Destino, la Luna
Destino, la Luna | |
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Ficha técnica | |
Título original: | Destination Moon |
Nacionalidad: | Estados Unidos |
Estreno 1: | 27 de junio de 1950 |
Duración: | 92 min. |
Ficha artística | |
Dirección: | Irving Pichel |
Guión: | Alford Van Ronkel, James O'Hanlon y Robert A. Heinlein basado en su novela Rocketship Galileo |
Producción: | George Pal |
Fotografía: | Lionel Lindon |
Música: | Leith Stevens |
Reparto: | John Archer, Warner Anderson, Tom Powers, Dick Wesson |
Información suplementaria | |
Otros datos: | Asesor técnico: Robert A. Heinlein, John S. Abbott y Chesley Bonestell Efectos especiales: Lee Zavitz |
Imdb: | Ficha en Imdb |
Notas: | |
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Irving Pichel (1950)
Tabla de contenidos
La película:
Nos encontramos con una película bastante notable y representativa de la época, los años cincuenta, donde podemos encontrar otras obras que han marcado un hito en el género de la ciencia ficción.
Si la mayoría de estas películas advierten sobre la amenaza de potencias militares extranjeras, o frente a la propia amenaza de la escalada de rearme nuclear, Destino, la Luna toma un discurso bastante diferente en que se intuye la influencia de la mano y la obra de Robert A. Heinlein.
Por ejemplo, en Ultimatum a la Tierra (1951) se nos hablaba del peligro de que la guerra fría produjese una carrera armamentística que condujese a todo el planeta a vivir bajo la espada de Damocles de la bomba atómica. Destino, la Luna, muy al contrario, advierte de que la carrera espacial es un acontecimiento decisivo del que los Estados Unidos no deben desentenderse a riesgo de quedar sometidos a la amenaza de misiles disparados desde nuestro satélite. Es decir, la una fomenta el diálogo y la otra conmina a la preparación bélica.
Sin embargo, no se puede acusar a Heinlein de fomentar el conflicto, pues su guión carece de propaganda política, muy al contrario de la posterior La guerra de los mundos (1953) donde los malvados extraterrestres se corresponden con la amenaza soviética.
Similar en ideología a la mayoría de la obra de Heinlein, la historia relata los esfuerzos de los americanos por ser los primeros en enviar un cohete tripulado a la Luna, hito previo a su reclamo e instalación de bases y colonias. La mayoría de los aspectos técnicos están formidablemente bien cuidados, como las situaciones de ingravidez, el principio de acción y reacción, los problemas del lastre y el propelente… El propio Heinlein fue asesor técnico en la película y no en vano su realización se alargó durante dos años.
Sin embargo, es en el terreno económico donde el modo de pensar del Gran Maestro se hace más evidente y donde menos coincide con el desarrollo posterior la verdadera carrera espacial. En sus inicios, se sugiere que existe ya una competición entre los gobiernos por conseguir establecer un satélite en órbita, carrera que ganarían los rusos con su Sputnik. Cuando el proyecto americano fracasa (achacado a un misterioso sabotaje) el gobierno retira su apoyo. Heinlein sostenía que la iniciativa privada era el verdadero motor de cualquier avance (léase La Luna es una cruel amante) y es por eso que arguye que son las empresas norteamericanas quienes en patriótico consorcio se unen para sacar adelante el proyecto de un cohete de motor atómico.
Se equivocó en esta apreciación y hoy en día es evidente que sin la financiación directa de los gobiernos sería muy poco probable el que se hubiera avanzado tanto en exploración espaciales en tan poco tiempo. Si que es cierto que actualmente se está construyendo el primer espaciopuerto privado (un diseño de Norman Foster para Virgin Galactic en Nuevo México), muchas décadas después de las primeras empresas pioneras, que fueron estatales, como NASA.
Se equivocó también en la tipología del motor, que ni muchos menos fue atómico ni parece que jamás lo vaya a ser, al menos en la forma que entonces se entendía. Actualmente se siguen utilizando los motores químicos tanto en los cohetes europeos o en los transbordadores estadounidenses y sólo se ha utilizado un motor atómico en algunas sondas espaciales.
No obstante, por su cuidado en mantener la corrección científica (aparte de Heinlein, la película tuvo otros dos asesores técnicos), su anticipación técnica y por lo logrado de sus efectos visuales, Destino, la Luna es una notable obra de ciencia ficción.
El título:
Destination Moon, el título original en inglés, fue tomado prestado más tarde por los traductores de las aventuras de Tintin para el álbum Objetivo: La Luna (Objectif Lune).
La similitud entre ambas aventuras propicia frecuentes confusiones y lo cierto es que ambas naves espaciales se parecen mucho externamente. Hay que recordar, no obstante, que aunque Hergé inició el relato en marzo de 1950, no lo terminó hasta octubre de 1952, por lo que en realidad es posterior al estreno de la película.
Premios:
Obtenidos:
- 1951: Oscar a mejores efectos especiales
- 1951: Oso de Bronce del Festival de Berlín a la mejor película de aventuras
- 2001: Retro Hugo a mejor representación dramática
Finalista:
- 1951: Oscar a mejor dirección artística, decorados y color (Ernst Fegté y George Sawley)
- 1951: Globo de oro a mejor banda sonora (Leith Stevens)