Discusión:Guerra mundial Z (Novela)

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Mi experiencia con el libro no ha sido tan positiva como deja entrever el artículo. Quizás merezca la pena llegar a un consenso. Voy a poner a continuación mi evaluación, de cara a redactar algo consensuado:

--Venom 19:04 2 feb 2014 (CET)

La opinión de Venom:

Sin dejar de estar de acuerdo, en términos generales, con lo dicho en el artículo, creo que hay importantes puntos que reseñar.

La visión yankee del mundo:

Brooks parece intentar dar una visión global del conflicto, no limitarse a una visión estadounidense. Aparecen multitud de países (China, Rusia, Japón, Israel, Sudáfrica, Cuba, India...). Su aproximación a las historias protagonizadas por estos ciudadanos suele ser siempre similar: Una oposición entre la decepcionante manera de responder a la crisis por parte de los gobiernos y una maravilloso ejemplo de coraje personal de sus ciudadanos. Esto es así incluso con el propio Estados Unidos. Pero hay una serie de características y excepciones que dejan de manifiesto un notable maniqueísmo por parte del autor, cuando no un profundo desconocimiento (o desprecio) por estas otras formas de gobierno.

Israel es el único país santo, capaz de ver el problema, de abrir sus puertas incluso a los palestinos y de combatir contra sus propios integristas. Cuba es el nuevo milagro económico... gracias a los 5 millones de refugiados estadounidenses. Corea del Norte desaparece de la faz de la Tierra por la locura omnipotente de su líder. Mandela abraza un ideólogo del apartheid por su racionalidad que salvará al país. Los líderes chinos, obtusos, corruptos y obcecados, son eliminados por sus propios opositores en una cruenta guerra civil antes de poder enfrentarse al problema zombie. Francia sigue a las órdenes de generales ávidos de reconocimiento nacional como si no hubiera evolucionado desde la Primera Guerra Mundial. Irán y Pakistán se enredan en un guerra nuclear por su propia incompetencia política. Islandia es barrida por su hipismo y del resto de Europa apenas se menciona Inglaterra (y Francia). Los ciudadanos rusos, por supuesto, están anhelando una mano dura que les dirija pro el camino de la opresión y que les libera de la dura tarea de ser responsables de sus propias decisiones. Japón... aquí Brooks tiene una retorcida teoría acerca de que los nipones han dejado también su futuro en manos de potencias extranjeras y por eso no tienen ejército, siendo su ciudadanos unos mandados, borreguitos sentados a la espera de la muerte con la confianza de alguien vendrá a decirles qué deben hacer.

La lista sería infinita si no fuese porque la lista de naciones es limitada y Brooks se olvida de un puñado de países no tan irrelevantes. ¿Dónde estaba Alemania? ¿Brasil? ¿Argentina? ¿Qué pasa con África? ¿Colombia? Pero casi mejor no tener que haber asistido a la impresión que Brooks tiene de esos países. Como nota graciosa, España no aparece, más allá de un par de menciones intrascendentes.

¿ Y los USA? Brooks, aparentemente, entona un prepotente mea culpa al principio y viene a decir que el sistema político estadounidense también se había relajado, que de no ser así, hubieran parado la invasión zombi. Analiza con más o menos criterio dos o tres lugares comunes, ampliamente criticados en cientos de otros obras, se carga al presidente y su corrupta administración y, oportunamente, surge el líder que todos necesitan y que organiza y salva al país como si de un enviado del cielo se tratara.

A partir de la tercera parte del libro, las entrevistas se suceden machaconamente con un tufillo de fondo que sirve para ensalzar cada vez más el sueño y el estilo de vida americano. La individualidad americana, mencionada en abundantes ocasiones, queda identificada con el santo grial. USA es el país que más territorio salva de los zombies en un principio, quien mejor se reorganiza y quien primero reconquista su territorio para poder ayudar, generosamente, a sus aliados.

La progresión de la novela:

El mayor mérito de Brooks es haber acertado con este estilo de entrevistas, cada una un microhistoria que como un mosaico trata de dar una visión de conjunto. Funciona muy bien al principio, creando un ritmo trepidante y adictivo.

Sin embargo, el autor comete un grave error al querer dar una panorámica tan global, tan (falsamente) ecuánime. En primer lugar, y como se deduce del apartado anterior, se rompe el pacto de ficción cuando el lector se percata de que la narración de ha convertido en un asunto panfletario. No puedes creerte que la reacción de todos los gobiernos siempre sea tan nefasta, se desconfía de esa visión de Estados Unidos arengando al mundo y arrastrándolo a su salvación.

El segundo gran error es alargar innecesariamente el desarrollo. Una vez que se nos explica el plan de guerra, la novela en sí misma deja de tener interés, su desarrollo está muerto. Sabemos cómo se va a desarrollar la estrategia hasta su mismo final (es el peligro de empezar una historia por el final). No obstante, quedaban ciertos alicientes que Brooks podía haber explotado. El principal, el uso de las entrevistas para contar historias personales. A mitad de novela aún hay unas cuantas muy interesantes y sugerentes, como la del submarino chino. Pero en el tercio final de la obra el interés por estas historias decae, empiezan a ser repetitivas y el tufo adoctrinante puede llegar a provocar repulsa.

Las conclusiones, finalmente, resultan insípidas. No es el defecto más grave, pero no sabe cerrar la obra adecuadamente. Demasiado dispersa en su protagonistas y demasiado centrada en el espíritu USA como para poder darle un cierre elegante.

En definitiva: empieza bien y va decayendo hasta arrastrase como un zombi, buscando el palazo en la cabeza que termine con esa tortura. Larga y pretenciosa, o prepotente.

Recursos desaprovechados:

Brooks podía haberse apartado de este camino de fatuidad progresiva si hubiera explotado algunas ideas apenas sugeridas que podrían haber enriquecido enormemente la obra.

La primera, es la alusión al deterioro medioambiental. Lo menciona insistentemente, pero no lo analiza, lo deja como telón de fondo. Ni una crítica al sistema actual de consumo insostenible promovido por los americanos.

La segunda, el estudio de la diplomacia y las intrigas políticas. En varios puntos concretos hubiera proporcionado un interesante elemento inquietante. La reconquista de los núcleos en rebelión en EEUU, la sugerencia de futuras luchas imperialistas en la reconquista, la balcanización de los estados… Sin embargo, en descargo de Brooks y tras leer lo que debe ser su punto de vista de la diplomacia internacional y la existencia de culturas diferentes a al estadounidense, hay que reconocer que este asunto parece quedarle grande.

Conclusión:

Guerra Mundial Z es un mal libro y Brooks un mal novelista. Pero sus aciertos (¿casuales?) podrían haber dado como resultado una notable novela más corta, digamos de la mitad de extensión, mientras el chico maduraba ideas y experiencia personal para escribir la continuación. La culpa, supongo, será de su editor. Y el resultado no deja de ser irónico, por ajustarse a aquello que el autor pretende criticar. Nos vende una obra mucho más grande, con el reclamo de su internacionalización, repleta de fuegos artificiales, antes que una obra comedida y honesta, consciente de sus limitaciones. Pura serie Z.

--Venom 19:04 2 feb 2014 (CET)

La opinión de Vendetta:

Me sorprende una crítica tan negativa.

No es una gran novela, pero como novela de acción a mí me parece que funciona perfectamente. De hecho, me resultó muy entretenida y me la lei enseguida. Curiosamente (y en esto coincido contigo), lo peor es la guerra en sí; los primeros episodios, el comienzo de la epidemia y el desastre fueron los que más me gustaron. Una vez que el mundo se reorganiza la historia decae, pero siempre (según mi punto de vista) mantiene un ritmo narrativo vivo. No se me hizo pesada ni aburrida.

También coincido en que la obra está mal cerrada, pero no me parece el defecto más grave. A fin de cuentas no hay una trama que concluir. Hay gente que cuenta su vida, cómo su mundo se hundió, cómo salieron adelante (y, de hecho, muchos de ellos siguen tratando de reconstruir algo). No hay final en la historia como tampoco hay catarsis ni evolución en los personajes. No hay un final claro, pero tampoco deja un poso de "Y ahora, ¿qué?".

Respecto al maniqueismo EE.UU./mundo, no creo que haya tal. Me explico: es evidente que la novela simplifica y coincido en que ensalza el individualismo, pero no los EE.UU. en sí, tal y como son ahora. Más bien la obra critica las instituciones, todas ellas son malas, todas ellas son corruptas, todas ellas son inoperantes... y las de EE.UU. no son la excepción (ni mucho menos). Es decir, no ensalza el país EE.UU. sino el ideal de ese país (el individualismo) y critica también a los EE.UU. por haberlo abandonado.

Es decir, no creo que diga "EE.UU. son lo mejor" sino "El ideal individualista de los EE.UU. de mi abuelo es lo mejor y los EE.UU. actuales son tan malos como cualquier otro país por haberlo abandonado". Por otra parte, que un autor se centre en su país me parece bastante lógico, sobre todo si el autor quiere lanzar este mensaje a sus compatriotas.

En este sentido, quizá la crítica no deba realizarse al ideal (como haces) sino a si el autor ha sabido transmitirlo. Por poner un ejemplo (y NO comparo): Heinlein. Brigadas del espacio es un magnífico libro en el que Heinlein ensalza el militarismo como coluna vertebral de un país. Que no coincidas con sus ideales no significa que la obra no sea entretenida y los transmita estupendamente.

Respecto a Israel... sí, coincido totalmente. El autor es judío; quizá tenga algo que ver.

En fin, que me parece una novela ante todo entretenida, que toma un género de moda (los zombis) pero que consigue hacer de él algo diferente relegándolos a un segundo plano para hacer una crítica con la que puedes, o no, estar de acuerdo, pero que es más de lo que los demás han conseguido sacar de unos cadáveres andantes. No está mal para ser la primera novela del autor (que es guionista, no escritor).

--Vendetta 23:07 4 feb 2014 (CET)

Intentando llegar al consenso:

Supongo que nuestra diferencia de opinión se debe fundamentalmente a las expectativas creadas. Tras leer el primer tercio de la novela pensé que iba a encontrar algo más, un intento de especulación serio. Pero la conclusión es que, en el fondo (y en la superficie), GMZ es una historia de aventuras orientada a los estadounidenses.

Aún así, he releído lo que he escrito y me parece correcto, nada exaltado. Es una mala novela y Brooks un mal novelista. Su formato adecuado era la novela corta, o novela no muy larga. Su esquema se repite constantemente. Y personalmente, su visión del mundo no americano me irrita. Y claro, como esto se repite y se repite, termina exasperándome.

En definitiva, creo necesario mencionar los puntos que he resaltado. Voy a intentar hacer una segunda versión tratando de llegar a un punto medio entre tu opinión y la mía. Corrige sobre lo escrito.

--Venom 10:46 5 feb 2014 (CET)

Propuesta de artículo:

El libro se apunta al resurgir del fenómeno zombi que se hiciera tan popular a partir de 28 días después (2002).

La estructura:

A diferencia de lo habitual en este tipo de relatos, la novela no se centra en un escenario apocalíptico en el que unos pocos supervivientes se enfrentan a hordas de zombis (o infectados), sino que está ambientado en un futuro diez años posterior al triunfo humano en la Guerra Mundial Z que le da título.

Escrita en forma de entrevistas, la novela va repasando uno a uno a distintos estamentos sociales (médicos, militares, políticos, personas de clase media...). Así, la novela es una obra coral en la que el autor dibuja su visión de la sociedad, en ocasiones con severas críticas.

Al contrario de lo que es habitual en las obras de zombis, estos apenas tienen protagonismo. Están ahí como fondo en los recuerdos de los personajes entrevistados, como elemento vertebrador de la obra, como desencadenante necesario de la trama que se intuye de fondo y como escenario de muchas de las escenas narradas, pero el peso de la obra está en las personas entrevistadas y en lo que cuentan de sí mismas y su experiencia. Los zombis son tan sólo un elemento desencadenante y aglutinador de las historias, pero totalmente secundario.

A pesar de que los personajes entrevistados están bien dibujados, debido a la brevedad de cada entrevista no hay evolución alguna en ellos más allá de lo que ellos mismos cuentan de sí mismos y de como la guerra contra los zombis les hizo cambiar. Sin embargo, esto es perfectamente coherente con el formato de entrevista y no supone merma alguna en la forma en la que el lector percibe a los protagonistas.

El ritmo de la obra es más que notable. La forma en que salta de un escenario a otro (de una entrevista a otra) dibujando la evolución de la guerra desde unos pocos infectados a un mundo devastado que los humanos deciden reconquistar resulta emocionante y el libro resulta de muy fácil lectura.

Guerra Mundial:

Ya desde el título, Brooks intenta dar una visión global del conflicto. Esto puede resultar engañoso para el lector que espere encontrar una reflexión profunda sobre la actual política mundial y la interacción entre los estados.

En realidad, el interés del autor no deja de ser el de plantear una historia colosal pero fundamentalmente entretenida, sin verdaderas intenciones de crítica. Más aún, hay que tener en cuenta que su público objetivo es el norteamericano, y el núcleo que vertebra e impulsa a los personajes son las bondades de este espíritu americano, especialmente la individualidad. Brooks incluso hace cierta crítica muy acertada al electoralismo y la corrupción política.

Sin embargo, cuando intenta extender esta crítica a otros países del mundo, el resultado puede llegar a ser chocante, cuando no tendencioso.

Esto, para un lector europeo, puede ser un ataque directo al pacto de ficción, ya que le costará identificarse con el mundo tal y como lo refleja Brooks.

La progresión de la novela:

Uno de los mayores aciertos de la novela es su estructura a través de las entrevistas, convirtiendo la narración en un conjunto de historias individuales, algunas verdaderos cuentos cortos con mucha garra. Esto funciona muy bien al principio, creando un ritmo trepidante y adictivo.

Sin embargo, Brooks abusa de este recurso y alarga innecesariamente la novela.

El formato documental es una estructura muy dinámica, y bien usada resulta muy adecuada para realizar planteamientos desde cero, en media res, situando al lector en la acción sin necesidad de grandes explicaciones previas. Por contra, tiene notables desventajas ante la inclusión de información superflua y, sobre todo, su cierre o conclusión requiere un especial tratamiento. No es posible darle un final convencional, dado que el lector ya conoce el propio final de la historia (en este caso, la victoria en la guerra). Brooks intenta, sin mucho ánimo, ofrecer algún tipo de conclusión a través de las entrevistas; pero el resultado es insulso. Por inexperiencia o por miedo, evita volver al tema intelectual que mueve la obra (la traición del individualismo por parte del gobierno estadounidense). Al no poder aportar una conclusión intelectual, Brooks se ve obligado a desarrollar la guerra zombi en busca de una conclusión estándar, sin ahorrar ninguna etapa al lector, que en cierto punto puede llegar a aburrirse de verse sometido al mismo esquema una y otra vez.

Recursos desaprovechados:

Esta dilatación de la obra por terrenos ya trillados, da ocasión al lector de lamentar que Brooks no se animara a explorar algunos aspectos que podían haber enriquecido la obra. La constante alusión al deterioro medioambiental o la frecuente mención de la diplomacia y las intrigas políticas eran puertas abiertas a aumentar la complejidad de la obra que el autor deja pasar y que hubieran podido aportar un contrapunto inquietante a la excesivamente simple guerra contra los muertos.

Una vez más, el lector debe recordar que la intención de Brooks no es la especulación. Por otra parte, dada la visión tan restrictiva que parece tener de la complejidad cultural de la sociedad humana, estos asuntos quizás le quedaran demasiado grandes.

Conclusión:

Guerra Mundial Z está concebido como un best seller, una novela de aventuras, y en este aspecto, es indudable que ha alcanzado sus objetivos. Su enfoque cultural es eminentemente americano, pero es seguro que numerosos lectores internacionales sabrán identificarse con sus presupuestos, dada la gran influencia de esta cultura en el resto del mundo.

No obstante, el libro puede hacerse repetitivo para algunos lectores, especialmente para aquellos que esperen encontrar algún tipo de ciencia ficción especulativa.