Diferencia entre revisiones de «Ad Astra (Película)»

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Revisión de 09:19 24 oct 2021

Ad Astra (Película)
Ficha técnica
Título original: Ad Astra
Nacionalidad: China / EE.UU.
Estreno 1: 29 de agosto de 2019
Duración: 123 min
Ficha artística
Dirección: James Gray
Guión: James Gray y Ethan Gross
Producción: Twentieth Century Fox
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Música: Max Richter
Reparto: Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland, Ruth Negga, Liv Tyler...
Información suplementaria
Otros datos:
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

James Gray (2019)

Ad Astra es una película de ciencia ficción psicológica ambientada en el espacio que aborda el tema de la posibilidad de al comunicación con vida extraterrestre y de la posición del ser humano frente a un universo virtualmente infinito.

La trama:

Roy McBride es el modelo del perfecto astronauta, calmado y centrado en su trabajo, aún a costa de sus relaciones personales.

Un día, mientras está haciendo operaciones de mantenimiento en una antena que asciende kilómetros en la atmósfera, una especie de pulso electromagnético produce una sobrecarga en los circuitos de la antena y sucesivas explosiones, por lo que, tras intentar cortar la corriente, Roy se deja caer al vacío para escapar del accidente. Su pasmosa calma y entrenamiento le permiten controlar la peligrosa caída y abrir el paracaídas a tiempo.

Una vez en tierra, con lesiones menores, es llamado por el alto mando y le es revelado el origen del pulso electromagnético que ha causado la catástrofe en al antena, al igual que otros muchos incidentes por todo el planeta. Décadas antes, su padre partió en una misión exploratorio hacia los límites exteriores del Sistema Solar. En aquella zona pensaban instalar una base de comunicaciones para explorar el universo en busca de vida extraterrestre, aprovechando la debilitación de la radiación electromagnética emitida por el Sol. Se creía que la nave de su padre se había perdido, pero ahora hay razones para creer que la misión científica sobrevivió, se encuentra en órbita en torno a Neptuno y el motor de antimateria de la nave es el causante de las oleadas de pulsos de energía que están asolando la Tierra y que pueden amenazar la propia vida.

La película:

Nos encontramos ante una película pausada la mayoría del tiempo y dominada por una voz en off, la de los pensamientos del propio Roy McBride, dos aspectos que pueden predisponer en su contra. Por su temática, Ad Astra se emparenta con cierto tipo de ciencia ficción casi metafísica, como 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) o Solaris (Andrei Tarkovsky, 1972), aunque no está exenta de cierta espectacularidad y afán de rigor científico que obliga a compararla con Gravity (Alfonso Cuarón, 2013).

Sin embargo, su estructura narrativa es muy diferente a estas, y se encuadra más en el viaje de autodescubrimiento durante el cual el protagonista tendrá que hacer frente a sus propios errores y defectos, a la vez que se explora la relación con la figura de su padre y cómo esta ha modelado la manera en la que Roy se relaciona con su las personas de su entorno. En este sentido, surge una nueva referencia muy evidente, la de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979).

La película se mueve entre estas influencias con extraña integridad, ofreciendo un producto sólido y que se desarrolla de manera lógica, quemando las etapas necesarias a lo largo de la evolución psicológica del protagonista. Un motivo recurrente sirve al espectador para marcar estas etapas, los diferentes test de evaluación psicológica que debe ir superando y que nos van mostrando el deteriore mental del astronauta. Algo que también, inevitablemente, nos recuerda a otra película lenta y de profunda carga psicológica, Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017). En casi todas estas fuentes de las que parece beber James Gray se propone al espectador cuestiones que empequeñecen al individuo frente algo muy superior a él y que al tiempo ponen de relieve la importancia de la relación con nuestros semejantes.

Gray -autor también del guión- manifiesta este mismo interés como motivo de la obra y de manera ya totalmente explícita al final de la misma, cuando sugiere que que puede ser igualmente esperanzador y terrorífico tanto descubrir que no estamos solos en el universo como que sí que lo estamos.

En definitiva, una obra que no puede considerarse innovadora en su temática, aunque sea valiente y ambiciosa; pero que sí que es sólida en su narración. A esto se suma una excelente banda sonora y un cuidado diseño artístico y fotografía. Interesante y entretenida si se aborda con el talante adecuado.

La ciencia en Ad Astra:

Si bien puede ser cuestión de opinión los aciertos o fallos argumentales de la obra, lo que es innegable es que, pese a un puñado de buenas propuestas, la mayoría de las premisas científicas de Ad Astra son verdaderas estupideces.

La causa última que impulsa la trama es la búsqueda de vida extraterrestre, para lo cual han construido esas monumentales antenas sobre la Tierra. Y para huir de la heliosfera, cuyas radiaciones pueden interferir en los instrumentos, el proyecto Lima es enviado hasta Neptuno. Estos dos ejemplos, entre varios otros, indican que los guionistas no tienen verdadera idea de cómo funcionan las radiaciones ni qué es la heliosfera. Mucho menos costoso que construir esas kilométricas antenas sobre la Tierra hubiera sido llevarlas a la cara oculta de la Luna, ya colonizada. En cuanto a Neptuno, resulta que sigue metido de lleno en la heliosfera, por lo que la motivación del viaje parece absurda.

Tampoco parece coherente tener que viajar a Marte para enviar un simple mensaje de radio, y la manera en que los viajes del protagonista son improvisados parece sugerir que los guionistas prefirieron pasar por encima de las verdaderas necesidades de impulso, aceleración y combustible de los cohetes actuales. Aunque esto último puede ser soslayado con la propuesta, no explícita, de que en realidad no se tratan de cohetes de combustible líquido, sino de un sistema mixto de motor químico para los despegues y de antimateria para el espacio.

Existen muchas otras incorrecciones, burdas en su mayoría, y dolorosas por la sencilla razón de que podían haber sido evitadas sin afectar sustancialmente ni a la trama ni a la espectacularidad de la película. Pero no se pueden dejar de mencionar dos, situadas casi la final de la cinta y que consiguen sacar de la película a todo espectador que no haya dejado de lado su incredulidad.

El primero es la extravagante y peligrosa maniobra, de ida y vuelta, a través de los anillos del planeta azul. Absolutamente todo lo relacionado con la cantidad de movimiento del astronauta y de los objetos que componen los anillos está rematadamente mal.

Y muy relacionado con esta ausencia de comprensión de la física clásica tenemos el método elegido por McBride para iniciar su camino de regreso a casa: ¡surfear la onda de expansión de una explosión atómica! McBride (o los guionistas) parecen olvidar que en el espacio no hay atmósfera, por lo que esa hipotética onda expansiva, de haberla, estaría compuesta por materiales "un poco" más gruesos que una molécula de oxígeno: trozos de la estación espacial y parte de los anillos de Neptuno, lanzados a increíble velocidad, que destrozarían el cohete. Eso sin tener en cuenta las radiaciones ionizantes, para las que la nave no está preparada, y que matarían al protagonista.

Así pues, bajo el punto de vista didáctica, Ad Astra es una excelente película para compartir a la búsqueda de sus gazapos científicos.