 126 min
Ficha artística
Dirección: Jonathan Helpert
Guión: Clay Jeter, Charles Spano y Will Basanta
Producción: Baked Studios y otros para Netflix
Fotografía: André Chemetoff
Música: Alex Belcher y Henry Jackman
Reparto: Margaret Qualley, Anthony Mackie y Danny Huston
Información suplementaria
Otros datos:
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

Jonathan Helpert (2019)

IO es una película independiente producida directamente para la cadena de contenidos Netflix, que se puede adscribir al género del apocalipsis tranquilo.

La trama:

Sam es una joven científica que se esfuerza por encontrar una solución que permita al ser humano sobrevivir en una Tierra postapocalíptica. La atmósfera ha sufrido cambios brutales que la han inundado de amoniaco, haciéndola venenosa para plantas y animales; sólo en las capas más altas, en las montañas, persisten las últimas bolsas de oxígeno. Cuando la catástrofe se hizo evidente, el ser humano comenzó a evacuar al Tierra para dirigirse a una colonia en órbita en torno a Io, la luna de Júpiter.

Henry Walden, el padre de Sam, siempre abogó por permanecer en la Tierra y trabajar por hacerla de nuevo habitable, consiguiendo adaptar la vida a la nueva atmósfera. Sam, heredera del trabajo de su padre, es uno de los últimos seres humanos que se resisten a dejar el planeta. Pero su aislamiento viene a ser roto cuando aparece un hombre en globo, Micah, quien pretende entrevistarse con el doctor Walden, antes de continuar viaje para coger el último transbordador hacia IO.

La película:

Es frecuente que el público general asocie los concentos postapocalipsis y película de acción. IO no es una película de acción ni pretende serlo. Todo el peso de la película recae en la narración fotográfica y en las interpretaciones de dos únicos actores, dos personajes, Sam y Micah, en la relación que entablan y en la exploración de sus motivaciones para quedarse en el planeta o por qué irse ahora.

Este tipo de minimalismo, carente de excesos actorales o visuales, no será del agrado de muchos; pero es posible encontrar ejemplos semejantes también en el cine de ciencia ficción y no sólo dentro del circuito independiente. La Solaris de Tarkovsky (1972) puede ser el ejemplo más evidente, y tras ésta se podrían nombrar una docena más de grandes películas de ciencia ficción llevadas adelante con un ritmo pausado y contemplativo antes que a base de explosiones.

Por otra parte, IO desarrolla una secuencia de acontecimientos lineal, con una estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace; pero la acción, los cambios, ocurren a nivel interno de los personajes. Sam se enfrenta al fracaso de su proyecto vital, al fracaso de una relación a distancia, a la renuencia a aceptar la desaparición de su padre e incluso al reconocimiento de que, en última instancia, el contacto humano, el individuo, es más importante que una idea, por magnífica que sea. Micah -un personaje secundario, con menor recorrido- habrá de asumir los errores del pasado para poder crecer y continuar construyendo su vida.

Lo maravilloso de la película -aparte de su magnífica fotografía- es el planteamiento de que estos descubrimientos, este desarrollo personal, se deba realizar al entrar en contacto con un semejante y considerarlo como un ser humano, un individuo. Crecemos juntos, aunque lo hagamos en direcciones diferentes.

En definitiva, un escenario que da una oportunidad para la reflexión en torno a conceptos vitales.

Ciencia y ciencia ficción:

La película, al menos a un nivel superficial, tiene pretensiones de reivindicación ecológica; sin embargo, la solidez de esta idea no va más allá de plantear que la ruina del planeta ha ocurrido por culpa del ser humano, que fue repetidamente advertido por científicos como el doctor Henry Walden. La alusión a la situación actual, con un evidente cambio climático que sin embargo no logra movilizar a la masa de gente pese a las repetidas advertencias de inminente catástrofe, es clara.

Sin embargo, la película sustituye el bien documentado cambio climático por un cambio en la composición de la atmósfera.

En principio, este tipo de cambios serían posibles: Por ejemplo, en el pasado, la aparición de bacterias fotosintéticas condujo a la liberación del oxígeno a la atmósfera, lo que posibilitó el tipo de vida que hoy en día más abunda; más recientemente, el ser humano ha conseguido también cambiar la composición de la atmósfera terrestre con la adición de gases de efecto invernadero.

Si bien es interesante la premisa de que un gas venenoso ocupa las copas medias y bajas de la atmósfera, la elección del amoniaco como este gas se presenta problemática.

Para empezar, a temperatura ambiente, el amoniaco es líquido, aunque el aumento de temperaturas y de presiones en la atmósfera podrían producir el efecto deseado de que una buena parte se presentara en forma de gas.

Más problemático es el hecho de que la molécula de amoniaco NH3, es menos pesada que la de oxígeno O2, con lo cual resultaría que el amoniaco debería ocupar las capas altas y el oxígeno debería concentrase en las más bajas, y no al revés. Sin embargo, la película no dice que el oxígeno haya sido completamente desplazado de las capas inferiores; al fin y al cabo, hay suficiente oxígeno como para la combustión de motores de explosión. Por lo que ha de suponerse que simplemente la presencia de amoniaco es mayor que la dosis letal (unos 500ppm), y que el las capas superiores algún efectos (rayos ultravioleta, descenso de temperatura...) harían descender esta presencia a niveles tolerables. De hecho, se puede observar en repetidas ocasiones cómo los protagonsitas utilizan el color de la llama de un encendedor como sistema de detección. Siendo que el amoniaco no puede sostener la combustión por sí sólo, eso querría decir que el oxígeno sigue siendo abundante.

No obstante, el color de la llama de los mecheros no es el adecuado, debería aparecer una tonalidad verde amarillenta, no púrpura. Quizás no nos encontremos ante amoniaco, después de todo.