Diferencia entre revisiones de «Escenarios»

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La ciencia ficción, por su misma naturaleza, ha dado lugar a una gran cantidad de mundos, muchos de ellos sumamente imaginativos.

Muchas veces, estos mundos imaginarios no eran más que meros escenarios para la acción: planetas helados, desérticos, cenagosos... Mundos extraños en los que ambientar la trama y hacerla más atractiva.

En otros casos estos escenarios plantean una hipótesis de partida que permite al escritor o guionista centrarse en el tema que le preocupa. Un ejemplo claro son los escenarios apocalípticos resultantes de una guerra nuclear que tuvieron lugar durante los años '70 y '80, en plena guerra fría.

O puede ocurrir algo similar al primer caso pero al revés: el autor idea un escenario singular o colosal e idea una historia cuya única función es pasear al lector por dicho mundo.

Esto que sigue no pretende ser tanto un catálogo exhaustivo como una colección de ejemplos singulares o significativos.

Otras Tierras:

Utopías:

Irónicamente, las utopías han sido mucho menos habituales en la ciencia ficción que su género opuesto: las distopías. A menudo, además, presuntas utopías como Un mundo feliz o Gattaca son, en realidad, distopías encubiertas.

Distopías:

Una distopía es una magnífica forma de alertar contra las consecuencias de algo que el autor considera peligroso, de ahí su abundancia. Todas ellas parten del presente, la Tierra tal y como la conocemos, y se proyectan poco o mucho hacia el futuro para mostrarnos el resultado de llevar a extremos alguna tendencia que el autor detecta en nuestra propia sociedad.

Apocalipsis:

Existen muchos escenarios de ciencia ficción en los que la Tierra ha sucumbido a alguna forma de Apocalipsis. Sin duda, la idea de un desastre a escala planetaria que diezme la población y oponga principios morales a la cruda necesidad de sobrevivir es atractiva, si bien muchas veces el argumento se reduce a una historia trepidante en la que el protagonista suele tener que luchar por su vida en un mundo que se ha vuelto repentinamente hostil.

Más allá de la Tierra:

Bases orbitales:

La Luna:

Marte:

Marte ha sido escenario de muchas historias de ciencia ficción. Muchos autores han ubicado en este planeta sus mundos imaginarios, en ocasiones imaginando posibilidades a partirlos datos que de él conocían (por ejemplo, el Marte agonizante de La guerra de los mundos de H.G. Wells) y, a menudo ignorando dichos datos.

Otros planetas:

Ecosistemas únicos

La Space Opera, a pesar de ser un género menor, ha sido capaz de imaginar mundos singulares y muy interesantes. La saga de La guerra de las galaxias es un buen escaparate de ellos: el mundo desértico de Alderaan, el mundo helado de Hoth, las ciénagas de Dagobah, las selvas de la luna de Endor... Todos estos mundos son muy diferentes entre sí y, sin embargo, reúnen una característica común: contra toda posibilidad geográfica o écológica, un único ecosistema o paisaje cubre la totalidad del planeta. Así, cambiar de planeta implica cambiar de escenario, y viceversa. Pese a ello, la magnífica ambientación de las películas hace de esto un punto a su favor.

Hay otros ejemplos de mundos de un único ecosistema. Un ejemplo claro lo tenemos en Dune (Frank Herbert). En esta novela aparece Arrakis, un planeta abrasado por el sol, cubierto de dunas, habitado por seres tan fantásticos como los gusanos de arena y en el que los humanos están relegados a los polos, a excepción de unos pocos guerreros nómadas.

Un interesante ejemplo de ecosistema atípico lo presenta también Orson Scott Card en la tercera parte de su saga de Ender, Ender el Xenocida. Lusitania es un planeta recién colonizado con una ecología totalmente extraterrestre. Existen apenas cuatro especies, interrelacionadas entre sí por la descolada, un virus letal para los humanos e imprescindible para la biología del planeta. Pero a los lectores del Gran Maestro Asimov puede que este argumento les suene familiar.

Mundos de Asimov:

Asimov tenía una imaginación desbordante que le permitió idear una infinidad de otros mundos, en los cuales ambientaba sus relatos.

Así, tenemos Trantor, el planeta-ciudad de Fundación. Es otro ejemplo de planeta con un único escenario: una gran ciudad que se ha extendido hasta cubrir todo el planeta, de forma que depende totalmente del comercio con otros planetas.

En Padre fundador aparece un grupo de astronautas que cae en un planeta cuya biosfera esta basada en el nitrógeno. Los conocimientos de biquímica de Asimov son bien patentes en este relato, remarcando el precario equilibrio de un ecosistema así. En este escenario, los astronautas, varados y aislados de por vida, se dedicarán a alterar el ecosistema para dar impulso a la vida en su forma terrestre por la muy antiheróica razón de que no tienen nada mejor que hacer.

En otro de sus mundos encontramos una forma de vida que ha parasitado y alterado las demás, de forma que animales, bacterias, plantas... no son más que meros matices de esta forma de vida superior con conciencia planetaria, base argumental reciclada por Orson Scott Card en el planeta Lusitania.

Sin embargo, de todos estos mundos imaginados por Asimov, el más significativo es el planeta de su relato Anochecer. Este mundo se encuentra en un sistema de cinco soles, de forma que siempre hay alguno de ellos en el cielo y la noche es inimaginable. Sin embargo, cada cinco mil años los soles se alinean y cae la noche. Entonces, sus habitantes, incapaces de soportar la oscuridad, enloquecen y la civilización desaparece.

Sin duda, una idea muy interesante. Tanto es así que un mundo en un sistema múltiple con un día casi perpetuo en el que, ocasionalmente, cae la noche y aparece una desgracia ha sido imitado con éxito en otros géneros, como la película Pitch Black.

Mundos singulares:

Pero existen ejemplos todavía más imaginativos y sorprendentes.

En Misión de gravedad Hal Clement nos describe el planeta Mesklin. Este planeta tiene un periodo de rotación tan corto que la fuerza centrífuga hace que la aceleración de la gravedad en el ecuador sea una fracción tan reducida de la que hay en los polos que los seres que lo habitan se encuentran literalmente incapacitados de pasar de una latitud a otra.

Robert L. Forward imagina en Huevo del Dragón un caso más extremo de gravedad elevada: En la superficie de una estrella de neutrones, con sesenta y siete mil millones de veces la gravedad terrestre, un periodo de revolución de sólo 200 milisegundos y un campo magnético de un billón de gauss, imagina que existe vida, la de los "cheela", unos seres ameboides que viven en una hora el equivalente de más de cien años de vida terrestre.

Ambos casos constituyen algunos de los mejores exponentes de la ciencia ficción dura.

Big Dumb Objects:

El término Big Dumb Objects (sin traducción clara al español) se emplea para designar aquellas historias que giran alrededor del descubrimiento de un objeto colosal. Este objeto es el centro del relato y la historia no suele ser más que una excusa para recorrerlo y describirlo. Dentro de esta temática se encuentran novelas como Mundo Anillo de Larry Niven o Cita con Rama de Arthur C. Clarke, por mencionar algunos de los ejemplos más conocidos, si bien no son los únicos.

Civilizaciones extraterrestres:

Hacia la fantasía:

A menudo, la ciencia ficción se acerca a la fantasía, siendo en ocasiones difícil marcar el límite entre ambos géneros.

Dark City, de Alex Proyas, se presenta un mundo extraño (una ciudad en una noche permanentemente), creado por unos seres extraterrestres para retener y experimentar con los seres humanos que lo habitan. Cada doce horas la ciudad cambia y los recuerdos de los humanos son alterados para proporcionarles una nueva vida. Aunque en principio esta ciudad oscura podría estar situada en cualquier sitio, al final de la película se nos revela que flota en el espacio (motivo por el que no existe el sol). Esta característica la emparentaría con los Big Dumb Objects, si bien la historia discurre por derroteros muy diferentes a los propios de ese género de ciencia ficción dura.

Aún más cercano a la fantasía serían los mundos imaginados por Anne McCaffrey, sobre todo en la saga de Pern. Pern es un planeta que fue colonizado por la humanidad. Otro planeta cuya órbita elevadamente excéntrica le acerca a Pern cada doscientos años, libera, en su fase de máxima aproximación, una especie de esporas, llamadas hebras, que se alimentan de materia orgánica devastando todo lo que tocan. Tras perder contacto con la Tierra, la colonia sufre una regresión a niveles tecnológicos primitivos, quedanado unos seres modificados genéticamentes por los colonos originales y llamados dragones por su similitud con el animal mitológico. Gracias a su capacidad de volar y a su aliento ígneo, estos dragones son capaces de destruir las hebras en la atmósfera de Pern antes de que caigan a la superficie.